Estoy cansado del mundo y de Colombia, de su gente y de mi vida. No quiero ahora hablar de política, ni de las redes, ni de los medios, ni de las elecciones. Solo quiero soñar con un mundo que aunque no sea ideal, sea amable. Nos están quitando la alegría; nos están robando las ilusiones; me asesinaron el alma que no tenía.
Cada noche, después de sólo absorber en el día miles de mensajes viciosos, noticias horribles de este maltratado país, ataques despiadados contra este o aquel, y perniciosas historias que solamente pueden suceder en ese universo de la desenfrenada locura, tarde me acuesto pensando que tan sólo mi amiga cama va a calmar mi angustia de vivir en ese fango en que se ha convertido nuestro existir.
Empiezo a recordar aquellos momentos en que me reunía con amigos a cocinar, beber vino, oír música, bailar, leer algún poema y, sobre todo, conversar. Con algunos hablábamos de música, de literatura, de nostálgicas historias de nuestro pasado, de amigos que recordamos con amor aunque se hayan ido, de emociones sentidas, de felices instantes.
Y empiezo entonces en la noche a inventarme sueños que me hagan olvidar lo que el día me contó. Y acompaño mi soñar con melodías que me hacen creer en un mundo mejor. Y así me duermo, convencido de que mis ilusiones tienen posibilidad de ser, que el mundo mejorará, y que podré ser dichoso. Como dice la canción “El Necio”, de Silvio Rodríguez, “Para no hacer de mi ícono pedazos”.
Al despertar, pobre pendejo yo, me doy cuenta de que todos esos sueños eran mis últimas mentiras, mis piadosas falacias inventadas para poder seguir viviendo. La misma canción me lo recuerda cada día…
Me vienen a convidar a arrepentirme
Me vienen a convidar a indefinirme
Me vienen a convidar a tanta mierda
Abandono mis dos musas, la cama y la noche, como un amante insatisfecho, como un prófugo sin destino. El maldito día me espera para mostrarme lo que soy, para reírse de mi banal vida y de mis diálogos insulsos con gente con la que tengo pero no quiero hablar. Todo me produce jartera.
Que a las 7 de la mañana camino al trabajo el banco me recuerde que llevo dos días atrasados en el pago de una obligación; que me llegue un mensaje de un familiar donde muestra a mi candidato como el más corrupto de los criminales; que el patrón me reciba con un panegírico en honor a su candidato al que yo odiaba antes de conocerlo; que en la radio me cuenten cuántos líderes sociales han matado quienes no los mataron; y que al medio día en el noticiero el presidente con convicción afirme que aquí no pasa nada, que el gobierno tiene todo bajo control y que con el ministro están adelantando la más severa de las investigaciones para dar con los responsables del delito que hoy nos tiene en suspenso y que enmascarará el asesinato que ayer nos causó tanto dolor.
El tipo tiene razón, aquí no pasa nada, nada diferente al montón de cosas malas que vienen ocurriendo desde el día en que los españoles nos “conquistaron”.
Al medio día, camino al almuerzo con varios compañeros de trabajo con los que no quería ir, uno de ellos me dice que yo voy a votar por un guerrillero, y que el que vota por ese terrorista es tan malvado y peligroso como él. No quise contestar, sólo se me ocurrió cantar algunas frases de Silvio…
Yo quiero seguir jugando a lo perdido
Yo quiero ser a la zurda más que diestro
Dirán que pasó de moda la locura
Dirán que la gente es mala y no merece
De nuevo en el trabajo el día sigue ensañado conmigo. Pasa a mi lado lentamente, casi quieto. No logro entender por qué me ataca, me ofende, me acosa, me desespera…
Será que la necedad parió conmigo
La necedad de vivir sin tener precio
Y a pie regreso a casa para acumular cansancio y mitigar mi rabia, ese casi odio que me acompaña tantas veces. Veo gente y observo sus expresiones, muchas parecidas a la mía, muchas tratando de disimular sentimientos, otras tratando de mostrar felicidad. Me esfuerzo en no creer en esas máscaras de solapadas apariencias. Morrongos de paso por la vida, pienso.
Mi ansiedad aumenta al acercarme a mi noche y a mi cama, compañeras de mi hogar, mis mejores amigas, mis insuperables amantes. Llego. Ya muerto el día la naciente noche me abraza con ardor. Soy otro, y vuelvo a vivir al acostarme. Una canción y mis mejores pensamientos se unen a la fiesta.
Yo no sé lo que es el destino
Caminando fui lo que fui
Yo me muero como viví