Colombia es un país tan convulsionado por hechos negativos y algunos positivos, que los ciudadanos de este país nos hemos acostumbrado a mirarnos solamente nuestro ombligo. La disculpa es que queda poco tiempo para asimilar los hechos mundiales porque la realidad nacional nos absorbe. Eso es verdad, pero tienen razón los que regresan a nuestro país y se quejan del tipo de debates que se tienen en nuestra sociedad. Les cuesta trabajo entender cómo pueden gastársele tantas energías a las peleas del senador Uribe, a los berrinches del procurador y las respuestas del presidente Santos. El análisis de los eventos mundiales se limita con demasiada frecuencia a aquellos temas que nos tocan directamente. En síntesis, para muchos que nos ven con distancia, estamos lejos de ser ciudadanos del mundo. Y esto es muy serio.
Esta es una reflexión importante porque lo que sí es una realidad es que vivimos en un mundo global y somos parte de él –querámoslo o no–, y lo que sucede en el resto del Universo, nos afecta para bien o para mal. No se trata solamente de ir por el mundo firmando tratados de libre comercio con todos los países que así lo quieran, sino entender ese resto del mundo, y sobre todo, expresar solidaridad cuando se requiera, sin diferencias, si es que queremos reciprocidad. Sin embargo, estamos actuando con frecuencia de manera tan egoísta que nos impide comprender el contexto mundial en el cual nos movemos.
Un buen ejemplo de esta visión tan incompleta que tenemos del mundo actual, es la falta de solidaridad con la atrocidad cometida en Kenia contra unos indefensos estudiantes de una Universidad, responsabilidad del grupo de Al Shabab. Poco se ha dicho en Colombia sobre esa masacre que sigue teniendo repercusiones, cuando el caso de Francia, donde asesinaron a los mejores caricaturistas de ese país, sí recibió toda nuestra atención. Pero como África está lejos y tenemos menos relaciones, esa dolorosa situación poco interés recibió de parte nuestra.
Pero, ¿somos o no somos solidarios con el resto del mundo?, es el tema actual. Resulta, para quienes no lo saben, que anoche una explosión de un transformador en la universidad de Nairobi, fue interpretada por sus estudiantes como otro ataque de Al Shabab lo que produjo una estampida que hasta ahora ha dejado un muerto y 100 heridos, muchos de ellos muy graves. Como afirma El País de Madrid, el rector de esta Universidad cree que el número de estudiantes fallecidos aumentará significativamente porque hay una gran cantidad de heridos en estado crítico. Se lanzaron hasta de un piso sexto estos estudiantes, porque creyeron que eran las próximas víctimas de este grupo terrorista. Es fundamental que expresemos nuestro acompañamiento en esta tragedia que afecta a la juventud de un país con el que Colombia guarda ciertas similitudes. Además, con Kenia tenemos relaciones diplomáticas hace mucho tiempo.
En un mundo global no se puede ser selectivo con la solidaridad ya que eso demuestra nuestra poca capacidad de entender la realidad de hoy. Nadie está a salvo de situaciones que se dan en otras latitudes, porque las comunicaciones también sirven para mal. Ojalá nunca tengamos que vivir una situación como la que está atravesando Kenia, pero por ahora demostremos que sí nos importa lo que les sucede porque somos parte de esta sociedad global.
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