Lo invito al departamento de Sucre, a usted que lee estas líneas. Soy oriundo de una tierra olvidada por el Estado, apuñalada por la corrupción, de naturaleza ganadera, pero con una magia única, de apariencia inmodificable con el pasar del tiempo.
Ubicado en la costa norte de Colombia, hijo del departamento de Bolívar, con un poco más de media década de llevar este nombre y administrativamente compuesto por 26 municipios, incluyendo su capital, Sincelejo, se baña por el mar que bordea el golfo de Morrosquillo.
Una de las cosas que más crítico a nuestra gente, especialmente en nuestra hermosa costa, es que siempre vivimos con la intención de viajar y conocer el mundo, pero no empezamos por nuestro pedazo de tierra, que es también, nuestro pedazo de alma. Ir a la región de los Montes de María es ir a un encuentro con lo más sensible del ser humilde, pero no desde la perspectiva económica, sino desde lo humano, ver un horizonte lleno de alegrías, pasión inmutable, poesía impoluta.
Los municipios de Chalán y Colosó nos brindan historias sin fin transmitidas por tradición oral, acompañadas de hermosas cascadas, con un clima particular al resto de la Sabana, Mojana, golfo o San Jorge, un lugar que indudablemente debemos visitar, más cuando el cambio climático arrecia con vehemencia. Por otro lado, en contraste, los municipios de San Pedro, Buenavista y Sincé brindan el paisaje más hermoso de la Sabana, de tradición campesina con una pujanza permanente, su gente abierta al diálogo, ayudar y, ser amigo, como condición superior. Aquí, los caballos, vacas, pájaros, toda la naturaleza juega con la perfección de lo real, la filosofía fluye sin mayor esfuerzo, inspirarse no cuesta nada, reflexionar en medio de la tranquilidad también brota; es entrar en esa Colombia rural, poética.
El golfo de Morrosquillo se divisa cuando las olas entran y salen de la tierra tolueña, cómo bailando inspiran a cualquier poeta que desee expresar el amor, el Caribe o simplemente la pasividad. Coveñas, uno de los más jóvenes municipios salta a la vista con su sol penetrante, su mar limpio, lleno de colores que pinta el cielo con tonalidades diferentes.
El San Jorge no se queda atrás, la Mojana, mucho menos. No alcanzaría ningún espacio para describir su belleza, pero siento la necesidad de comunicarlo, es casi una obligación moral mostrar a Colombia y el mundo, especialmente el departamento de Sucre, es un orgullo nacer en esta región, también es que ustedes se apropien de nuestra cultura. Es cierto que hemos pasado por circunstancias complejas, la violencia no ha sido ajena en nuestra comunidad, pero lo hermoso de la vida está en maravillarse constantemente, encontré esa respuesta en mi región, en mi país.
Estás líneas escritas en medio de una finca, recibiendo el olor del campo, viendo la naturaleza y la realidad en su condición más profunda hace brotar el sentimiento más precioso de un hombre hacía su patria.