Definitivamente las sociedades humanas tal como están definidas en los diccionarios —o sea ser un conjunto de seres humanos que se supone se relacionan entre sí, de acuerdo a unas determinadas reglas de organización, ya sean estas jurídicas, sociales, económicas y hasta religiosas, y que comparten una misma cultura o civilización en unos espacios o tiempos determinados— son simplemente una entelequia, ya que la cruda realidad está demostrando que no es tan así y que estas vienen siendo controladas y manipuladas por pequeñas fuerzas, más que todo económicas y religiosas, con la firme intención de imponerles su voluntad, o unos objetivos trazados con el fin de obtener unos resultados determinados.
La anterior visión, y la actual realidad, dan a entender que la sociedad humana, como tal no existe, y lo que en verdad existe es una confabulación de intereses particulares persiguiendo beneficios individuales o grupales, pero no generales, provocando el actual escenario de crisis, y caos, comunal y ambiental, lo que está llevando a la raza humana, y a las demás especies animales y vegetales, a la muy posible, para unas y real para otras, extinción.
Generándose con ello un estado de frustración, y de pesimismo general, que si en el mundo no se reacciona de inmediato, va a terminar provocando la desaparición de un sueño ilusionado por una humanidad impotente, y casi indolente, que se viene y se está destrozando en las manos de unos intereses creados por pocos y para pocos.
Entonces es cuando regresamos al inicio de este análisis, o sea a recalcar que el papel que están jugando las sociedades es el de comunidades pintadas en las paredes de sus realidades, concluyéndose tajantemente que no están teniendo ni jugando ningún rol ni cumpliendo ninguna función, fuera de ser rebaños de seres, supeditados a dejarse manipular y controlar, sin entender que pueden cumplir una distinta y mejor función, como la de servir de contrapeso a la ya evidente manipulación de unos pocos seres, quienes en el afán de sostener sus beneficios, o sus privilegiadas posiciones, no les está importando llevarse por delante a la humanidad, y al planeta Tierra entero, con el resto de las especies que hay en él, al también ya evidente desastre, anunciado por tantos expertos y científicos, a la par con la señalada extinción que marcan los efectos de sus perversos y estúpidos actos, ocasionada a la vez por la falta de una conciencia y de unos objetivos de carácter general, de una especie que a partir de su propia evolución estaba llamada a jugar otro papel, distinto al de seguir indolentes un camino de explotación y consumo sin límites ni control.
Así que este llamado es para todas las personas, con la comprensión y los medios, a que reaccionemos ante esta manipulación a la que estamos siendo sometidos, y que elaboremos unas nuevas pautas, o principios, donde el beneficio general tenga más importancia que el individual, y que seamos ajenos a las definiciones o criterios políticos con los que nos vienen enfrentando, que comunistas, capitalistas o socialistas, con los que nos han estado llevando a una estúpida confrontación.