El socialismo utópico que surge antes de mediados del siglo XIX, también conocido como protosocialismo, no tiene nada de utópico, porque gracias a este surgió el cooperativismo, el mutualismo, la socialdemocracia, el movimiento libertario, el ecologismo, el movimiento hippie, el socialcristianismo y hasta el feminismo, siendo sus principales exponentes: Robert Owen, Henri de Saint-Simon, Charles Fourier, Flora Tristan, Graco Babeut y Louis Auguste Blaqui. Todos ellos proponían ideas contrarias a las tesis totalitarias de Karl Marx, quien pretendía con el Estado crear una esclavitud mediante la dictadura violenta, lo que actualmente se vive en Cuba, Norcorea, Vietnam, China, Nicaragua y Venezuela.
Pues bien, algunos demócratas, de pronto mal informados, echan en el mismo saco a todo lo que se refiere a socialismo como si fuera una sola cosa, cuando este tiene varias aplicaciones y acepciones, ya que el socialismo utópico ha sido antagónico al socialismo que propugnaban Marx, Lenin, Stalin, Mao, Hitler, Mussolini, Fidel Castro, Ho Chi Minh, el Che Guevara y Hugo Chávez, entre otros. Por esa razón hay que diferenciar claramente el totalitarismo (nazismo, marxismo y fascismo), que también usa el término socialismo con el democrático, fundamentado en el humanismo, que indiscutiblemente ha tenido luces y sombras, pero que posee como principio la libertad individual que es la condición suprema de la humanidad.
De acuerdo a las anteriores consideraciones volvemos a preguntar ¿cuál socialismo? Dicho término ha tenido bastantes acepciones a través de la historia, comenzando por Hitler, a quien lo hemos tomado de referencia en otras oportunidades, quien fue el dirigente máximo del partido obrero nacionalsocialista (Nazi) y, dentro de su ideario antes de llegar al poder en Alemania, afirmaba que luchaba por los pobres, la justicia social y además se proclamaba revolucionario y desde luego socialista.
Así mismo, Benito Mussolini, el Duce, antes de fundar el fascismo, siendo un marxista radical y miembro del partido socialista italiano, hizo expulsar de esa colectividad a los socialdemócratas por blandos. El Duce fue admirado por Lenin, quien en 1922 censuró a los dirigentes del comunismo italiano por haber dejado ir a Mussolini, pues, según el sátrapa ruso, era el líder indicado para haber hecho la revolución en la península antes de 1914. Además, al Duce lo acompañó en la empresa fascista nada menos que Nicola Bombacci, fundador del partido comunista italiano; los dos murieron ejecutados en 1945. Cabe decir que de Mussolini se recuerda que jamás abjuró del marxismo, pero se proclamó siempre socialista y fundó el fascismo para volverse más revolucionario.
Obviamente dentro del término socialista hay que mencionar a la socialdemocracia surgida en la Segunda Internacional de los Trabajadores, siendo personajes destacados de esa organización Eduard Bernstein, quien le desenmascaró al marxismo su mito del materialismo histórico, también Karl Kautsky que escribió un documento sobre la dictadura del proletariado, en donde cuestionaba de forma vehemente las posiciones totalitarias de Lenin, quien consideraba el poder del Estado para reprimir a las masas como su dios. Como se ve, el término socialista se presta para muchas confusiones.
Algo sarcástico dentro del socialismo es la denominación que se le da de “científico”, originado en el esperpento marxista, y que se aplicó con toda rigurosidad en los países de la antigua Cortina de Hierro, antes de la caída del muro de Berlín, y en la actualidad de manera bestial se materializa en Cuba y Norcorea, especialmente, lo que muestra claramente que si ese socialismo fuera “científico” se hubiera experimentado primero con ratas y no con humanos.
El marxismo-leninismo, organización que más ha cometido crímenes en la historia de la humanidad, aprovechándose del atraso ideológico de algunos pueblos latinoamericanos, usando a un nostálgico de la guerra fría como el orate de Hugo Chávez, montó el socialismo del siglo XXI en Venezuela para proyectarlo hacia Latinoamérica y el Caribe usando la renta petrolera de ese país, comprando gobiernos y financiando partidos políticos y movimientos subversivos en la región afines al chavismo, con la fábula de la bandera bolivariana. Sin embargo, como lo hemos visto, ello ha sido un fracaso estruendoso, llevando a las masas venezolanas a ser pordioseras, con millones de refugiados en los países vecinos.
El tirano de Fidel Castro dijo sin ningún empacho en el 2010 que el socialismo del siglo XXI era el comunismo de Karl Marx, o sea que implementar ese socialismo es una involución o echar para atrás la rueda de la historia, pues el comunismo totalitario fue repudiado en Europa oriental en 1989 con la caída del muro de Berlín. Increíble que los marxistas latinoamericanos de manera cínica y antihistórica, encabezados por el sátrapa cubano, crearan el foro de Sao Paulo en 1990 para reciclar los desperdicios del comunismo totalitario desechados en el viejo continente, los cuales conjugaron mas adelante con el socialismo del siglo XXI.
Por eso el “sueño socialista” de los mamertos es el mismo “socialismo real”, que ha sido un fiasco para varios pueblos del mundo, pero que le ha servido a los burócratas comunistas para engañar y tomarse la dirección de naciones y llevar a las masas a la esclavitud, montando dictaduras oprobiosas sempiternas, reprimiendo y deshonrando a pueblos enteros, pues la argucia marxista-leninista de luchar a favor de los pobres es una gran farsa, que solo ha servido para instaurar dictaduras infames de las cuales es difícil salir.
El socialismo al que quieren llevar también a Colombia los partidos afiliados al foro de Sao Paulo no es el de los países escandinavos en Europa, tampoco el socialismo utópico del siglo XIX, mucho menos a un socialismo humanista, ya que el comunismo es inhumano por principios, sino que toda esa grupera quiere que Colombia caiga en el socialismo fundamentado en la estafa comunista del marxismo-leninismo, que es despreciable y miserable y que ha conducido a millones de mujeres y hombres a la desgracia y la muerte. De ahí que hay que rechazar el maniqueísmo marxista entre socialismo y capitalismo, porque estos dos términos tienen bastantes aplicaciones prácticas y por ello no se debe caer en simplificaciones usadas con vileza por parte de los seguidores de la cáfila comunista totalitaria, así se pongan la etiqueta que quieran.