George y Nikol le contaron al mundo cómo se puede llegar lejos y mantenerse con disciplina y pasión por su trabajo. En el 2014, durante el Mundial de Futbol, pusieron a bailar a James Rodríguez, y este, a su vez, a todo un país con el ritmo del 'ras tas tas'. Por eso, fueron invitados a Nueva York por la Fundación Alvaralice como ejemplo e inspiración de quienes han logrado reconocimiento por su talento.
Una vez más dejaron en alto el nombre de su barrio y el de todos los vecinos de su comuna 21 de Cali. Junto con ellos viajaron Carolina y Miguel, quienes nunca imaginaron que su primer viaje en avión los llevaría tan lejos. Ellos dos hacen parte de la Agencia Somos Pacífico, un proyecto dedicado al “booking”, gestión y producción de los artistas que hacen parte de los procesos de Somos Pacífico, ubicado en el barrio de Potrero Grande del Distrito de Aguablanca en Cali.
Dice la presidente de la Fundación Alvaralice, María Eugenia Garcés, que estos dos bailarines de salsa fueron seleccionados como un premio a su trabajo, su disciplina, pero especialmente para inspirar al resto de sus compañeros a seguir trabajando para llegar lejos. Pero la verdad es que el viaje de estos artistas tenía una intención muy puntual: la de invitar y motivar a la comunidad de colombianos residentes en Nueva York York a vincularse al Club Amigos Somos Pacífico, una iniciativa para apoyar la sostenibilidad de los programas ofrecidos. Los aportes de los ‘amigos’ permiten que más de mil niños y Jóvenes de Potrero grande anualmente amplíen sus conocimientos y formación en actividades artísticas, tecnológicas y de generación de ingresos.
Un ejemplo de ello es la historia de Carolina y Miguel. Su mundo no volverá a ser el mismo, especialmente el de Carolina que encontró entre los aplausos del público colombiano en New York, el de sus tíos y primos caleños que habiendo formado parte de los fundadores del Distrito de Aguablanca se fueron a buscar mejor suerte al país del norte. Hoy son miembros del Club de Amigos de Somos Pacíficos. Uno de los tíos de la familia Valencia dice con los ojos inundados de la emoción, que nunca imaginó aplaudir a uno de sus familiares en un escenario newyorkino. “Si esto es posible, hay que ayudar a que más se sumen a esta causa, pues miren los resultados!", sostuvo mientras abrazaba a su sobrina.
Fueron dos días de aplausos y muchas emociones, además de conocer un pedazo de la gran manzana.
Mientras termino este artículo en el avión, seguramente muy cerca de este cielo cuatro jóvenes van rumbo a su Cali y contarle a los suyos que fueron protagonistas del lanzamiento global de un programa que busca acercar a través de la solidaridad a compatriotas que por diferentes circunstancias se fueron de su país, pero que lo siguen llevando en su corazón.
“Esta es la mejor forma de construir paz, apoyando causas como esta” dice una colombiana, radicada en Queens, que no dudó en garantizar un aporte de $5 dólares mensuales para que un día la violencia urbana deje de existir en las calles de nuestro país".
