Hace varios años me encontré con una amiga que rondaba por su octavo mes de embarazo.
Ese día me dijo que tenía cita a la peluquería y que se iba hacer las uñas. Conversamos un par de minutos. Le pregunté cuáles eran las fechas tentativas para el nacimiento de su bebé. Estaba emocionada. Era su primer embarazo.
Me sorprendí cuando me contestó que estaba previsto para el día siguiente. Me dio la hora y los minutos precisos en los que recibiría a su bebé por que le iban a practicar una cesárea.
Poco sabía yo entonces de los pormenores de un parto. De cesáreas, sabía que eran procedimientos que solo se hacían cuando se presentaban urgencias o complicaciones en el alumbramiento, o si se esperaban múltiples, o si existía riesgo de muerte para la madre o el bebé a la hora de nacer naturalmente.
Mucho después, cuando decidí ser mamá, supe que algunas mujeres piden las cesáreas. Eso les permite controlar la fecha del parto y hacer, por ejemplo, lo que hizo mi amiga para evitar el despeluque en su primera foto como madre.
Más adelante me enteré que los médicos también las usan para ordenar sus citas y evitar que les toque salir corriendo a horas inusitadas, cambiar sus vacaciones o tener que coordinar con otros colegas y compartir las ganancias del trabajo.
Todo muy triste.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), a pesar que el porcentaje de cesáreas no debería pasar del 10 o 15 por ciento, en América Latina alcanza casi un 40 por ciento. Es decir, de 10 nacimientos 4 son por cesárea. La mayoría de estos casos corresponden a nacimientos completamente normales que no necesitaban por ninguna razón el procedimiento quirúrgico.
Lo peor es que no son menores los efectos que acarrean estas decisiones.
Los bebés que nacen por cesárea
tienen más chances de desarrollar alergias
y tener problemas respiratorios
Se ha dicho que los bebés que nacen por cesárea tienen más chances de desarrollar alergias y tener problemas respiratorios. Por el estrés al que se ven expuestos con esta forma de nacimiento, pueden sufrir alteraciones en su ADN, lo que debilita su sistema inmunológico haciéndolos propensos a otras enfermedades como la leucemia o la diabetes.
Los efectos para las mamás van desde la disminución de la lactancia hasta la reducción de la flora intestinal pasando por mala cicatrización interna, sangrado e infecciones colaterales.
Pero parece no importar. Más peso tienen las fotos perfectas de madre primeriza, el control del tiempo y la satisfacción económica del médico.
El poder que genera el control arrasa con lo más natural, hasta del nacimiento de un bebé.
Lo dicho. Solo nos falta controlar la muerte.
@Silviadan
