Sí, así como suena, por increíble que parezca. Y es que muchos ven el suicidio, si acaso, en el patio del vecino o mucho más lejano; jamás en el propio. Lo cierto es que cuando menos lo piensan alguien los sorprende, el que menos esperaban: Un amigo, un hermano, un familiar, un compañero de trabajo… Sencillamente, cualquiera.
Las cifras
En el mundo, cada 40 segundos hay un suicidio, y por cada uno hay 20 intentos fallidos. ¿Sacó las cuentas con la población mundial? Se las hago para que se aterre: Diariamente en el mundo se suicidan casi tres mil personas, que al año suman un millón de seres que no vieron otra opción para aliviar sus penas. Según la Organización Mundial de la Salud, el primer lugar lo ocupa Lituania; 68,1 personas de cada mil habitantes se suicidan. Le siguen Rusia, 58,1 personas, y Kazajistán con 45; las dos sobre la misma proporción.
¿Y en Colombia?Niños y jóvenes adolescentes el 51,8%
Aunque estamos lejos de las cifras mencionadas, no quiere decir que la situación deje de ser alarmante. Nuestro país es el tercero en América Latina después de Cuba, en el primer lugar, y de Brasil en el segundo con más incidencias de suicidios. Según el consolidado de Medicina Legal en 2011 (2012 aparece con cifras preliminares), se suicidaron en Colombia 1889 personas. Bogotá (277 casos), Medellín (115) y Cali (74) son las primeras ciudades en el escalafón; Antioquia (313 casos), Valle (184), Cundinamarca (114) y Santander (106) los primeros departamentos en la lista.
Una curiosidad es que se autoeliminan más los hombres que las mujeres, pero lo más grave de nuestra situación es que el 51,8% del total fueron niños y adolescentes. Siéntese para ver estos números: de básica primaria, 489 (407 niños, 82 niñas) optaron por el suicidio; de básica secundaria, 487 (383 adolescentes hombres, 104 adolescentes mujeres). Aseguran los expertos que los niños no tienen por qué suicidarse. Es una responsabilidad de los padres. Paul Quinnett, un prestigioso sicólogo clínico norteamericano y autor del libro Suicidio, una decisión para siempre, dice que los niños tienen la información por aprendizajes previos (lo oyen o lo ven) y pueden terminar tomando la misma opción porque es lo que conocen. También se refiere a los adolescentes en quienes habita la ambivalencia o la indecisión. La educación y el acompañamiento tienen que ver. Los adolescentes ya se salen más de la tutoría de los padres pero no tienen toda la información. Quinnett asegura que son maduros prematuros sin la experiencia del adulto para enfrentar las dificultades; ahí es donde los padres desempeñan un papel fundamental con el ejemplo, porque es de ellos de quienes aprenden la resolución de los problemas; el famoso y manido“ejemplo”.
¿Personalidad suicida?
No existe. Solo se puede hablar de tendencia, dicen los expertos. Agregan que no todos los enfermos mentales se suicidan (esquizofrénicos, bipolares, depresivos), ni personas sanas han dejado de hacerlo. Parece inherente al ser humano. Las causas pueden ser todas (sociales, educativas, patologías mentales) y los mitos no desaparecen: no hay previo aviso, lo dicen pero no lo hacen, se suicidó por llamar la atención, no se puede prevenir; sepa que todos son falsos. El suicidio siempre es evitable. Siempre hay un rasgo, una señal, algo que nos dice que puede pasar pero: o no sabemos, o no queremos verlo.
Los sobrevivientes del suicidio
No son los que usted se imagina; los que quedaron vivos después de intentarlo, no. Son los que pertenecen al círculo del suicida: Padres, hermanos, amigos, familiares y hasta el que no lo conoció y se entera. Y es que es un duelo traumático, un choque; el más duro de asimilar. Dicen algunos que es más doloroso que la muerte de un hijo. Se generan muchos sentimientos de culpa, pero nadie tiene la culpa porque es el suicida quien decide; de rabia contra el suicida por que no pensó en el dolor que deja, en las personas. Surgen muchas preguntas de qué pasó, por qué.
La primera pregunta cuando llegan a consulta es: ¿Hacia dónde va mi familiar? Creen que están penando, que Dios los va a condenar, que se van para el infierno o, ¿a dónde? Para quienes quedan esto no es cuestión de religión sino de espiritualidad, de buscar ayuda sin vergüenza, afrontarlo en familia, evitar la soledad. Es recuperar y fortalecer el poder de resiliencia para enfrentar su tragedia porque la información queda ahí, crea efectos tan negativos que inclusive el sobreviviente puede pensar en el suicidio como una opción para superar el dolor y termina suicidándose. ¡Qué duro!
¿Y entonces?
El suicidio ha existido siempre. Pero ¿qué es más allá de su etimología? Para algunos es cobardía, para otros valentía, para la iglesia un acto de vergüenza tal como lo ha señalado a través de la historia, para los especialistas es sin duda un desequilibrio emocional (en ese momento la persona no está pensando racionalmente porque no ve otra salida)… Y para cualquier mortal, un triste momento de oscuridad. El ser humano es tan complejo que en algún momento lo ha pensado. Algunos se quedan, otros siguen y se olvidan. ¿No lo cree? Deténgase por un momento…
La OMS estima que para el 2020, en solo siete años, se duplicarán las cifras de suicidios en el mundo, es decir, ya no será un suicidio cada 40 segundos sino cada 20. Por eso creó en 1999 el Día mundial de la prevención del suicidio (10 de septiembre). Por esa fecha (2013) se adelantará en Colombia el I Congreso Internacional de Suicidiología. Y es que en lo corrido de este año, entre enero y abril, en nuestro país se han suicidado 502 compatriotas, de los cuales 67 son niños, niñas y adolescentes, pero hay que prevenir los que puedan venir. “Tan grande es el tabú del suicidio, que algunos ni siquiera se atreverán a pronunciar la palabra”, dice el bogotano Pablo Daniel Acero en su libro Sobrevivir al suicidio.
Para usted que se tomó el tiempo de leer esta columna, la vida es una toma diaria de decisiones de todo tipo. Desde algo tan sencillo como qué ropa se va a poner, hasta algo tan complejo como buscar pagar las deudas o superar una traición. Si cree que está en el lado de los sanos, aprenda sobre el suicidio y ayude a quien usted identifique que lo necesita; no se quede callado. Pero si por el contrario usted está pensando en el suicidio, convénzase de que no es la única salida, que siempre hay una solución; una luz a la que usted se puede aferrar en este momento de oscuridad; pero hay que estar vivo para verla, porque no se va a dar cuenta, si usted ya no está.