La Universidad de Cartagena –UdeC– es una más de las legendarias Instituciones de Educación Públicas Superiores que luchan por conservar el carácter público, que es el único que les permite impartir una educación incluyente para toda la población, contrario a la educación privada, cuyo acceso está solo permitido a quienes tienen los recursos económicos suficientes para pagar.
El modelo neoliberal les impuso a las universidades públicas una serie de “competencias” que las obliga a la privatización de sus servicios, aumentando el costo de los semestres a los estudiantes y acudientes.
Según su página oficial, la UdeC, como institución de naturaleza pública, ha sido el espacio de formación de los jóvenes del Caribe colombiano desde el siglo XIX; su historia e importancia se expresa desde los albores de la independencia y del sueño de los libertadores…, que visionaron la educación como el medio ideal para la formación de las nuevas generaciones.
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En este contexto, se crean las universidades públicas, entre ellas la Universidad del Magdalena e Istmo (Decreto 06 de octubre de 1827), que abre sus puertas el 11 de noviembre de 1828 en el claustro del Convento de San Agustín de Cartagena.
Su primer nombre revelaba su cobertura: el Magdalena, que comprendía todo el Caribe colombiano y el Istmo, que hacía referencia a Panamá. Con el tiempo, recibió varios nombres hasta quedar como Universidad de Cartagena”.
La historia demuestra que la visión de los Héroes Libertadores fue la de un país con acceso a la educación para todos los colombianos e incluso más allá de su territorio.
Hoy los neoliberales borraron la cátedra de Historia de los pénsum escolares con el propósito de quitarle a las nuevas generaciones el sentido de la pertenencia nacional, pero además el legado de esos Héroes, quienes tuvieron claro que el Estado es el único con capacidad económica de sufragar una educación para todos, esto es de cobertura universal, gratuita para que todos puedan acceder, altamente científica con la utilización de los desarrollos de tecnología e innovación, pero además, al servicio de la Nación, con acceso a fuentes de trabajo bien remuneradas. Solo así se desarrolla un país.
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Hoy las universidades públicas pasan por graves afugias económicas, producto de la baja destinación de presupuesto público, lo cual ha llevado a elevar los costos de inscripción y matrículas en todos sus servicios, una especie de privatización disimulada, dejando millones de estudiantes por fuera de la universidad.
En el caso de la UdeC, el tema es más agobiante por una deuda de $200 mil millones que Ecopetrol le está cobrando como resultado de una sentencia del Consejo de Estado.
El ensayo “La UDC en el filo de la navaja”, de su exalumno Randolf Herrera, puso el grito de alerta este 26 de marzo: “El aumento de ingresos por servicios refleja una tendencia hacia la privatización. Los escenarios hipotéticos revelan desafíos financieros y sociales significativos. La falta de apoyo estatal agrava la situación. En 2025, la universidad enfrentaría una carga financiera insostenible, afectando el acceso a la educación y la calidad de vida de las familias… Según ECOPETROL, la deuda, incluyendo los intereses, sería de alrededor de $200.000 millones. Esto representaría el 69,91 % de los ingresos corrientes, que para el 2022 ascendieron a $286.071 millones”.
O sea, la UdeC entraría a liquidación. ¡La educación pública no es una consigna, es un derecho inalienable de la población!
Comunicador Social - Periodista
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