Colombia es un país im-competente, no porque no exista la capacidad, ni el talento, ni la motivación o la creatividad. Se ha demostrado que el colombiano es capaz de muchas cosas, pero la creatividad se utiliza generalmente para fines poco benéficos, pero de que la hay, la hay.
El problema ya bien conocido de la capacidad auto-destructiva del colombiano está llevando a este pedazo de tierra donde nos tocó vivir a un bache social, financiero, productivo, tecnológico e incluso ecológico, del cual no podremos salir jamás. Menos cuando al colombiano se le distrae fácilmente con temas tan vacíos como el fútbol, la farándula o las noticias de cómo todos los días se mata la gente por una camiseta de un determinado color, por un celular, o porque la esposa no le calentó la comida al marido y este en un profundo lapsus de locura aniquila a su esposa de la forma más inhumana posible, o porque Uribe dijo esto y Santos dijo lo otro, es decir, con cualquier cosa. Es muy bien sabido que la capacidad de autocrítica está tan erosionada que ya se aceptan como leyes de la física las teorías creacionistas-fundamentalistas de pastores cristianos cuyo talento es la "labia", que caracterizaba a los malos estudiantes en el colegio, pero que hacían reír hasta el más amargo profesor de química (sin necesidad de generalizar, esto es a título personal).
Colombia se hace im-competente solita con cosas como el querer desaparecer el ferrocarril, instrumento de desarrollo en los países que ya llegaron a esa etapa, o convirtiendo calles de 4 carriles que de por sí ya eran congestionadas en callejuelas de 2 carriles para que en los otros 2 transiten aparatos que se consideran un estorbo en ciudades que ya se deshicieron de estos buses articulados (o por lo menos los hacen circular en las vías como cualquier otro vehículo sin necesidad de tarimas para abordarlos). También, dejando pueblos cuya producción supera con creces a ciudades centrales que reciben todo lo producido por estas comunidades y devolviendo migajas que con toda el hambre del mundo son devoradas por politiqueros de turno, y en ultimas, y a mi parecer más trascendental, la nula capacidad competitiva de nuestros productos afuera del país.
Como un ciudadano que hace parte de la cadena productiva, darme cuenta que mandar a hacer un producto de las mismas características a las que se hacen en mi lugar de trabajo pero a una distancia de 11000 kilómetros, cubriendo los gastos de transporte, aduanas, etcétera, sale tan rentable que casi hay una ganancia de un 20%, quiere decir que hay un grave problema, hay un taco, una obstrucción, un muro que nos separa del desarrollo. Lo más grave es que ese muro no está afuera, está en los límites de este territorio, un límite que no hemos creado, pero nos dejamos imponer. Es cierto que en otros países producir cosas puede salir más barato, porque la mano de obra en algunos casos es prácticamente esclava, pero el porqué se nos hace difícil competir contra otros en igualdad de condiciones es un signo de que nuestra clase dirigente, sea de derecha, de izquierda, de centro de donde sea, no está interesada en ver progresar esta tierra, los que están arriba desprecian a los de abajo, les tienen miedo por las capacidades del pueblo, no confían en nadie que no esa de su "estirpe".
Por eso el título de este escrito, por que en este país es imposible competir, no porque no se pueda, es porque no nos dejan.
Se vienen elecciones, y cada resultado de encuesta demuestra que hay muchos burros que todavía están detrás de la zanahoria, ya cuando salgan los resultados, la vara con que sostienen esta zanahoria se va a hacer más larga.