No son pocas las víctimas que a diario vivimos el viacrucis de los biopolímeros; y digo viacrucis porque es un proceso largo que implica paciencia, aceptación y resiliencia. Muchas somos engañadas y con la promesa de aplicar vitamina C, músculo estriado, ácido hialurónico, o colágeno, terminan inyectando silicona líquida, que a corto o largo plazo genera lesiones irreversibles en tejidos, órganos y en varias ocasiones en sistemas.
Cada víctima es una historia y aunque muchas, en su mayoría, pueden presentar cambios de coloración en la piel, picadas, adormecimiento de piernas, dolores, infecciones, necrosis en la piel, caída del cabello, depresión u otras más complicadas como el síndrome de Asia, hay otras como yo, que somos asintomáticas y nos mantenemos ignorantes en el tema hasta que algo o alguien prende las alarmas.
Y el viacrucis empieza cuando debes hacerte una resonancia magnética con supresión de silicona o secuencia STIR para verificar que en efecto hay sustancias extrañas en el cuerpo, y que como es posprocedimiento estético no lo cubre ni la EPS, ni la prepagada; debes hacerlo por particular, y aquí entonces también empieza el bolsillo a padecer. El costo de la resonancia puede llegar hasta los $700.000, dependiendo del laboratorio. En Idime [1] me costó $350.000.
Y me cuestiono si el tema de los polímeros debe ser un tema de salud pública o es, como lo quieren hacer ver las mayorías, un drama banal que debe ser juzgado por el grado de vanidad de la persona que asumió el riesgo.
En el año 2017, el 6 de agosto María instauró un derecho de petición en contra de la EPS [2] Sanitas considerando que se vulneraron sus derechos a la vida, a la salud, a la igualdad y al trabajo exigiendo consulta por un especialista cirujano reconstructivo, y posteriormente la cirugía reconstructiva de retiro de biopolímeros; sin embargo, el 26 de agosto, la E.P.S. Sanitas dio respuesta negativa, dado que su reclamación correspondía a una complicación derivada de un procedimiento estético.
Ella impugnó y presentó una acción de tutela el mismo año. De esta tutela, la Corte Constitucional, en la Sentencia T-579 de septiembre de 2017, determinó que, cuando una cirugía estética presenta efectos secundarios o complicaciones que afecten gravemente a la salud, la EPS sí debe cubrir los gastos médicos de una segunda intervención quirúrgica. Así María pudo acceder a su cirugía.
Lo anterior es un buen antecedente. Sin embargo, no pasa en la práctica y el proceso puede llegar a ser bastante demorado, tedioso, lleno de trámites y papeleos, quizás con el objetivo de que desistamos, empeorando cada día la calidad de vida de la persona.
Volviendo a mi historia, me realicé la resonancia y cuando tuve los resultados fui a donde el cirujano plástico reconstructivo Iván Santos, reconocido por ser experto en extracción de polímeros, y por operar a Jessica Cediel y Lina Tejeiro; valor de la consulta: $200.000
Una vez él dio el diagnóstico, la primera recomendación fue: “no vengas al año, puedes estar peor”. Muchas veces los polímeros, dependiendo del tiempo de aplicación, pueden migrar a la zona lumbar, a la vagina, al ano o a las piernas, lo que significa que para su extracción se deban realizar más de dos cirugías.
Mi aplicación me la realicé hace 8 años, sin saberlo por supuesto, pero afortunadamente los malditos se encontraban ahí, quieticos en los glúteos, y apenas empezaban a migrar a la zona lumbar. Conclusión, una sola cirugía bastaría para poder lograr realizar la mayor extracción de ellos.
Para muchas es difícil aceptar la técnica abierta: una escisión en forma de mariposa que tendrás en tu cuerpo por los siglos de los siglos, pero que será invisible al vestido de baño y solo visible para aquel que merezca que te quites la ropa. Así que optan por otras opciones como la técnica cerrada, lo que quiere decir que el procedimiento se hace con láser y te deja cicatrices mínimas.
Entonces, retomando, tuve mi cirugía el pasado 25 de septiembre, sin complicaciones y ni un solo morado. A los 10 días ya pude sentarme, y eso es un logro significativo si hacemos una comparación con el proceso de Jessica Cediel o en su defecto Yina Calderón.
Afortunadamente, pude correr con los costos de la cirugía. Ahora tengo (o no tengo) un trasero de más de 15 millones de pesos. Pero volvamos al tema inicial, ¿no deben ser los polímeros un tema de salud pública? Mi respuesta es sí. En todo mi proceso, que ha sido un poco más de 3 meses, he hablado con más de un centenar de mujeres que fueron engañadas (no exagero) y que por su situación económica no pueden costear su cirugía, y deben estar viviendo el día a día con dolores, calambres y riesgo de necrosis porque alguien obró mal. ¿Quién?, ¿el que pecó por omisión o el que pecó por presunto abuso de confianza y buena fe?
Y no hay ni la más remota posibilidad de un apoyo por parte de la EPS, porque en efecto ellos son prestadores de servicios de acuerdo a unos lineamientos del Minsalud, y Minsalud o sabe que la problemática existe pero no quiere meterse en ese asunto de cuatro varas, o simplemente las estéticas, los spa, las esteticistas y los cirujanos no andan tan regulados como uno supone que debiese ser.
Mi consejo, desconfíen siempre, tengan mucha paciencia y aceptación. No es un proceso fácil, pero tampoco imposible. Físicamente lo sacas adelante y emocionalmente al principio es difícil, porque literal necesitas a una persona 24/7 que te bañe, te vista, te pare, te sienta y te ayude con tus necesidades fisiológicas (que para mí fue lo más difícil de todo). A los 30 años, mi mamá y mi enfermera limpiándome el poco trasero que me quedaba.
Siempre busquen a los mejores. Mi experiencia, como lo mencioné anteriormente, fue con Iván Santos, un profesional excelente y un ser humano cálido que desde la primera consulta da tranquilidad. Habrá otros, pero cada quien cuenta la historia desde su experiencia, y esta fue la mía.
[1] Idime S.A.: Servicio de Apoyo Diagnóstico en Colombia.
[2] E.P.S.: Entidad Prestadora de Salud.