Actuando, como humanidad, cual inanes testigos del deterioro de nuestro planeta, ya muy próximos a entrar en un caos global, según los vaticinios de los integrantes del Panel Intergubernamental de expertos ambientales de las Naciones Unidas, IPCC por sus siglas en inglés, quienes llevan, desde hace un buen tiempo, insistiendo en este terrible asunto, sin que por ello posean visos de ser financiados por movimientos comunistas internacionales ni tampoco de estar patrocinados por el foro de Sao Paulo o algo similar, advirtiéndonos insistentemente que ya estamos a puertas, mencionan unos veinte años luz de tiempo terrenal, de ingresar, después de ellos, en unos ciclos descontrolados por conflictos permanentes de todo tipo, entre los cuales indican graves consecuencias ecológicas, atmosféricas, económicas, sociales, biológicas y ambientales; y que aun así, prefiramos mantener cierto grado de absurda y torpe tranquilidad ante un panorama tan peligroso y caótico, en cuanto que con esos conflictos se van a terminar de derrumbar y cocinar las esperanzas de todos, pero especialmente de las próximas generaciones, lo cual simplemente es una actitud de locos, o para decirlo de otra manera, de seres con muy poco sentido común.
Estando ante esta absurda realidad, mantenida por la irracionalidad de aquellos que siguen amasando poderes políticos y fortunas personales sobre catástrofes generales y generacionales, sin que siquiera esas probabilidades, y fatales predicciones, los impulse y motive a animarse y a cuestionarse las decisiones que toman, ni las actividades que promocionan con publicidad constante, peor aún, las continúen patrocinando, buscando sin descanso multiplicar y aumentar unas ganancias que perderán en cuanto aquellas circunstancias que se anuncian se hagan realidad.
¿Qué puede impulsar a personas que se creen y se califican de inteligentes a no querer cambiar sus posiciones, a pesar de saber que entre los afectados estarán sus propios hijos y nietos, quienes no tendrán las oportunidades, de las que ellos ahora gozan con las fortunas que hoy abrazan y acumulan con tanto esmero?
¿Acaso puede la ansiedad de riqueza personal, con el egoísmo, el individualismo y la avaricia como norte, castrar la capacidad intelectual para realizar análisis, a quienes a riesgo de abandonar a su suerte a los seres que dicen amar, y por quienes supuestamente toman hoy estas decisiones, desarrollando unos esfuerzos, hasta cierto punto suicidas, a pesar que tras las consecuencias anunciadas perderán?
Recientemente participamos en un diplomado de estudios sobre pensamiento crítico, realizado por una organización de carácter civil, denominada Centro de Pensamiento Libre, donde quedó en evidencia que la manipulación de los medios masivos de desinformación, como ahora se les llama a los grandes medios de comunicación, se realiza a través de unas campañas agresivas de confusión y dudas, con las que vienen recogiendo los frutos de un sometimiento social, y con las que llevan tiempo conduciendo a las sociedades a volverse indiferentes y acríticas sobre unas realidades que aunque parecen inverosímiles para muchos, se están haciendo realidad ante nuestros propios ojos.
Por eso les invito a ingresar a este enlace para que descarguen un libro que es gratuito y que se titula Emergencias del siglo XXI: Pensamiento crítico y transformación social, lo lean y saquen sus conclusiones, las que también brotaron entre los participantes, luego de analizar los esfuerzos que realizan las corporaciones financieras e industriales monolíticamente, a través de apoderarse y cooptar los gobiernos y sus instituciones, como un empeño particular, que ya algunos denominan corporatocracia, sobre un mundo que perdió el rumbo de la equidad, y la justicia social, como los principales y fundamentales objetivos de una especie, llamada y elegida por las leyes naturales y universales, a liderar la transformación de la vida en general, sobre un planeta único y especial, para bien, pero que viene optando, por acción o por omisión, actuar conscientemente para consolidar el mal.