Puede resultar ingenuo y simplista, atribuir la raíz de la actual crisis política y económica de Colombia a una exclusiva responsabilidad del gobierno actual y ser consecuencia directa de sus políticas y acciones.
Pensar que “todo es culpa de Petro”, nos puede apartar de una discusión más profunda, que plantea que casi todas las crisis son resultado de una compleja interacción de factores históricos, sociales, económicos, naturales, culturales, etc, y que definitivamente, en mayor o menor medida, hay una responsabilidad compartida de todos los actores del país en su conjunto.
Independientemente de los aciertos y desaciertos del gobierno Petro, reconocer la multidimensionalidad de la crisis es fundamental para comprenderla en su totalidad y, más importante aún, para buscar soluciones y salidas constructivas que nos empoderen a todos los ciudadanos y sectores como generadores de soluciones y no como víctimas indefensas del gobierno de turno.
Lo cierto es que, en tiempos de incertidumbre política y económica, como los que enfrenta Colombia en la actualidad, las empresas pueden verse atrapadas en una dinámica peligrosa y agotadora: lidiar con las crisis y riesgos del momento y entrar en modo "supervivencia". Es comprensible que la atención se centre en la resolución de problemas urgentes. Sin embargo, esta aproximación puede llevar a una miopía empresarial, perdiendo de vista las oportunidades que pueden surgir en el horizonte cuando los vientos cambien.
Es tentador, y por qué no, apremiante, adoptar medidas de choque como los recortes de personal, la reducción de presupuestos para desarrollo de nuevos proyectos e innovación, etc., y enfocar el lente en la angustia del momento, pero recordemos qué pasa cuando a través de la lupa, se enfocan todos los rayos del sol en un solo punto…
En lugar de ello, las empresas podrían sacar mejor y más provecho, adoptando una estrategia más completa y sostenible de mediano y largo plazo, que equilibre la gestión de riesgos actuales, con las nuevas oportunidades de negocio que presenta la curva del ciclo económico cuando ésta comienza a ascender. Esto significa que, aunque es vital abordar las amenazas inmediatas, también es esencial mirar hacia el futuro, anticipando lo que vendrá en uno, dos y más años.
Dedicar mentes, recursos y tiempo a identificar nuevos nichos de mercado, mantener el talento estratégico, diseñar procesos de negocio nuevos e innovadores con base en los aprendizajes que la crisis deja, todo ello, al mismo tiempo que se sortea el embate del temporal.
En conclusión: Mantener una visión de oportunidades de negocio, más allá de la crisis, puede convertirse en una verdadera ventaja competitiva. Las empresas que han ocupado todos sus recursos remando afanosamente a través de la tormenta, estarán aturdidas y agotadas, una vez los vientos amainen y nuevamente brille el sol. Aquellas que, han sabido mantener la cabeza fuera del agua, al tiempo que han tomado el catalejo y explorado el horizonte en busca de las oportunidades que toda crisis presenta, estarán listas para tomarlas y generar valor.
Las crisis son temporales, pero las oportunidades que de ellas surgen, pueden perdurar y tener un impacto significativo en la estrategia empresarial y sus resultados a largo plazo.
