Mauricio Leal pasó sus últimos días más triste y preocupado que de costumbre. Aparte de los problemas que tenía que solucionar día a día y de las mil cosas en las que estaba metido, entre negocios y proyectos, buscaba cómo reemplazar a algunos empleados que se le habían ido.
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Dos meses antes de que asesinaran cruelmente al niño genio de la belleza, como le decían al vallecaucano de 47 años, y a su mamá, Marleny Hernández, en su casa en La Calera, Camilo Hincapié, uno de sus mejores empelados, le pasó la carta de renuncia y con él se fueron diez peluqueros más.
El equipo que trabajaba en la peluquería que llevaba su nombre, y que Mauricio Leal puso en la calle 83 con 14, en el corazón de la zona rosa de Bogotá, se le había desbaratado. En el lujoso salón, Camilo era el líder en el tema de tinturas de pelo. Era también uno de los que más buscaban las actrices, reinas, modelos y empresarias que visitaban a diario el edificio de tres pisos conocido por su gran fachada de color negro.
La bendición de Mauricio Leal, quien hizo grande su nombre en Cali como maquillador y estilista personal del jet set vallecaucano, entre las que estaban Carolina Cruz, Andrea Serna y otras más, fue el primer empujón que necesitó Camilo para iniciar lo que hoy es la peluquería Valente, ubicada frente al Parque de la 93, al fondo del edificio Portobelo. Hoy, Camilo recuerda todos los consejos de vida y sobre técnicas de trabajo que Mauricio le dio antes de que saliera de su peluquería.
La idea de independizarse llevaba cocinándola hacía varios meses. La inversión fuerte de capital la pusieron dos arquitectos, padre e hijo que comparten el nombre de Álvaro Mendoza, amigos personales de Camilo, quienes siguen siendo los únicos socios de Valente, lugar que tardó tres meses en estar listo y que fue abierto el 2 de diciembre de 2021, ocho días después del sangriento asesinato de ‘maito’, como le decían sus clientes, empleados y amigos cercanos.
Tras la fatídica muerte del estilista nacido en Cartago y el obligado cierre de la peluquería, sus empleados se quedaron sin trabajo. Camilo recogió a todos los que lo llamaron. En Valente trabajan quienes hacían los oficios generales, peluqueros, y administrativos integrantes del equipo de Leal. La empresa funciona con una planta de 48 empleados. Más de la mitad son de la casa Mauricio Leal. Abrir Valente con aquel equipo fue el mejor homenaje que Camilo pudo hacerle a su mentor y amigo tras la muerte del estilista y la apertura se afanó.
Camilo, un apasionado por pintar largas cabelleras, se volvió estilista por herencia. La primera de la familia en el negocio de corta pelo fue su abuela Marta, quien fue peluquera en los primeros salones de belleza de Bogotá. Su tío Raúl y su papá también fueron peluqueros. A los 14 años, Camilo empezó a trabajar con su tío. Alternaba el colegio con el trabajo en la peluquería los fines de semana. Se encargaba de la registradora, lavaba el pelo de las clientas, barría y trapeaba. Fue así como empezó a interesarse por el oficio de embellecer mujeres.
Luego, en el Ejército, fue el peluquero de sus compañeros soldados cuando tuvo que prestar el servicio militar en Ubalá, Cundinamarca. Colgó el camuflado, volvió a la peluquería de su tío en el barrio J. Vargas. Ahí se formó como buen peluquero antes de llegar a las famosas peluquerías de Javier Murillo y Norberto, quien atendían muchas clientas de la farándula y el jet set criollo, donde aprendió las mejores técnicas de tintura, oficio en el que se convirtió en el mejor. De Norberto pasó al salón de Mauricio Leal, el chico genio que estaba de moda entre las más famosas, quien terminó de pulirlo, además de darle renombre a su trabajo.
Después de un año y medio de haber abierto las puertas, Valente ya tiene peso propio. El negocio va bien. En Valente trabajan de 7 de la mañana a 9 de la noche y las agendas de los estilistas y los tinturadores están llenas a 15 días. Meses después de abierto tuvo que arrendar un segundo piso y junto a los socios están pensando en arrendar otro más. Se están quedando pequeños. Su esposa, contadora pública de profesión, es quien organiza los números, porque a él, como artista de la belleza, ese tema no lo trasnocha.
Camilo no solo recogió a los empleados de Mauricio Leal, también trabajan allí su tío y dos hermanos que se están formando como él lo hizo. También recogió más de la mitad de la clientela de la peluquería Mauricio Leal porque saben que Valente y sus estilistas, con Camilo Hincapié a la cabeza, son la verdadera herencia que el niño genio de la belleza dejó.