Escribe una columna en El Espectador el pomposo periodista Luis Carlos Vélez, hijo de “Dios Antonio Vélez”, como llaman al periodista deportivo más odiado de Colombia por su prepotencia provinciana y por su capacidad destructiva en sus comentarios respecto a los mejores jugadores de fútbol colombiano, que el señor Carlos “Mattos, quien ostenta doble nacionalidad española y colombiana, ahora podría intentar demostrar su arraigo europeo argumentando sus millonarias inversiones en la península ibérica, incluidas su mansión y clínica, pero en realidad nació en Codazzi, Cesar, y estudió en un colegio de Medellín”.
Tratar de quitarle méritos a una persona que se ha destacado en el mundo empresarial y en las páginas del jet set internacional por haber nacido en Codazzi, Cesar, y estudiado en un colegio de Medellín, es peregrino. No hay cuña que más apriete que la del mismo palo, dice el adagio popular que aplica en este caso, en el que con cierto aire principesco se intenta desacreditar a un colombiano que se ha destacado.
Los orígenes quizás no muy aristocráticos de Mattos no desdicen de su condición humana, ni sus logros tanto a nivel económico como en la escala social, pésele a quien le pese. Son tan legítimos como el origen de Carlos Antonio Vélez y su zaga. Un hombre que nació en las emisoras de Manizales y Pereira, casi arrastrando cables a figuras como Armando Moncada Campuzano, Gabriel Muñoz López o Jaime Tobón de la Roche. Orígenes que no puede ignorar, al igual que el hecho que como muchos periodistas deportivos tuvo su momento de auge económico cuando trabajó en el Grupo Radial Colombiano, la famosa emisora del Cartel de Cali, en la que los periodistas se acostumbraron a recibir frondosas primas de triunfo cuando le iba bien al América de Cali, donadas por los señores Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela.
Una cosa es que la abogada del señor Mattos haya metido la pata tratando de subestimar un posible delito y otra que merezca un trato discriminatorio por haber nacido en Codazzi y estudiado en Medellín. No se pase de calidad, doctor Luis Carlos, que la alcurnia no se nota tratando de descalificar a los que a su juicio no tienen abolengo. “Dime de qué te jactas y te diré qué te hace falta”.