A nivel económico, político, científico y social, el asunto más importante sobre el cual deberíamos enfocar toda nuestra atención y acciones prioritariamente es asegurar, dado que está en grave riesgo, nada menos que la supervivencia y bienestar de toda la población humana: la sostenibilidad ambiental.
Estamos provocando daños irreversibles y catastróficos para los ecosistemas, los recursos que nos proveen y por tanto para nuestro propio futuro común. Esto ha sucedido por una combinación de circunstancias históricas y sociales. En particular en el último siglo, en la denominada "Gran aceleración" se adoptaron modelos económicos que han impuesto como metas deseables el crecimiento de consumo y poblacional, buscando maximizar las ganancias de las empresas que venden dichos productos o servicios a corto plazo con la extracción insostenible de recursos, sumado al muy bajo nivel de educación científica, ambiental y ético de la mayoría de la población que no les permiten alcanzar un nivel de lectura ni de razonamiento crítico.
Lo mencionado anteriormente ha resultado en decisiones electorales, de modo de vida, reproductivas y personales alejadas de la evidencia y de los hechos, que resultan en acciones egoístas, violentas o basadas en falsedades. Lo anterior ha empeorado la desigualdad y la inequidad a nivel mundial y a la vez, la degradación ambiental, como se ha documentado en múltiples investigaciones independientes. Sin embargo, hay condiciones con progresos innegables de la condición humana en los últimos 100 años, como la declaración universal de los derechos humanos, en un periodo donde también se han logrado los mayores avances en los desarrollos científicos, médicos y de telecomunicaciones.
Todo esto ha permitido bajar los índices de mortalidad infantil, mejorar la expectativa de vida mundial, aumentar la alfabetización, reducir el número de muertes violentas por número de habitantes, tener cada vez un menor porcentaje de personas en pobreza o desnutrición extrema y cada vez una menor cantidad de población humana bajo gobiernos dictatoriales o autocráticos. Esto ha ocurrido simultáneamente en esta época de alta degradación ambiental.
No son visiones contrapuestas, dado que todos estos avances que son de desarrollos científicos y sociales llevados a la práctica con decisiones y acciones políticas son alcanzables sin ocasionar graves daños ambientales. La industrialización y la forma de producción y consumo de bienes y alimentos, así como la creciente población de humanos, aunado al tipo de transporte, energía, agricultura y ganadería asociada que se ha implementado masivamente, han ocasionado cambios tan drásticos que incluso a nivel geológico se acepta recientemente en consenso internacional de expertos que estamos en una nueva época geológica llamada antropoceno.
Esta época está caracterizada por varias actividades y efectos como aumento de extracción, modificación y combustión de hidrocarburos, aumento en niveles atmosféricos de gases de efecto invernadero, aumento de temperatura global, de cambios climáticos extremos, con concentraciones excesivas de compuestos que aumentan los compuestos biocidas naturales y sintéticos en cuerpos de agua, en la tierra y en el aire, acompañado de extinciones masivas de especies animales y vegetales, aumento de la resistencia a los antibióticos de patógenos, degradación de la capa de ozono, acidificación oceánica y aumentos de zonas sin oxígeno en cuerpos de agua, mortalidades masivas, entre muchas otras consecuencias.
Si bien es innegable que los avances científicos han permitido una mejora de expectativa de vida y de acceso a información, no hemos tenido las mismas revoluciones a nivel político, educativo y social en las decisiones más urgentes en sostenibilidad. Un panorama catastrófico e infortunadamente cierto. Nature, una de las revistas científicas multidisciplinarias más reconocidas y prestigiosas donde desde 1869 se han publicado varios de los artículos originales que dieron lugar a varios premios Nobel, dedica su columna editorial de esta semana de finales de junio de 2019 a notar la importancia de una 'Declaración de consenso', publicada en una de sus revistas Nature Reviews Microbiology, en la cual 33 reconocidos microbiólogos en diferentes áreas de investigación y de diversas partes del mundo explican las razones por las cuales la apropiación y consideración generalizada del conocimiento, investigación y desarrollos en microbiología ambiental son esenciales para poder lograr una adaptación y restauración de varias de las condiciones más perjudiciales a las que nos enfrentamos como humanidad en el antropoceno.
Como se explica en esta publicación: "los microorganismos contribuyen en gran medida a la retención de carbono, en particular el fitoplancton marino, que fija tanto dióxido de carbono (CO2, gas de efecto invernadero) como las plantas terrestres. Por esta razón, los cambios ambientales que afectan a la fotosíntesis microbiana marina y el subsiguiente almacenamiento de carbono fijo en aguas profundas son de gran importancia para el ciclo global del carbono. Los microorganismos también contribuyen sustancialmente a las emisiones de gases de efecto invernadero a través de la respiración heterótrofa (CO2), la metanogénesis (CH4) y la desnitrificación (N2O)". "La actividad humana altera la relación entre la absorción de carbono y la liberación producirá retroalimentación positiva y acelerará el ritmo del cambio climático. Por el contrario, los microorganismos también ofrecen importantes oportunidades para remediar los problemas causados por el hombre mediante la mejora de los resultados agrícolas, la producción de biocombustibles y la remediación de la contaminación". Por tanto, hacen un llamado para varias siguientes acciones, entre ellas:
- Mayor reconocimiento de que todos los organismos multicelulares, incluidos los humanos, dependen de los microorganismos para su salud y funcionamiento; la vida microbiana es el sistema de apoyo de la biosfera.
- La inclusión de microorganismos en la investigación principal sobre el cambio climático, en particular la investigación sobre los flujos de carbono y nitrógeno.
- El desarrollo de tecnologías microbianas innovadoras para minimizar y mitigar los impactos del cambio climático, reducir la contaminación y eliminar la dependencia de los combustibles fósiles.
- La introducción de la enseñanza de los aspectos personales, sociales, ambientales y de sostenibilidad de la microbiología en los planes de estudio de las escuelas, con la subsiguiente ampliación de la educación en microbiología en los niveles terciarios, a fin de lograr un público más educado y científicos y mano de obra debidamente capacitados.
- Consideración explícita de los microorganismos para la elaboración de políticas y decisiones de gestión.
- El reconocimiento de que todos los procesos clave de la biosfera dependen de los microorganismos y se ven muy afectados por el comportamiento humano, lo que hace necesaria la integración de la microbiología en la gestión y el avance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
Varios de estos conceptos ya han sido publicados en revistas especializadas e incluso han presentado ideas muy precisas, ingeniosas y creativas sobre cómo en concreto el entendimiento y uso de microorganismos está absolutamente ligado a nuestra existencia, influye nuestros comportamientos, actividades, salud, sostenibilidad ambiental, impactos y futuro y cómo las comunidades de microorganismos, también conocidos como microbiomas, son claves en el antropoceno. Incluso en las propuestas de una importante autoridad a nivel mundial en el tema de microbiología ambiental y biología sintética, como Víctor de Lorenzo, se explica cómo, usando las funciones conocidas, por descubrir o por diseñar de los microorganismos, podemos pensar seriamente en rescatar las tendencias desfavorables a escala planetaria.
Realizar estas acciones de aplicación microbiológica a escala global para poder restaurar o remediar muchas de las peores consecuencias de las acciones industriales y cotidianas con las cuales los humanos hemos venido degradando el planeta es una prioridad. Y en eso tenemos que ser irreverentes, revolucionarios, arriesgados e innovadores. Necesitaremos mucho apoyo financiero, social y político, para que en conjunto de las mentes más preparadas y creativas de nuestra generación y las venideras, se desarrollen éstas tecnologías que puedan ser aplicadas a las escalas, con las velocidades y contenciones necesarias. Obviamente, aparte de detener las fuentes de daño ambiental y reemplazarlas por actividades rentables que tengan necesidad y cabida en una economía con sostenibilidad. Se piensa siempre en el miedo que ocasiona lo desconocido, en la dificultad de aceptación a los cambios. Esto puede suceder con las nuevas terapias de transformación terrestre con microbiomas producto de nuestra comprensión de la diversidad biológica y de la biología sintética. Pero lo que debe darnos miedo con toda certeza es seguir en la inacción de que todo siga degradándose de la misma manera mientras las acciones perjudiciales continúan.
Como colofón a este importante llamado de interés mundial, desde hace mucho tiempo, tanto escritores de ciencia ficción, libretistas de cine, astrobiólogos, físicos, astrónomos, así como en planes gubernamentales de algunos países y más recientemente de empresas privadas, se ha pensado y propuesto la idea de que si este planeta resulta invivible por sobrepoblación y explotación de recursos, una opción es la de proyectar la expansión de los humanos a Marte o a otros lugares que puedan ser o tornarse habitables. La idea es que las condiciones Marte puedan ser modificadas con el uso de organismos, principalmente microorganismos, que realizando sus procesos biológicos puedan cambiar la atmósfera. A este proceso se le ha llamado Terraforming.
En mi opinión, la idea de que un grupo reducido de humanos colonice otro planeta para asegurar la supervivencia humana, si es teniendo solamente la justificación de dejar atrás un mundo con ecosistemas destruidos y una sobrepoblación de miles de millones de humanos... es cruel, necia, desconsiderada y estúpida. Hay por supuesto, otras muchas consideraciones a favor, propuestas por mentes extraordinarias y que tienen otras razones. Pero no dejan de lado la importancia de reaccionar como humanidad al problema ambiental actual. El concepto de Terraforming es por otra parte, de gran valor. ¡Terraforming para la Tierra misma! Esto de hecho ya sucedió naturalmente.
Si se ha pensado y pretendido hacer una transformación mediada biológicamente de otro planeta, la mejor justificación lógica y benigna es emprender y utilizar todos nuestras mejores mentes, conocimientos, aprendizajes, desarrollos y recursos a que eso ocurra en el mundo que hemos venido destruyendo. Y requerirá múltiples conocimientos y disciplinas matemáticas, de física, de química, de ingeniería, de digitalización, de inteligencia artificial, de ecología, pero como se explica en este llamado urgente, será mediado por las funciones de microorganismos, que han existido y seguirán existiendo estemos o no sobre la faz de la tierra, y debemos empezar por un proceso que acabe el analfabetismo funcional, ambiental y promueva la empatía. Quizás el llamado se resume a pensar como los microorganismos pueden servir para entender y arreglar lo que hemos dañado. Y para eso necesitaremos, quizás lo primero necesario, aquella frase que le compartió un amigo a mi papá ambientalista: "Antes de reforestar los bosques: ¡Reforestemos el corazón!".
