¡Suficiente! No se trata de machismo o feminismo, no podemos seguir hablando de la opresión a ningún género, hablamos de principios: respeto, libertad y dignidad.
Sin embargo, es increíble para mí que algún porcentaje reducido de la población femenina tolere los “piropos”. ¿Cómo alguien que no te conoce puede decir algo sobre tu vida, tu forma de vestir o las tallas de tu cuerpo? Y la pregunta más desconcertante sería: ¿cómo eso logra generar sentimientos positivos en una persona?
Las mujeres nos sentimos inseguras en la calle y aunque no lo crean, un piropo genera nervios, ya que viene de una persona que no conocemos y tampoco sabemos de qué es capaz. Además, la mayoría de “piropos” son aberraciones sexuales y explícitas a un alto tono de voz en un lugar público que generan para nosotras una alta carga emocional, miedo, impotencia, vulnerabilidad y sentimientos de inferioridad.
Recordemos la agresión primero moral y luego física en París contra Marie Laguerre, una mujer que tuvo la valentía de decirle a su agresor “¡cierra el hocico!” después de que este dirigiera hacia ella comportamientos irrespetuosos hacia ella —ruidos/comentarios/silbidos/movimientos de lengua sucios de una forma humillante y provocadora— y que además le golpeó la cara al escuchar el reclamo que implícitamente decía ¡no, suficiente!, ¡no quiero tus piropos groseros e incómodos, exijo respeto!
Es hora de que los trogloditas que siguen ejerciendo este tipo de prácticas sean sancionados y señalados. ¿Hasta cuándo vamos a seguir viviendo con el miedo a caminar por la calle? Somos más las mujeres que decimos no al piropo, no a esta falta de respeto, no más a la excusa de que oprimimos la libertad de expresión de los hombres porque su libertad termina donde inicia la del otro. No depende de la ropa que usemos o de cualquier otro factor, se trata del sentimiento de empatía, al entender que somos humilladas y violentadas con estas prácticas, al entender que no necesitamos que alguien desconocido “nos ayude con nuestra autoestima”.
Las mujeres sí queremos a los hombres, nos encanta que nos hagan sentir especiales, pero hombres que conozcamos, que nos profesen amor, respeto, admiración, no el troglodita que busca promulgar sus pensamientos. ¡Suficiente con el piropo, no es de matices, es de respeto!