Solo en un país como Colombia que encarna el realismo mágico que describió Gabriel García Márquez en Macondo, un alto número de electores puede seguir considerando al expresidente Álvaro Uribe Vélez como el redentor, aun cuando en su administración se hayan registrado 6.402 víctimas de los “falsos positivos”.
La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) no se inventó las cifras de este drama que vivió el país entre el 2002 y el 2008 y que prosigue hoy con el asesinato sistemático de líderes sociales. Sin embargo, Uribe atribuye esta información a una andanada persecutoria. Ahora resulta que es víctima. En pocas palabras: “Los pájaros tirándole a las escopetas”.
Y es en un país como Colombia, en donde el presidente Iván Duque Márquez monta un show con discursos veintijulieros cuando llegó la vacuna contra el COVID-19 que incluyó un desfile con carro de bomberos, sirenas, selfies y sonrisas triunfalistas como si se hubiera descubierto el “agua tibia”. Un verdadero “oso” que pone en evidencia la mentalidad tercermundista de la clase política y que involucra a los colombianos, lamentablemente.
De la mano con el presidente Duque, los miembros del gabinete, como la vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez; el ministro de Salud, Fernando Ruiz; el alcalde de Medellín, Daniel Quintero; el gobernador de Sucre, Héctor Espinosa; el alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo; el ministro de Defensa, Diego Molano; el ministro de Justicia, Wilson Ruiz y la alcaldesa de Bogotá, Claudia López —entre otros—, tomándose fotos “mesiánicas” con las biológicas y con las personas a las que están vacunando.
No se necesita ser muy agudo en los análisis para concluir que están haciendo política con las jornadas de protección a la ciudadanía. Comerciando votos con una necesidad colectiva.
Otro hecho sorprendente por su ridiculez que raya con lo inverosímil, son los bajos niveles de distribución en las regiones apartadas. Una entrega a “cuenta gotas” con la que abren noticias en la prensa, la televisión y los portales digitales como si se tratara de un avance comparable al arribo del robot Perseverance a Marte.
Preocupa y sigue en el imaginario colectivo la inquietud de que pese, a la programación anunciada por el gobierno nacional, el cronograma no se cumpla. Que pasen los días y después de la efervescencia del show mediático liderado por el presidente Duque, los resultados resulten distantes de las expectativas.
¿Alguna razón en particular? Por supuesto que sí. Vacunar 35 millones de colombianos como anunció el mandatario solo será posible si diariamente se vacunan alrededor de doscientas mil personas, y no hay la logística para alcanzar ese nivel. Por el momento, los refritos noticiosos se limitan a anunciar que 20, 30 o 50 personas del sector salud, fueron vacunadas. A ese ritmo, se necesitarán por lo menos 20 años para alcanzar la meta…
¿Comprenden ahora por qué me reafirmo en que Colombia es un país macondiano? Un territorio donde ocurren los hechos más inverosímiles, producto sin duda de la imaginación desbordada de un escritor frente a su vieja máquina Remington.