¿Proponer reducir el Congreso es una buena idea? Con todo el respeto que merecen los lectores, personalmente la considero una muy mala idea... una pésima. La sola propuesta demuestra la incultura política que conlleva a hacer tan errados planeamientos que sin proponérselo van en contravía de nuestros propios intereses y deseos. Además, lo más insano de todo es que va en contra de lo que se quiere lograr, que es mejorar el legislativo.
Si se quiere tener un buen Congreso la solución no es su reducción, porque el problema es cualitativo no cuantitativo. Poner en práctica lo anterior es reducir el pluralismo democrático. Si vivimos en una supuesta "democracia participativa y representativa", restringirla y reducirla va en contra de ese precepto, puesto que reduce los espacios de participación. La composición numérica del Congreso no es gratuita, su degradación institucional, moral y ética es innegable, pero eso es ajeno a su número.
Pretender su reducción es como pegarse un tiro en un pie, es el pueblo perder representatividad democrática, con respecto a la población y el territorio que elige y se dice representar. Eso sería dejar que unos pocos legislen en representación de 51 millones de colombianos.
¡Caminamos al error como los ríos van hacia el mar!
Cómo será el tamaño del error que inmediatamente, después de presentar la propuesta, sectores de la hirsuta ultraderecha se manifiestan de acuerdo con el adefesio, les cae como anillo al dedo y lo apoyan sin ambages, ni restricciones, argumentando falsamente que lo anterior ayuda a disminuir y combatir la corrupción.
Como todo sofisma, la equivocada idea les suena bien a muchos y la aplauden sin medir las consecuencias. Que un reducido grupo de privilegiados sean los encargados de legislar es un viejo anhelo dictatorial, puesto que encontrarían menos obstáculos para sacar avante sus intereses, tendrán menos debates y menos oposición a su corruptela y su connatural avaricia. En ese orden, la corrupción sería mayor y menos controlada.
Hubo una consulta anticorrupción fallida
La consulta anticorrupción realizada el 26 de agosto de 2018 contenía todos los anhelos que hoy se añoran. El primer punto consistía en bajeles el sueldo a los congresistas y demás funcionarios del estado (eso sí hay que reducir), el segundo punto trataba de cárcel para los corruptos, el quinto punto nos decía: los congresistas deben rendir cuentas de su asistencia votación y gestión, el sexto punto: hacer públicos sus ingresos y propiedades, el séptimo punto trataba que los congresistas no deben atornillarse eternamente en la curul y pedía máximo tres periodos en corporaciones públicas. El punto 3 y 4 no los menciono, porque son ajenos a este tema
La consulta no se votó masivamente, no alcanzó el umbral exigido por el censo electoral y como siempre "faltaron los cinco pa'l peso": por 500.000 votos dejó de convertirse en ley de la república. La propaganda por parte de los interesados en que las cosas no cambien y con base a los reiterados engaños, muchos les comieron cuento a la recalcitrante derecha, al periodismo ventrílocuo y la consulta no alcanzó el Umbral. ¿De qué nos quejamos ahora?
En Colombia, el Congreso se compone de 108 senadores, que son elegidos por circunscripción nacional, y 172 representantes a la Cámara; estos son elegidos por circunscripción regional, total el Congreso lo componen 280 congresistas. Su número tiene una lógica territorial y la curul representa un número determinado de habitantes. Los habitantes son directamente proporcionales al número de legisladores. Los que simpatizan con esta propuesta, piden ingenuamente, que un departamento como el Valle de Cauca tenga un solo senador por 4.6 millones de habitantes que tiene el departamento y que eventualmente puede ser (por ejemplo) un Cristian Garcés, elegido con todos los millones del mundo y él solito pase a legislar a nombre de todos nosotros, los que habitamos el Valle del Cauca. ¡Absurdo!
Algo así sucedería con la pretendida reducción del Congreso. Ser congresista debería ser un servicio gratuito si se quiere. Con esta utópica pero idónea lógica se entraría a seleccionar a los mejores hombres y mujeres, dispuestos a prestar su nombre, haciendo el sacrificio de un alto en el camino, a sus múltiples ocupaciones y destinarles ese tiempo, por un periodo al servicio de la comunidad desde el Congreso de la República. En esencia, debería ser así, no un nicho de poder, un modus vivendi, eternizarse y enriquecerse a costa de ello y acumular poder. Gustavo Bolívar dona su sueldo, tiene mi voto.
¡Voy con el pacto histórico!
Por eso apoyó su renovación no su reducción esa oportunidad se puede lograr dentro del Pacto Histórico, pero existe un gran inconveniente por sortear: en Colombia se cumple el ritual de ir a las urnas, pero los resultados no son respetados a cabalidad. Existen factores exógenos que atentan contra los resultados, uno de ellos es la tradicional compra de votos.
Soy un convencido de que en Colombia no existe democracia. Y no existe democracia por los niveles de desigualdad y pobreza. Una pobreza del 42,5% es algo escandaloso. La igualdad es el principio básico de cualquier democracia, al no existir igualdad, que en nuestro país está expresada en las diferencias abismales que existen entre clases y una sociedad absurdamente dividida en estratos, por ley transitiva, no existe democracia.
Pero no nos enredemos, asumamos falsamente que vivimos en democracia y vamos con el Pacto Histórico a cambiar esas viejas costumbres.