Solo imagine

Solo imagine

Por: Nelson Cárdenas
diciembre 08, 2013
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.

Imagínese que ud. está dormido. Es cerca de la 1 de la mañana. Se acostó relativamente tarde porque su jornada de hoy fue agotadora, como lo han sido desde hace algún tiempo sus jornadas. Los niños duermen desde las 9 y todo está en orden. De repente oye un barullo. Parece que alguien grita por la calle de su conjunto. Acostumbrado a no meterse en lo que no le corresponde, no hace caso de los gritos e intenta seguir durmiendo, cuando de repente suena un disparo, luego un grito, y justo en seguida, llaman a la puerta de su casa, no con un timbre, sino con los puños. Tocan como queriendo tumbar la puerta. Ud se despierta sobresaltado, también su mujer los hijos se asoman desde su cuarto asustados, preguntando qué pasa. Los golpes en la puerta arrecian , y ahora van acompañados de palabrotas amenazantes. Ud se acerca a la puerta, los golpes de repente paran, y antes de que ud pueda abrir, hay el estruendo de un disparo, que hace volar la cerradura y la puerta se abre. Ud no atina a moverse, pero se planta frente a los hombres que tiene enfrente, mientras su mujer, instintivamente, corre a proteger a sus hijos que gritan. Sin rebajar los insultos, los hombres, que huelen a alcohol y pólvora, con la mirada de un rojo encendido, entran a su casa, lo tiran al suelo con un golpe de culata de fusil, lo obligan a mirar al piso, mientras le ponen un pie forrado en bota de suela dura en la espalda y un objeto metálico asegura su cabeza contra el suelo. Un hilito de sangre le cae por la frente, sus hijos , protegidos por su mujer siguen gritando, mientras otro hombre armado entra rugiendo, acusándolos, insultándolos y amenazando con que los va a matar a todos.

Ud piensa ¿y el vigilante? Y luego recuerda que hay un CAI cerca del conjunto. Con el ruido que estos están haciendo, de seguro pronto la Policía va a llegar. Afuera de su casa se oyen más disparos, más insultos. Parece que lo que está ocurriéndole a ud, le está ocurriendo a todos sus vecinos. Llévense todo, suplica ud, creyendo que es un robo, pero recibe por respuesta un puntapié en el costado, que lo deja sin aire. Sin saber muy bien porque, de repente lo ponen de pie, lo amarran, y junto con su familia lo conducen al parqueadero. Por los pasillos vienen bajando todos sus vecinos, algunos con sangre en su ropa, todos con el miedo en sus caras. En medio de los autos, poco a poco se van reuniendo todos los vecinos, todos, chicos y grandes. Sus hijos, aunque ya grandes, lloran, en particular la mayor, Ángela, de 17 años. Ángela acabó temprano su bachillerato y ya está en la universidad. Desde chica fue líder entre sus amigos, y ahora que está en la Universidad, hace parte del Centro de Estudios de su carrera.

Ud está distraído pensando, en medio del terror, qué podrá ser todo esto ¿un secuestro masivo? O, ya que este no es un edificio de ricos, definitivamente ¿un allanamiento como esos que decía la izquierda que hacían de vez en cuando en busca de terroristas? No, son demasiado irregulares para ser fuerzas oficiales .¿Donde está la Policía? El vigilante por lo menos ya sabe ud que no puede contar con él, pues está amarrado y muy golpeado en el piso. De repente, su vecino del 403, un profesor de derecho, viudo, intenta correr, pero uno de los tipos le dispara sin miramientos. Cae al piso y el golpe seco del cuerpo al caer, se funde con el eco del arma disparada y silencia los murmullos de todos. Se escucha la vainilla caer en el silencio.

“Bueno, ya ven hps, que somos gente seria y no venimos a dar consejos, parranda de mp. Uds. Son una partida de…” y sigue la retahíla de bramidos insultantes. Los que medio intentan decir que deben estar equivocados de sitio, son silenciados con patadas o culatazos. Pronto sólo se oye sólo la voz del Comandante, que ahora, a la luz del parqueadero, se ve con los ojos inyectados, y una cara como metálica, como percudida de un aire de muerte. Los perros de todo el edifico ladran, pero las sirenas no se oyen por ninguna parte. Sólo la voz del sujeto.

“Y como aquí no vinimos de visita, los siguiente triple hps terroristas, un paso al frente, que ya se les acabó el juego” La lista pasa y los nombres van saliendo y pesadamente cada quien va dando el paso. Cuando alguien se resiste, de inmediato comienzan los golpes sin compasión sobre cualquiera, hasta que el reacio, da el paso y recibido, como no, con una salva de palabra y golpes.

De repente, al final de la lista, está su hija, esa que ud. enseñó a montar en bici, a la que ayuda en las tareas de Cálculo de la universidad, a ella, a la Ángela también la están llamando y ud. vence el miedo y se abalanza sobre ella. Luego vio una luz por el costado izquierdo, luego negro.

Horas más tarde ud despierta, Está en su cama, su cabeza parece que le va a reventar, escucha voces extrañas en la sala, se levanta con dificultad, da unos pasos y cae en cuenta que no era un sueño. Ahí afuera está su mujer, contestando preguntas de otros hombre armados, lo ojos rojos de haber llorado, y ni bien lo ve, se levanta y lo abraza llorando “se la llevaron, se la llevaron” Los hombres armados llevan brazaletes y parecen policías. Pero en su cara no hay la menor seña de sorpresa o interés. Toman nota, hacen preguntas. Ud está algo aturdido y solo hasta que ellos se van, su mujer le cuenta que a su hija, que al señor de 205, y a sus dos hijos, que al celador, que….Cerca de 30 personas fueron subidas en camionetas, que salieron a toda prisa, con la razón de que al día siguiente los devolvían. El señor del 403 seguía abajo, tendido en el suelo, muerto. Habían quemado algunos apartamentos y sus ocupantes se habían ido en medio de la noche, con lo puesto.¿ porque se los llevaron?¿quienes eran?¿que dijo la Policía?

El día siguiente llega y lo encuentra deseando que todo fuera un sueño malo, pero no hay espacio en la evidencia de los destrozos y la desolación. Y ud. llama al trabajo para decir que no va a ir y se queda esperando, junto con su mujer y todos los vecinos, la llegada de los que se fueron. Pero no llegan nunca, y entonces uds. llaman a las emisoras y a sus amigos para contar lo que les pasó. Sus amigos les ofrecen posada y les escuchan sin creer lo que les ha pasado, y los medios reciben la llamada, pero su voz no pasa de la secretaria de la emisora. Se organizan y van al CAI y a la Policía, y a la Fiscalía, pero en cada lugar les reciben su declaración como si fuera una queja nueva. Se sienten miradas de desprecio y hasta de burla. En alguno de esos lugares, a uno de uds, un desconocido con cara de funcionario, les dice pasito que mejor ni pregunten, que esa gente(¡su hija y sus vecinos son “esa gente”!) es mejor darla por perdida, que ni busquen porque es para peor.

De la nada, les comienzan a llegar anónimos y llamadas al celular, insultándolos como esa noche, diciéndoles que ya le mataron a esa puta infiltrada, que si quieren seguir por ahí dando papaya, que fresco, que ellos vuelven a encargarse.

Nada de lo que uds hicieron después, ni las marchas, ni las plantadas delante de las dependencias oficiales, ni las llamadas hasta el cansancio a los medios, ni los carteles en los postes, hizo que alguien se apersonara del asunto.

Con los años, ud se acostumbró a vivir con esa pena viva. Con ella deambulaba las calles en busca de trabajo de rebusque, porque su puesto lo perdió a la semana siguiente de los hechos. De su casa tuvo que salir, cómo no, vendiendo rapidito, al igual que todos los que vivían ahí.

A veces pasa de lejos, por mirar solamente, la torre de apartamentos lujosos que construyeron en el lugar donde estuvo su edificio. Parece que los nuevos dueños son gente de dinero, pues sólo se ven llegar autos lujosos.

Un día, 5 años después de la desaparición, los restos de su hija, descuartizada, junto con los de los otros vecinos, aparecen en un terreno cercano. Los esqueletos y las ropas cuentan los detalles de la salvaje masacre que cometieron. Y ud, finalmente, imagínese, descansa el alma llorando sus ojos al tratar de imaginar el tormento y el terror que vieron los ojos de la Ángela, la que era la niña de sus ojos. Finalmente paró de llorar, como si ya no le quedara una gota más de humedad por dentro.

Después de un tiempo, el nombre de Ángela apareció en un listado en la prensa, donde decía que el Estado, ese mismo que le cobra impuestos, el mismo que le cobra multas y le dice prohibido, ese Estado, fue condenado por una corte extranjera, a pagar un cierto valor por la muerte de su hija. Ud mira el diario, pero su cara no afloja un sólo movimiento.

¿Se imagina? ¿Se alcanza a imaginar?¿Logra imaginar el dolor, el miedo, la frustración, el indecible sufrimiento? ¿Si le alcanza la cabeza para eso?

Pues bien, eso, idéntico pero no en su edificio sino en los campos de nuestra Colombia pasó y sigue pasando. No es Rwanda, ni Argentina, ni es un película, ni una noticia. Es una realidad diaria. Aunque sólo aparezca en las noticias entre el discurso del ministro y los goles del domingo. Campesinos corriendo en medio de la noche, gente descuartizada y enterrada en la espesura, cadáveres bajando por los rios, asesinos apropiándose de sus tierras.

¿Donde estábamos todos entonces, donde estamos ahora? Quizás viendo las tetas de la modelo de turno, o el escándalo de la semana o planeando unas vacaciones, aprovechando las nuevas rutas seguras. Su seguro paseo democrático al mar en automóvil se pagó con sucesos como estos. ¿Le parece que valían tanto?
@nelsoncardena

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