En tanto la autoridad a quien compete no lo ha hecho, ni intentado en cincuenta años de vida administrativa y política del Departamento de Sucre, el ordenamiento del territorio de Sucre, nuestra geografía y espacio de vida y devenir humano, social económico y cultural, es una tarea inmediata que, no por corresponderle a aquella en sus respectivos niveles, debemos y tenemos que asumir los sucreños sin dilación alguna ni excusas irracionales.
A nuestro departamento, de cuyo destino somos responsables ya casi tres generaciones de sucreños, le debemos con creces un resarcimiento histórico que va más allá de los desgastados perdones de moda y las reparaciones de papel que se lleva el viento de la mala memoria y la mezquindad de quien debe cumplirlas.
Por tanto, la compensación debida no puede ni debe tasarse en esa falseada moneda, ni va a provenir de quienes por más de medio siglo, en su condición de clanes familiares y políticos constituidos para tan proditorio fin, han detentado poder, dominio y propiedad sobre el territorio, cooptado la administración y la renta pública, subordinando al suyo particular el interés colectivo.
Con esos fenicios de la política,
está demostrado que Sucre no alcanzará nunca el estadio mínimo
que su mayoría de edad le imponía del desarrollo social, del crecimiento económico
Con esos fenicios de la política, está demostrado que Sucre no alcanzará nunca el estadio mínimo que su mayoría de edad le imponía, casi por ley natural, del desarrollo social, del crecimiento económico, de la inclusión y proyección territorial que su privilegiada geografía le depara.
Eso, los sucreños, no es lo de ellos, nunca lo han sido más allá de la relación de servidumbre electoral, jamás para servirlos colectivamente en sus derechos sociales y económicos; en su desarrollo e inclusión integral en los procesos de mejoramiento y sostenibilidad de su calidad de vida, de participación ciudadana, y de cuanto pudiere devenir en proporcionarles autonomía e independencia de esa vergonzante relación de sometimiento y servidumbre, y de las precariedades socioeconómicas de ella derivadas.
Igual que en Sincelejo, su capital, en la del Golfo de Morrosquillo, y en todas y cada una de las cinco subregiones del Departamento de Sucre, la planificación territorial si es apenas un concepto conocido de oídas y para nada la herramienta de planificación que posibilita al espacio en el que vive integralmente un conglomerado humano determinado, urbano o rural, su desarrollo integral sostenible; las dinámicas del progreso y el desarrollo incluyente del territorio en los niveles local y regional; la consolidación de su identidad y particularidades culturales y ambientales.
La recuperación del Golfo de Morrosquillo, en la parte que corresponde a Sucre, Córdoba deberá hacer lo mismo en la suya, comienza por la construcción del Plan Territorial de Ordenamiento y Desarrollo, o Plan de Ordenamiento Departamental, POD, que debe empezar, lo reitero, por el Golfo de Morrosquillo, sito en el Mar Caribe, costa norte, Región Caribe de Colombia, dadas las graves condiciones de desequilibrio geomorfológico creciente, el detrimento ambiental irreversible, el uso indiscriminado e irregular del suelo, la erosión incontenible y la contaminación con plásticos y tóxicos, que amenaza con convertir en isla este potencial incalculable de recursos de diverso origen que es el Golfo de Morrosquillo.
Entre tanto, y mientras construimos el POD de Sucre, el alcalde de Tolú, Tulio Patrón, y su homólogo de Coveñas, conjuntamente con la Capitanía del Puerto, Comisión Oceanográfica, Ministerio de Ambiente, CarSucre, CarDique, las comunidades nativas afectadas y organizaciones defensoras del ecosistema y la biodiversidad del Golfo de Morrosquillo, deben emprender con carácter de emergencia las tareas que coadyuven a contener la catástrofe que se cierne sobre este intasable recurso natural que nos pertenece y beneficia a todos, sucreños y colombianos.
Poeta
@CristoGarciaTapia
