Colombia es un país que vive de estereotipos. Es un país donde ser garantista es sinónimo de mamerto —o guerrillero—, ser conservador es sinónimo de "paraco", ser decente es sinónimo de "aburrido", ser honrado es sinónimo de "imbécil", ser tramposo es sinónimo de "vivo", etc. Pues bien, Rodolfo Hernández Suárez, mandatario de Bucaramanga, llegó a la alcaldía con el estereotipo de "luchador contra la corrupción" que dejó la alcaldía antecesora de Lucho "serrucho" Bohórquez, con el contubernio del Partido Liberal y su caterva de concejales impresentables y vividores del erario público, quienes se repartían entre sí las instituciones públicas y a punta de contratos favorecían a sus amigos y amigas, amantes y colaboradores. Personalmente trabajé con un abogado que recibió un contrato por cuatro millones de pesos mensuales por un año, cuya única función era responder tres derechos de petición al mes.
Sin embargo, ese contexto fue perfecto para Rodolfo Hernández, quien prácticamente llegó a la alcaldía gracias a la campaña de corrupción, clientelismo y escándalo que dejó a su paso el Partido Liberal y sus secuaces. Con un gran apoyo popular, que lo vio como el adalid de la transparencia, llegó a ser el alcalde más popular del país. Pero con el pasar de los meses, su imagen se fue diluyendo al punto que yo, una de las personas que más le creyó y defendió, digo con total franqueza que me aburrí de su discurso demagogo y, en últimas, vacío.
Lo primero que hay que decir es que la mayoría de propuestas que hizo en campaña las incumplió; prometió un hospital para los animales y ya dijo que "no hay plata para eso"; prometió conjurar el problema del espacio público y hoy en día está peor que nunca, ya que caminar por las calles del centro de Bucaramanga es un caos; hace más de dos años que la ciudad tiene problemas de malos olores y aún no se han tomado decisiones, ni administrativas ni de facto, tendientes a conjurar dicho problema. En el norte de Bucaramanga prometió un programa de vivienda y lo incumplió bajo la misma excusa de "no hay plata" , lo que demuestra que, al igual que Duque, habló una cosa en campaña, pero apenas se acomodó en el puesto se dio cuenta que "de lo dicho al hecho hay mucho trecho", que una cosa es ver los toros desde la barrera y otra es torearlos y que es muy fácil prometer, pero lo que diferencia a un político serio de un demagogo es en el cumplimiento de sus propuestas.
Mi último animo de apoyo hacia Rodolfo Hernández murió cuando conocí el caso de doña Jazmín Mogollón, quien me buscó con el objeto de interponer una querella policiva contra un vecino inescrupuloso que junto a su casa se encontraba construyendo una obra sin tener siquiera permiso para ello, y además de no tener el visto bueno de curaduría urbana, de manera grosera había apoyado su construcción en el muro de su hogar, poniendo en peligro no solo la integridad de su vivienda, sino también la integridad de ella y su familia. La querella la presenté el 27 de agosto de 2018 y esta es la fecha, 28 de noviembre de 2018, que la Secretaría del Interior de Bucaramanga ni siquiera ha abocado conocimiento de la querella policiva. Mientras tanto, Rodolfo Hernández aparece en redes sociales, haciendo Facebook Live, hablando de todo —y a la vez de nada— y repitiendo su discurso que ya está trasnochado "es que la corrupción esto, es que la corrupción lo otro”... ¿y si en vez de estar hablando de vaguedades, se dedica a revisar la gestión de las entidades que tiene a su cargo?
"El ejemplo es la mejor manera de educar" dice el refrán y si el alcalde de veras estuviese interesado en luchar contra la politiquería, que tanto dice despreciar, debería empezar a hacer gestión y mostrar que es diferente, no solo en el discurso, sino también en los hechos. Mucho hay por hacer en una ciudad que hace rato dejó de ser la "ciudad bonita"; emisiones de dióxido de carbono —literalmente— por los aires, crisis de movilidad, crisis de espacio público, crisis de manejo de residuos, inseguridad y demás problemáticas que reflejan una crisis de gobernabilidad increíble.
Lo peor de todo es que tampoco se ayuda mucho y, en vez de ser un político sensato y racional, ha declarado guerra abierta al Concejo de Bucaramanga —cuya mayoría de escaños pertenecen al inefable partido liberal—, que ha frenado y dilatado los pocos proyectos que ha presentado el alcalde para su aprobación. Y es que el alcalde tiene una personalidad fuerte, lo ha demostrado en innumerables ocasiones. Hace poco fue viral un video donde insulta a un ciudadano, llamándolo "lavaperros del Partido Liberal”, lo cual le valió el inicio de un proceso disciplinario por ello; y su última "locura" fue agredir no solo con insultos sino con manotazos a un concejal del Polo Democrático. El video, que se ha vuelto viral, muestra cómo le grita "hijueputa mentiroso" y le conecta una cachetada. Claramente, un despropósito y un pésimo ejemplo, no solo para los menores sino para el público en general, porque si un político, un funcionario público, no es capaz de mantener la compostura en un debate con una persona que no piensa igual que él, ¿qué le podemos pedir a la gente del común?
Alcalde, me aburrí de usted. Le creí su discurso anticorrupción, antipolitiquería , anticlientelismo, pero pensé que usted haría algo más que hablar mal de dichos fenómenos. Debería hacer algo más que hablar en Facebook Live. Comience por exigirles a sus subordinados que cumplan con las funciones que tienen, para que le transmitan a la comunidad un mensaje más poderoso que simples palabras que se llevan el viento. Y por favor, comience ya, porque mientras usted se desborda en palabras —vacías— contra la ineptitud , hablando de "lógica, ética y estética", doña Jazmín sigue esperando que su secretaría del interior , por lo menos visite el lugar de la construcción ilegal, para que por lo menos revisen si lo que denuncia ella es cierto. No le zanje el camino a los sinverguenzas del Partido Liberal y que la gente los extrañe pero, sobre todo, deje de vivir de estereotipos y haga lo que dice que quiere ser: diferente.