La expectativa era inmensa. Los fotógrafos esperaban que apareciera en cualquier momento la mujer más deseada de Hollywood. Hoy, después de tres intentos fallidos, sería su noche… no había ninguna duda.
El resto de actrices parecían desabridas imitaciones de las estrellas, ella, en su vestido de sirena rojo encarnaba la pin-up, el tipo de diva que parecía haber desaparecido con Marilyn Monroe. Solo Sofía y Cristina Hendricks representan la exuberancia femenina en una época donde reina la anorexia.
Se baja de la limusina, detrás suyo una comitiva venida directamente de ‘Curramb’ la acompaña. Son sus primos, sus hermanos, sus amigos más cercanos. Nadie llevó tanta gente invitada al teatro Nokia de Los Ángeles como la Toti en el atardecer de ayer. Un enjambre de periodistas dejó botado a Claire Danes, a Matt Damon a Jim Parsons, todos se acercaban a la barranquillera con curiosidad, deseo y sobre todo respeto. Sofía Vergara, quien lo iba a decir, se ganó un lugar en Los Ángeles.
La serie que la catapultó a la fama, Modern Family arrasó anoche como lo viene haciendo desde hace tres entregas. El mismo tiempo que la Toti viene siendo nominada. Los especialistas decían que la comediante no tendría rival. Ella estaba radiante. El vestido rojo de sirena amenazaba con estallársele. Nada puede retener sus formas. Podría decirse que su papel en Modern Family la encasilló en la clásica bomba sexy latina, ¿Qué podemos hacer? Es verdad.
A sus 40 años pasa por su mejor momento. Poco a poco empieza a aparecer en películas cada vez más taquilleras y a los gringos les encanta su acento caribeño, un acento que ella se ha encargado de exagerar un poco más.
Con dificultad Sofía se movía por la alfombra roja. Sus fans, ubicados en las tarimas puestas en la entrada del Nokia le gritaban y anhelaban una foto, un autógrafo. Tuvieron que conformarse con uno de los besos que arrojaba al aire. Con amabilidad respondió las rutinarias preguntas de siempre y a paso de zombie entró al teatro.
En las apuestas era la favorita, no había duda que sería su noche. Neil Patrick Harris desplegó toda su gracia en los minutos iniciales del show. La suya sería la primera categoría que se premiaría. No tendría que esperar demasiado. Sus rivales más fuertes serían su compañera de programa Julie Bowen, la divertidísima Mayim Bialik de The Big Bang Theory y la experimentada Jane Krakowski
Mientras un actor destapaba el sobre que contenía el nombre de la ganadora, la Toti seguramente trataba de recordar todos los agradecimientos que tendría que dar, pensar en la gente en Colombia que creyó en ella en la época en que se hizo famosa en el país andando en puntitas de pie en una playa vistiendo un diminuto bikini para el comercial de un refresco, en el año en que creyó que había triunfado porque había sido presentadora del Festival Internacional de la canción de Viña del Mar, en los sufrimientos, en los fracasos, en los triunfos que la tenían allí como la aspirante a un Emmy, como la mujer más deseada de Estados Unidos.
Se mordió los labios y el nombre de Merrit Wever flotó en el aire. Ella era la ganadora del Emmy por su papel en Nurse Jackie. Las cámaras enfocaban a la actriz barranquillera y ella, tratando de salir de su frustración aplaudió con desgana a la ganadora. “La quinta será la vencida”, habrá pensado esta mujer que no sabe del rechazo, que nunca aceptó el NO como respuesta. Su persistencia es la que la ha situado en el lugar donde está.
Los premios tienen ese tipo de caprichos. No siempre gana el mejor. Hay que recordar que ni Hitchock, ni Orson Welles ganaron oscares por haber dirigido sus películas siendo ellos los dos directores más representativos de la historia. Sobre Sofía cae una estigma que los especialistas detestan y es que el público la adora. Para ellos la mayoría nunca tiene la razón y eso la hace sospechosa. La Toti hasta el momento no ha necesitado de un premio para consolidarse dentro de la elite televisiva norteamericana, pero no hay que desconocer que un premio la consagraría definitivamente
La ceremonia fue tan aburrida como suelen ser este tipo de shows. Se fueron pasando las tres horas de programa entre chistes prefabricados y las típicas injusticias (no puede ser posible que ni Aaron Paul ni Brian Cranston hayan ganado… por Dios) y ya, cuando empezábamos a quedarnos dormidos frente al televisor, volvimos a verla a ella, vestida de rojo, subiendo con todo el elenco de Modern Family a recibir por cuarto año consecutivo a mejor programa de comedia. Ella estaba feliz, su sit-com está destrozando todos los records y ella forma parte de ese logro.
En pocos meses, en febrero específicamente, podrá tener su desquite. Allí volverá a estar nominada a los Globos de Oro y ya, consolidada como una figura absoluta de la televisión norteamericana, tendrá todas las opciones para quedárselo por fin. Igual Sofía Vergara debe estar tranquila: nunca un actor colombiano ha llegado tan lejos como ella. Hay derrotas que se disfrutan como un triunfo.