Aproximadamente el 80 % del consumo de energía en el ámbito mundial aún proviene de energías fósiles. Sin embargo, desde 2011 todas las inversiones en el sector de producción de electricidad han sido utilizadas en la producción de electricidad a partir de fuentes alternativas. Fuentes de energía, que son una tendencia global indiscutible, puesto que la capacidad instalada viene creciendo al ritmo del 29 % anual. Pero todavía están lejos de ser un sustituto adecuado de las energías producidas por combustibles fósiles.
Transición energética que será compleja y seguirá estando marcada por una creciente volatilidad, en la que los países con reservas de carbón, gas natural y producción de petróleo crudo, siempre tendrán una ventaja frente a los demás. Por esa razón es importante que los debates internos sobre política pública, aterricen la hoja de ruta que seguirá el país para seguir incentivando el desarrollo de energías alternativas. Pero que lo haga reconociendo que en términos proporcionales somos uno de los que menos contribuye a las emisiones globales de carbono, puesto que la mayoría de las emisiones que Colombia produce provienen de la deforestación y de la ganadería.
Siendo aún apremiante la necesidad de contar con recursos petroleros, dado que tiene una importancia vital para el desempeño de la economía del mundo altamente industrializado en el que vivimos. Por esa razón recibe el nombre de “Oro Negro”, al poder ser transformado y convertido en una gran variedad de productos con múltiples usos en la industria, la agricultura, el transporte, el hogar y en el sector energético. Dividiéndose actualmente los países en dos categorías: los que su economía tambalea por cuenta de la escasez de combustibles fósiles, y los que pueden respirar más o menos tranquilos porque tienen una razonable autosuficiencia energética.
Combustibles fósiles contaminantes tanto en el proceso de obtención de la energía como en su consumo final, que emiten a la atmósfera ingentes cantidades de CO2 durante la combustión, provocando serios daños al medioambiente y amenazando el futuro de la vida en la Tierra. Estimando los expertos que se extinguirán aproximadamente dentro de unos 200 años, aunque es difícil estimar la fecha real de su total agotamiento. Teoría en la cual numerosos científicos coinciden en la idea de que tanto el descubrimiento de nuevos yacimientos de hidrocarburos, como su extracción, obedecen a una tendencia que muestra la teoría del Pico de Hubert (o de tasa de agotamiento a largo plazo de los combustibles fósiles).
A diferencia de las energías alternativas renovables, que son fuentes naturales diversas como el viento o el sol, productoras de energía limpias e inagotables y que no producen residuos. Fuentes respetuosas con el medio ambiente y muy competitivas, dada su abundancia y potencial de aprovechamiento en cualquier punto del planeta, garantizando costos que evolucionan a la baja de forma sostenida mientras más se utilicen.
Energías renovables, con una tendencia general opuesta a la volatilidad coyuntural de los costos de los combustibles fósiles, tal como lo reflejan las estadísticas anuales de la Agencia Internacional de Energía (AIE). Registros y proyecciones en los que la participación de las energías renovables en el suministro eléctrico global, pasará del 30 % en 2021 al 44 % en 2040, proporcionando en el período analizado 2/3 del incremento de la demanda eléctrica mundial (principalmente a través de las tecnologías eólica y fotovoltaica).
Siendo evidente que la amenaza del calentamiento global está más viva que nunca, a medida que el cambio climático alimenta más fenómenos meteorológicos extremos y que las catástrofes medioambientales amenazan la vida silvestre y la salud humana. Tal como lo acaba de recordar un informe del Grupo de Expertos del Comité Intergubernamental sobre Cambio Climático, qué pasó inadvertido en medio de los bombarderos rusos a Ucrania. Mundo que debe acelerar la transición del uso de energías fósiles a energías limpias, si es que quiere sobrevivir como especie.
Propósito de conciencia climática al que Colombia se debe sumar, teniendo muy presente que aún quedan obstáculos por superar, antes de que se pueda realizar la transición completa a las energías renovables. Estableciendo derroteros claros para cumplir los compromisos adquiridos internacionalmente, sin tener que pensar en la absurda posibilidad de dejar de explorar, cambiando la lógica del mercado y diciéndole no al petróleo. Un producto que representa el 40 % de lo que Colombia le vende al mundo, que aporta un promedio del 3,5 % al PIB nacional (de 10,6 % en 2021 S/Dane) y del cual depende más del 37 % de la actividad económica de 20 departamentos del país.