La Colombia de la que alguno de ustedes va a ser presidente el próximo año es una Colombia fracturada, dividida en dos por la forma en que tuvieron lugar los acuerdos de La Habana, los errores de un gobierno que daba por hecho la aprobación de un plebiscito sin mayor pedagogía y la desinformación generada por una oposición malintencionada. Una Colombia sin legitimidad en sus instituciones y una ciudadanía sin confianza en lo público.
El panorama es desolador, pero estamos de acuerdo en que es esa misma sensación la que debe armarnos de valor para organizarnos desde arriba con líderes como ustedes llamados a cambiar la imagen que tenemos de los políticos, y desde las bases, con los ciudadanos indignados, transformando esa indignación en acciones, en el entendido de que la política tiene relación con todo lo que hacemos y simplemente indignarnos no registra utilidad.
Ahora, con una derecha unida por propósitos macabros, y manipulada por dos ex presidentes que se jactan de saber cómo alcanzar la paz pero que no supieron hacerlo en sus respectivos gobiernos, que prefieren seguir en guerra sólo para decir que Santos fracasó, personajes reticentes a desprenderse del poder y entregar la batuta a colombianos con otra visión y con otros apellidos, que se arropan bajo la misma cobija de los valores cristianos cuando se trata de ganarse el voto del colombiano que va a misa o a culto, pero le hacen la venia al diablo si toca engañar al electorado, echar mano de la corrupción para mantenerse en el poder y hacer pactos indebidos por debajo de la mesa; con esta derecha de malos modales, es un imperativo que no desfallezcan en su propósito de llegar juntos a gobernar con decencia este país.
Su unión constituye la esperanza para quienes a pesar de las circunstancias aún creemos en los esfuerzos colectivos para mejorar lo público, para quienes le apostamos a la decencia cuando quiere imponerse la cizaña, para quienes lo correcto es más importante que lo que suena bien.
Claudia, profe Sergio y Robledo, los tres deben ser conscientes de que muchos nos llenamos de optimismo cuando decidieron hacer pública su voluntad de ir juntos por la presidencia, ese día nos pidieron a los ciudadanos que los respaldáramos y hoy somos los ciudadanos los que les exigimos no faltar a su compromiso.
Fueron ustedes mismos quienes en la declaración de principios de la coalición afirmaron: “La Indignación creciente y generalizada por el círculo de clientelismo, corrupción e impunidad, que ha hundido a las instituciones colombianas en una profunda crisis de legitimidad, hace necesaria y urgente esta coalición que rompe con las formas tradicionales de hacer política y la polarización de la sociedad, y propone una alternativa independiente con soluciones a los problemas económicos, ambientales y sociales del país”.
Las cosas no han cambiado señores, la mayoría de colombianos seguimos indignados por lo que la clase política ha hecho de nuestra sociedad, así que sigue siendo necesario y urgente que su coalición siga en pie y más allá de eso, se consolide, y esté abierta a convocar a otras vertientes y a más ciudadanos.
A ustedes tres no solo los une una muy oportuna agenda programática pensada para superar la profunda crisis del Estado colombiano y la marginalidad económica y social de gran parte de la población, un programa de gobierno que garantiza la vigencia del Estado Social de Derecho de la constitución del 91, la defensa y promoción de los derechos humanos y el respeto a la propiedad privada, una agenda que pone la educación, la ciencia y la tecnología como eje de la transformación social del país, comprometida con la protección del ambiente y la superación de la inequidad social, y el fomento y el desarrollo de las empresas para fortalecer la economía colombiana. Un programa de gobierno para un país que emprendió el camino de la paz.
A ustedes los une también un sentimiento colectivo decidido a cambiar las prácticas de gobierno en Colombia, que quiere devolverle la ética a la gestión pública, y con la voluntad irrestricta de acabar con el círculo de clientelismo corrupción e impunidad que nos agobia, los une su cercanía con el ciudadano y la capacidad para interpretar su indignación y convertirla en acciones positivas, y no en catalizador de nuevas rencillas.
Es entonces el momento de pedirles respetados y queridos mosqueteros que pronto nos den buenas noticias sobre el futuro de Coalición Colombia, para que quienes tenemos la esperanza puesta en soluciones distintas a las que proponen las extremas recalcitrantes, tengamos la tranquilidad de que su proyecto enriquecido desde las diferencias, se consolidará como la fuerza que reúna a los colombianos y nos devuelva la esperanza.
Ustedes saben que solo será posible transformar Colombia si se mantienen unidos y por ende nos mantenemos unidos quienes los respaldamos.
No está demás decirles que esperamos que luego del triunfo en el 2018, la unión y la fuerza perduren y llegue con el mismo ímpetu a los territorios para que la transformación de Colombia tenga lugar desde las bases.