Sobrealimentación digital e infoxicación: nadando en la hipercomunicación

Sobrealimentación digital e infoxicación: nadando en la hipercomunicación

"La hipercomunicación es una trampa en la que las personas caemos sin darnos cuenta y ahora, en la “Era Digital”, es más invisible, no la vemos, pero allí caemos”

Por: DIEGO MARIO ZULUAGA OSORIO
mayo 04, 2022
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Sobrealimentación digital e infoxicación: nadando en la hipercomunicación
Foto: Pixabay

La hipercomunicación es una trampa en la que las personas caemos sin darnos cuenta y ahora, en la “Era Digital” es más invisible, no la vemos, pero allí caemos” (Carlos Cortés)

La existencia del mundo digital como el manejo a la información que se recoge desde el internet está generando un conflicto de intereses, en lo que tiene que ver con el acceso a los sitios que se visitan para ayudar al conocimiento o al ocio.

Ahora bien, confrontando lo anterior encontramos que se presentan dos puntos de vista totalmente divergentes, por un lado, lo positivo aquellos datos que alimentan el conocimiento, las imágenes mentales que adoptamos y la asociación de los datos que hacemos frente al estilo de vida que desarrollamos; por el otro, está lo negativo, desde la saturación hasta cuando se supera el límite de la privacidad, el encuentro de espacios a los que no debemos y no podemos llegar.

Sin embargo, existe un riesgo con esa hipercomunicación. El que va desde la pérdida del norte de la búsqueda de esa información, a la cual hemos dedicado demasiado tiempo o la falta de un norte que minimice lo anterior; como también el cerramiento en lo que tiene que ver con la comunicación, haciendo que los mensajes o mejor el lenguaje utilizado no se adecúe a las necesidades actuales del flujo de relaciones interpersonales que se requieren para que el ser humano se comprenda con sus congéneres.

La sociedad de consumo está llevando al ser humano a medir la calidad de información que se recoge, como también qué es lo que hay en las vitrinas a la venta, pues adquirimos a veces objetos que no requerimos generando un despilfarro desde lo monetario hasta lo intelectual, pues “no es más que un hombre, que se conserva para mayor provecho y comodidad” (Schopenhauer) y en consecuencia afecta lo envolvente de la comunicación por un lado y la existencia misma del individuo, afectando no solo su comportamiento sino su relación social y laboral.

A pesar de que el cerebro tiene capacidad ilimitada de almacenamiento no se ha identificado qué es aquello que realmente utilizamos, y en efecto qué es lo que procesamos, dejando a un lado otro tanto o desperdicio allegado a través de aquella búsqueda en la perfección de lo intelección humana.

Cómo abrazar estrechamente aquello que nos relaciona y diferencia como seres humanos, sin renunciar voluntariamente a la resignación, a la tranquilidad y a esa ausencia absoluta de voluntad; para figurarnos en los experimentos de lo que aquieta bien sea por instantes esas experiencias vividas que enrolan el tiempo que se perdió, lo que no se aprovechó o no produjo los réditos necesarios para concluir que en efecto no se enturbió el espejo del mundo interior del hombre.

Esa hipercomunicación como causa general de la falta de ubicación del norte existencial; de la inercia comunicacional que nos lleva al consumo de lo no racional (Cortés) enfrenta la dinámica del consumidor no pensante con el comercio digital (ecomerce), por lo que esa llegada al final del túnel se encuentra demasiado lejana en razón a esa complejidad del conocimiento que corre en la internet hasta la mesa del usuario final.

Lo que llama la atención es el hecho de que aceptamos en nuestras vidas esa hipercomunicación como algo normal, es decir, normalizamos bien por ignorancia, por incapacidad o simplemente por agotamiento eso que consumimos y que con base en ello decidimos el dirigir la vida; consecuencialmente entonces hay que despertar, ser más racional frente a lo que “es bueno para su vida”, si es bueno para la familia o nos dejamos llevar por el impulso frente al “me gusta”, sin que eso genere sentimientos de placer, éxito o llene las expectativas de esa terrenalidad para establecer “lo que ocupa a todos los vivos y los tiene sin aliento, es la necesidad de asegurar la existencia. Una vez hecho esto, ya no se sabe qué hacer” (Schopenhauer).

 

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