Soy una mujer pública pero no porque ejerza el “oficio más antiguo del mundo”, sino porque me gradué en la Universidad del Valle y allí mismo fui profesora por once años. Antes había estado en una universidad privada en Bogotá. Hice mi maestría en la Universidad de Sao Paulo, también pública, y he sido docente de cátedra en varias privadas, así que conozco muy bien el mundo universitario público y privado.
Por esta condición, el miércoles me emocionó ver las marchas estudiantiles en todo el país, una movilización masiva y prácticamente sin ningún exceso. La gente marchó, coreó consignas, se manifestó contra el gobierno, no solo este, que apenas empieza, sino contra todos los anteriores que gota a gota han ido drenando el presupuesto para la educación pública. Claro la gota que rebozó la copa fue el proyecto de presupuesto nacional, en el que se aumenta la partida para la guerra y se disminuye porcentualmente la de educación.
El gobierno Santos fue terco en su respuesta a los reclamos pues creyó que con el programa Ser Pilo Paga, atendía estas necesidades, cuando lo único que logró fue trasladar la mayor partida de esa torta a universidades privadas que recibieron felices las matrículas de esos pilos. En buena hora, y todo hay que reconocerlo, el gobierno Duque se planteó de entrada desmontar este programa que generó beneficios para unos pocos privilegiados.
En buena hora, el gobierno Duque se planteó de entrada desmontar el programa
de los pilos que generó beneficios para unos pocos privilegiados
Este mismo gobierno, ahora frente a la avalancha de indignación, anunció un día antes de las marchas que aumentaría en 500 000 millones la asignación para las universidades públicas. Sin embargo, eso no le hace ni cosquillas al déficit presupuestal. Por lo menos a mi no me cuadran las cifras, si se está reclamando un incremento de por lo menos tres billones de pesos para tapar el hueco actual, ¿cómo se pueden resignar con la sexta parte de esto? Una migaja que no aplacará los ánimos, ni el ya decretado paro estudiantil.
Tampoco ayudó en nada el manejo que le dio el condecorado Ernesto Macías a las intervenciones de los representantes estudiantiles en el Congreso. “Treinta segundos más niña”, no es mejor que la oferta de “quinientos mil millones más, niños”. En eso se equivoca el gobierno, esos niños y niñas, son estudiantes que han entendido su papel y van a defender la educación pública, sin que eso signifique despreciar la privada.
“Treinta segundos más niña”,
no es mejor que la oferta “quinientos mil millones más, niños”
Hay dos ya trajinados debates relacionados con esto de la educación. El primero que creo ya se perdió es el de si este oficio de educar puede ser un negocio para propietarios de centros educativos. Digo que se perdió porque ya lo es, no solo a nivel superior, sino desde la más tierna infancia, proliferan establecimientos que amparados en la figura de “Fundaciones o corporaciones” pertenecen a particulares que se enriquecen sin mayor control.
Lo único que se podría decir es que si es un negocio la educación privada, mucho más lo es la pública, porque educar a una sociedad es la mejor inversión que se puede hacer para su desarrollo. La diferencia es que con la pública nos enriquecemos todos, mientras en la privada lo hacen unos pocos.
El segundo asunto es cuál debe ser el destino de los recursos del presupuesto, si subsidiar la demanda, como sería el caso de “Ser pilo…” o subsidiar la oferta, como sería lo que exigen las marchas para pedir que lleguen recursos a las universidades públicas. Como bien lo reconoció la actual ministra de Educación, que sí sabe del tema, el subsidio a la demanda fue totalmente ineficiente. Los que recibieron el beneficio de estudiar por cuenta del estado fueron una ínfima minoría y sin embargo esos recursos eran fundamentales para muchas universidades del estado.
Recordemos que a Santos también lo inauguraron con marchas contra el estatuto estudiantil que intentó imponer. Ese bregan languideció de la mano de ministras poco enteradas del asunto educativo. Ahora con María Victoria Angulo que ya tiene clara la película sobre cual lado debe ser subsidiado, esperamos que se avance en esto de la financiación y que las marchas no languidezcan hasta lograrlo. ¡Que vivan los estudiantes!¡Que viva la educación pública!
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