Sobre raíces y flores

María Elvira Escallón, Y nunca empata, impresión digital sobre papel de algodón, 2022
Hay muchas cosas en el mundo que hablan y no son lenguaje. Ante todo, se
podría decir que la naturaleza, el mar, el murmullo de los árboles, los
animales, los rostros, las máscaras, los cuchillos en cruz, hablan,
probablemente hay lenguajes que se articulan de una manera no verbal.

Encuentro con seres notables, Rama de Jazmín sabnero y Eucalipto, Escultura,2021

Estas dos sospechas que se ve aparecer ya entre los griegos no han
desparecido y son aún contemporáneas, puesto que hemos vuelto a creer,
precisamente desde el siglo XIX que los gestos mudos, que las enfermedades,
que todo el tumulto a nuestro alrededor puede también hablar, y más que
nunca estamos a la escucha de todo ese lenguaje posible, tratando de
sorprender bajo las palabras un discurso que sería más esencial.
Esto anota Michel Foucault en su libro Nietzsche, Freud, Marx. Y así comienza
la exposición de María Elvira Escallón en la galería Espacio Continuo, donde
presenta su exposición Encuentro con seres notables.
La primera obra se encuentra en un árbol —una Eugenia florecida— frente a
la galería que, con luz, habla en el lenguaje morse. Una luz intermitente nos
permite sospechar lo que dice: “aquí estoy” o, tal vez, “auxilio”, en este
mundo de la desforestación. Hay que aceptar que el ruido del mundo no nos
ha permitido escuchar esa vida interior que han buscado durante milenios
desde los pensadores hasta los artistas. De donde han ido extrayendo
propiedades, saberes o disonancias del mundo natural, que nos rodea y
sorprende con sus irreverentes saberes.

Encuentro con seres notables, arcilla cruda, 2022

María Elvira Escallón escucha y humaniza con su trabajo a la naturaleza. Por
eso su mundo creativo es parte de un proceso que nos recuerda la fragilidad
de la vida, cuando en una pared talla las palabras “Polvo eres” en ese
presente, o cuando asume su responsabilidad mientras talla un árbol sin
interrumpir su vida, porque en ella existe el respeto al ser árbol, que vive.
Como documento quedan las bellas fotos, pero la talla que interviene queda
a la deriva del tiempo ineludible. Por eso también sembró pasto en una cama
olvidada de la clínica San Juan de Dios. Todo nace y todo muere. Por eso, la
declaración de amor de Marguerite Yourcenar es tan pertinente cuando
escribe: “Te adoro imagen humana de agua y de albumina, destinada a la
anatomía del sepulcro”.

“Todas las cosas grandes que existen son grandes porque se han creado
contra algo, a pesar de algo: a pesar de los dolores y tribulaciones, de
pobreza y abandono; a pesar de la debilidad corporal, del vicio y de la
pasión”, observa Thomas Mann en su libro La Muerte en Venecia. Así mismo,
la artista retoma un molde de la Venus de Milo que representa a Afrodita, la
diosa de la belleza, el amor y la sensualidad femenina. Ella, la diosa, perdió el
brazo derecho, por eso en la exhibición, la artista retoma un molde de la
bella cara de la escultura de Venus y la destruye con elementos domésticos
que vienen del imaginario femenino, como es un rayo o una cuchara, para
transformar el mito en arcilla purificada con un filtro. Proceso
que se puede observar en un video que se proyecta en la misma mesa donde
se realizó el cambio, del amor sublime en la arcilla. De la belleza
insuperable al brazo de la cotidianidad humana que acaba en un híbrido, con
la forma que no tiene cuerpo, sino que acaba en un frailejón y que, como
queda en arcilla, se convierte en un proceso abierto a la vida que necesita
agua para sobrevivir.  Se niega a que el horno la congele en cerámica.
Respeta lo humano y lo divino.
Aparece también en fotografía un proceso anterior: mientras la artista
rompe el molde en pedazos, se los acomoda como una máscara, que fue
realizada en impresión digital sobre papel de algodón, en su propia cara.
Bello rostro que no encaja en muchas de las propuestas de Venus. Trata de
encontrar bajo la costra petrificada una energía vital, una forma subversiva
de continuar con las premisas.

Precipitación de arena, Arena y muebles, Instalación

Ya continuando con un trabajo que realizó en el Salón Nacional del 2008,
vuelve a realizar otra precipitación de arena. Esta vez, cae encima de unos
muebles empacados. Es una línea en el espacio, como un reloj de arena a
donde van a llegar 7 toneladas, el tiempo y el espacio cuentan en una vida
intermitente de mundos olvidados entre el afán de la vida y la muerte.

Encuenro con seres notables, arcilla cruda, 2022

Otro trabajo que me llamó la atención, porque los trabajos en madera están
en todas las galerías de Bogotá, es una visión de La Creación del Hombre de
Miguel Ángel que se encuentra en la bóveda de la Capilla Sixtina en el
Vaticano. María Elvira Escallón recrea esa historia sublime, mientras la
construye con fragmentos de madera encontrados. Busca cada falange
perdida en un bosque o en una playa para armar sus brazos desde el alma de
la naturaleza.

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