De los municipios del Área Metropolitana de Barranquilla, Malambo es el que más ha crecido en los últimos años, barrios surgidos en las décadas de los 80 y 90, algunos de ellos densamente poblados como: Bellavista con más de 14.000 habitantes, El Concorde con más de 11.000 y El Carmen con casi 8.000, según fuente de la misma alcaldía municipal; otros hace pocos constituidos como Lluvia de Oro o Ciudadela Real del Caribe, más conocido como los bloques.
En este municipio se han venido presentando hechos que han alterado la convivencia y seguridad. Hay barrios que constantemente sufren el flagelo de los atracos, otros las extorsiones; esto sumado a los problemas de ausencia de políticas públicas en cuanto a la calidad de servicios públicos, transporte, medio ambiente, entre otros.
En las últimas dos administraciones se ha replicado la política de parques de Barranquilla, sin embargo, el solo cemento no ha sido suficiente para generar espacios sanos, esto debido a que la población joven y adolescente es la más expuesta y, lamentablemente, la más activa en los hechos de violencia que aquejan a la comunidad.
Los asesinatos y crímenes dentro del municipio, o por fuera de él, donde están involucrados jóvenes residentes de Malambo, confirman la exposición y el riesgo al cual está sometida esta población del municipio. Desde la Alcaldía de Malambo debe generarse una ruta integral con tal de buscar soluciones inmediatas y a largo plazo a esta situación, ya que, Malambo es una olla de presión social que puede estallar para peor.
Lo primero por hacer es que el alcalde Rumenigge Monsalve reconozca la presencia de bandas criminales en el municipio, esto con el objetivo de que la fuerza policiva y la inteligencia militar puedan actuar debidamente contra estas estructuras. Caer en el estilo del alcalde de Barranquilla que niega a estos actores sería un grave error.
No obstante, hace meses, debido a una ola de atracos y extorsiones, el caricaturesco burgomaestre municipal había hecho una populista propuesta de armar a los comerciantes, por lo que de hecho sí sabe del poder de acción de las bandas, es más, hace días se llevó un susto pensando que una balacera era un atentado contra él.
Pero además del pie de fuerza es necesario “quitarle el agua al pez”, esto es generar espacios, condiciones, garantías para que la juventud de Malambo deje de ver en las bandas criminales una opción de vida. Con educación, deporte, salud, cultura, arte, recreación y generación de empleo digno, es probable sacar del atolladero a una generación que no se puede condenar a hacer parte de un trágico espiral de la violencia.