Sí. Sucre sí tiene dueño.
Son los mismos que, en punible ayuntamiento, lo concibieron, gestaron y parieron para que, cual unigénito, los redimiera de todos sus lastres.
Sin prodigarle la más mínima atención como contraprestación por los incuantificables beneficios y venturas percibidos de tan generoso vástago, a cuyo amparo han crecido y reproducido su prole, ganados, vidas y haciendas.
Que “Sucre es tierra de nadie”, es falsa proposición en la cual incurren los analistas ocasionales de su realidad social, política y humana, cuando de asumir los desbordados índices de corrupción, clientelismo, apropiación de las rentas y territorio por “grupos al margen de la ley”, se trat
Sucre, tiene dueños; es territorio que pertenece, desde el momento mismo de su parto, a clanes familiares y políticos claramente identificados como detentadores de su propiedad y usufructo ilimitado en todas los frentes de la institucionalidad, gobiernos locales, agencias y organismos públicos, de control, fiscalización, concesiones viales, de licores, chances y…
Es Sucre, como fuente de acumulación de poder, riqueza y patrimonios personales, cuanto cuidan, defienden, pelean y luchan por mantener, los audaces mercachifles que lo concibieron y parieron como el unigénito que los redimiría, desde entonces y para siempre, de sus lastres y penurias ancestrales.
Por eso lo cuidan hasta el desvelo. Y cuando olfatean riesgos de competencia o desplazamiento por otros depredadores y alimañas de su clase y especie, las más, que puedan interferir con su estabilidad, productividad y dominio, engendran y paren alias descuartizadores, desplazadores y despojadores.
O, ellos mismos, visten y calzan a la usanza de cuanto en verdad son y han sido: “grupos al margen de la ley”. Y de la moral y del decoro y de la dignidad.
Y se autosecuestran y ordenan masacres y reclutan alias para que intimiden, torturen y descuarticen. Y se eligen y reeligen senadores, gobernadores, ministros, viceministros. Ellos o sus tíos o sus sobrinos, cognados y paisanos.
El caso es que Sucre sigue siendo de ellos. A perpetuidad creen ellos, y hasta razón les asiste viendo la indignidad y el desdoro en el que acontecen las gentes y sociedad sucreña en su conjunto; adormecida en la indiferencia reprochable de la servidumbre incondicional a sus verdugo.
¡Qué horror! ¡Qué indignidad!
De Sucre, bien puede decirse que se “erigió” para que sirviera de taifa a la cáfila de belitres que se lo ha apropiado para su explotación, expoliación y sometimiento. Para usurparlo y someterlo al más oprobioso trato y menoscabo.
Próximos a renovar votos de sacrosanta sucreñidad, es decir de dominio y despojo absoluto del territorio, la renta y la institucionalidad, pronto los veremos, a padres, hijos, tíos y sobrinos, en la puja de la corrupción electoral para refrendar su propiedad absoluta, casi divina, sobre Sucre, sus gentes, vidas, haciendas, instituciones y…
A los sucreños, que pena, en olor de servidumbre, indiferencia e indignidad.
¡Qué pena! ¡Qué vergüenza!
Es cierto que “la repetidera” acerca del despojo y apropiación de Sucre por parte de grupos al margen de la ley, pero en el poder, “aburre y esta dicho y redicho”
Pero es una lucecita que se puede convertir en llama; esa repetidera conmueve, y persistir en ella puede convertirla en grito de la sociedad sucreña en su conjunto. En “comités ciudadanos por áreas o frentes para ejercer el verdadero control y no el de mentiras de asamblea, consejos y entidades de control”, me escribe una ciudadana conmovida, harta por lo inane de “tanta quejadera y derechos de petición sin respuestas”.
Sucre, grita esta ciudadana desde su “inclemente conciencia de estudiante de universidad pública”, necesita “un enjambre de abejas africanas que este encima de cuanto hacen sus gobernantes”. Y remata, enardecida por cuanto ve pasar y repetir en Sucre, “basta ya de la podredumbre de Sucre, pero, más basta ya de no hacer nada”.
Poeta
@CristoGarciaTap