En una nota anterior había denunciado cómo Ecopetrol esta jugando el macabro juego del calamar en el municipio de Puerto Boyacá aprovechándose de la necesidad de una comunidad que sufre desempleo y pobreza por culpa de la corrupción y el despilfarro histórico que ha desangrado las regalías que le han llegado por la explotación petrolera.
Pero en esta ocasión me voy a centrar en uno de los participantes de este juego, la gloriosa Unión Sindical Obrera. El más poderoso sindicato del país, cuyo presidente, el señor Edwin Palma, por cierto, es asiduo colaborador de este portal y actualmente aspira como candidato al Congreso de la República.
Como si hubieran copiado el guion de la serie coreana, los dirigentes de la USO idearon una estrategia premeditada desde el año pasado con el fin de catapultar políticamente a su presidente en las próximas elecciones usando para su beneficio al personal que hoy va a perder su empleo. Para quienes han visto la serie parece aquel capítulo donde Sang-Woo, quien había sido un exitoso ejecutivo que se vino abajo por malos manejos de su empresa, traiciona al noble inmigrante Pakistaní que tanto lo había ayudado haciéndole creer que jugaban en equipo.
La historia es la siguiente:
La USO, a pesar de ser el más grande sindicato de la industria petrolera, en los campos que van a pasar a Ecopetrol casi no tiene presencia. La mayoría de trabajadores pertenece a otro sindicato llamado ADECO. Por esta razón, a finales del año pasado, la USO comenzó a convocar a los otros sindicatos -entre ellos ADECO- para que supuestamente trabajen en equipo en pro de que Ecopetrol contrate a todo el personal que en ese entonces era empleado de la empresa que va a dejar los campos petroleros (Mansarovar).
Sin que nadie se lo pidiera, lideró asambleas generales de trabajadores prometiéndoles que su objetivo era que ellos pasarían a Ecopetrol sin perder la antigüedad y los beneficios con que actualmente cuentan. Los trabajadores, entendiendo la fuerza política que tiene la USO, les creyeron y alimentaron sus esperanzas de no quedar en la calle a partir de este 4 de noviembre cuando los campos pasaran a manos de Ecopetrol.
Después vino la segunda parte de la estrategia, el 19 de mayo, aprovechando la coyuntura del paro nacional, la USO organizó un bloqueo en todos los campos y logró paralizar la operación de la petrolera a tal punto que sus directivos se vieron en la necesidad de negociar con la USO y ceder a sus pretensiones que beneficiaban a las comunidades del entorno. Este triunfo fue cobrado por la USO, pero nunca dijeron que no habría sido posible de ninguna forma sin el apoyo de los trabajadores de la petrolera, que sin pertenecer a la USO, los apoyaron de manera irrestricta suspendiendo sus labores, esperanzados en que la USO era su aliado y mantendría su palabra de defender sus puestos de trabajo.
El último capítulo transcurre en estos días, la gloriosa Unión Sindical Obrera; organiza mitines, arenga en público y promete el cielo y la tierra. Se levanta como la heroína que va a luchar contra el poderoso Ecopetrol, y promete a los habitantes de Puerto Boyacá miles de puestos directos con Ecopetrol.
Se le olvidó que el año pasado esos mismos puestos que está prometiendo ahora ya se los había comprometido a los trabajadores que hoy están a punto de quedar desempleados.
Los viejos trabajadores Mansarovar (la petrolera que deja los campos) ya no le sirven ni a Ecopetrol ni a la USO. Perplejos no caen en cuenta de la trampa que les tendieron, solo les queda el tiro de gracia que próximamente les van a dar, igual que al pobre Abdul Ali.
Cuando la USO ya no necesite los votos de los puerto boyacenses serán olvidados de la misma manera que dejaron a su suerte a los trabajadores actuales de la petrolera.
Qué esperanzas puede haber en una renovación del Congreso, cuando los que vienen tienen los mismos vicios politiqueros de quienes pretenden reemplazar.