El 30 de junio de 2017 se confirmó, como era de esperarse, la imposición de la medida de aseguramiento privativa de la libertad en contra de las personas presuntamente responsables del indigno atentado que sacudió uno de los principales centros comerciales de la capital del país el pasado 17 de junio.
Como jóvenes que llevamos ocho años caminando juntos en la Colectiva Agraria Abya Yala con el sueño de edificar planes de vida en los territorios campesinos negros e indígenas a fin de impulsar soluciones a los conflictos por la tierra, nos sentimos en el deber ético y político de pronunciarnos respecto de las graves acusaciones e infame tratamiento que ha recibido la juventud señalada de tener vínculos con el Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP) y estar detrás, entre otros, de la explosión en el centro comercial Andino.
Comenzar por decir que, algunas de las personas capturadas, fueron nuestros compañeros en la Universidad Nacional de Colombia, pues vale precisar que nacimos en esa alma mater como un grupo de trabajo estudiantil, donde compartimos clases en las mismas aulas recorridas por ilustres personajes de la talla de Jorge Eliecer Gaitán, Jaime Garzón y otras miles de mujeres y hombres que han aportado a una mejor Colombia. Por ello, nos duele lo que está sucediendo. Nos duele, hondo, en las entrañas de donde surge también la indignación para levantar nuestra voz de protesta y condenar la criminalización del pensamiento crítico característico de la universidad pública que ha contribuido históricamente a denunciar las injusticias y atropellos de la élite gobernante de este país.
Con algunas de las compañeras y compañeros privados de su libertad fuimos cómplices de reflexiones críticas sobre alternativas sostenibles frente a un modelo de desarrollo excluyente, cuyo legado de muerte, pobreza y destrucción del ambiente, nos convoca —hasta el presente— a defender la necesidad de una reforma agraria y persistir en la búsqueda de una mayor equidad en el campo. Queremos ser enfáticos en hacer un llamado a las autoridades, en particular, a la Fiscalía General de la Nación para que en cumplimiento de su mandato legal investigue a profundidad los lamentables hechos ocurridos en vísperas del día del padre y establezca las responsabilidades penales correspondientes, pero no a costa de lanzar una cortina de humo sobre estos jóvenes, desconociendo su debido proceso (con actuaciones irregulares) y presunción de inocencia (con acusaciones temerarias), ambos derechos constitucionales que cuando de “terroristas” se trata parecen inexistentes.
Asimismo, instamos al ente acusador a asumir los retos derivados del Acuerdo de Paz firmado entre el Gobierno Nacional y las FARC-EP con la creación de la nueva Unidad para la Investigación y el Desmantelamiento de las Organizaciones Criminales Identificadas como sucesoras del paramilitarismo, pues es indudable que continúa operando en las regiones y sigue arrebatando la vida a defensores de derechos humanos y líderes sociales. A los medios de comunicación masiva decirles que el daño causado frente a la honra y buen nombre de las y los implicados es irreparable. Han expuestos sus rostros, una y otra vez, les han sometido al escarnio ante la opinión pública como si de los peores criminales se tratara, cuando no existe una sola condena judicial en firme; sin embargo, han podido más los intereses mezquinos de gestar un boom mediático con fundamento en inferencias e información parcial, cuya veracidad no ha sido contrastada, para lanzar crueles señalamientos.
Solo en juicio se conocerá el respaldo probatorio que dio aval a los seguimientos, interceptaciones y capturas, pero hasta entonces exigimos a la prensa dejar de manipular el caso y abstenerse de seguir publicando detalles respecto de la vida íntima de las personas capturadas y sus familias. Como Colectiva Agraria Abya Yala nos solidarizamos con nuestros compañeros y compañeras y sus familiares, les hacemos una invitación a no claudicar en la defensa de su inocencia, les enviamos mucha fuerza y resistencia para hacer frente a situaciones de una dimensión tan real como la cárcel. Allá les estaremos acompañando.
Con amor desde La Morada en los Cerros Orientales de Bacatá.