El presente escrito es una breve sistematización de hechos que reflejan que la cooperación, como lo ha sustentado la literatura especializada, puede contribuir a apaciguar o mejorar un poco la calidad de vida del tejido social resquebrajado por la pandemia y demás externalidades propias del territorio colombiano.
En efecto, el Estado colombiano con el objetivo de apoyar la economía, campesina, familiar y comunitaria resulta relevante para el desarrollo y fomento del sector solidario; en virtud de su intermediación, coordinación y articulación de políticas públicas. Precisamente, un conjunto de entidades públicas, gremios, organizaciones y demás han permitido articulaciones. Como ejemplo de ello se puede tomar lo desarrollado por la Unidad Administrativa Especial de Organizaciones Solidarias (UAEOS), entidad adscrita al Ministerio de Trabajo, cuando esta apoya e impulsa los circuitos cortos de comercialización para reducir los costos de intermediación y en consecuencia ampliar el poder adquisitivo de los oferentes como son los campesinos colombianos. De igual manera, al focalizar los mercados campesinos, que contribuyen de manera eficienteva potencializar el trabajo decente con los protocolo de higiene y bioseguridad, etc.
En particular, estrategias como estas se han reflejado en Bogotá, en Ibagué y Chaparral (Tolima), en El Playón (Santander), en Neiva (Huila), en Ocaña (Norte Santander) y en Caquetá. De igual manera, se han hecho en San José de Guaviare (en el departamento del mismo nombre) y en Vista Hermosa (Meta). Todo esto ratifica que las organizaciones solidarias posibilitan el desarrollo integral del ser humano.
Por otro lado, se ven sinergias como las realizadas por la Universitaria Agustiniana con una campaña de solidaridad, nombrada Mercando Sonrisas, que se presenta como un compromiso en favor de la comunidad uniagustiniana, especialmente de aquellos que afrontan carencias, en donde el sentido comunitario es necesario y esperanzador. También, la efectuada por la Universidad de la Salle, llamada Unisalle Solidaria, que es una iniciativa institucional para que, a través de donaciones y acciones de voluntariado, se pueda tener un gesto de responsabilidad con quienes más necesitan; o por la Uniminuto, denominada Mercados Solidarios, que apoya la comercialización entre sus participantes (compradores, vendedores, productores, usuarios, reguladores, legisladores, promotores, etc.).
En el mismo modo, se pudo apreciar con la donación de 25 UCI al municipio de Apartadó (Antioquia) por parte de Bancolombia y Augura; la donatón que se hizo para reducir la deserción estudiantil por parte de la Universidad ECCI; la donación que hizo Celsia de un robot que analiza más de 500 pruebas de COVID-19 por día; y la donación de 1.169 millones por parte de ISA para proyectos para contrarrestar el COVID-19.
Con el mismo propósito, las que hacen las personas de a pie que llevan un mercado a una familia necesitada, cuando se efectúa un domicilio en las tiendas de barrio o se compran tapabocas o alcohol para desinfectar. Sin embargo, no se puede idealizar lo acontecido, dados los niveles de corrupción, de muertes de líderes sociales y el despilfarro de algunos sectores del gobierno central. No obstante, es necesario también socializar que existen sectores, gremios y actores sociales que contribuyen a reducir los meses o los años que nos faltan para responder a esta pandemia mundial por medio de la cooperación y la solidaridad.
