¿Por qué el COVID-19 ha puesto en jaque a los líderes mundiales que controlan el mundo y pone a tambalear la economía global?
Esta atención mundial sobre el tema deja ver la doble moral con la que actúan tanto líderes de las grandes potencias como los gobiernos y banqueros de un país como Colombia, donde no pueden ocultar que sus intereses son únicamente económicos.
Este es un acontecimiento sin precedentes en la historia contemporánea: por primera vez toda la clase trabajadora se paraliza ante el miedo de morir por un ente invisible. Sin duda, la situación dejará un mundo conmocionado, donde las cosas no volverán a ser igual.
En el siglo XIV la peste negra o bubónica devastó a toda Europa, acabando con más de un tercio de la población: alrededor de sesenta millones de personas murieron. Y por qué no hablar del sarampión y la viruela, que aniquilaron casi por completo a la población aborigen de Sudamérica y Centroamérica.
Nada comparable con lo que vivimos hoy en día. Sin embargo, estamos en dos momentos de la historia muy diferentes, ya que en el oscurantismo de la edad media todo era diferente desde varios puntos de vista: la información era controlada por el clero y la iglesia develaba la realidad por medio de las escrituras.
Pues bien, ahora nos encontramos en una época que se conocerá como la era de las comunicaciones de la humanidad, sin dejar atrás la sobre explotación industrial, que tiene al borde del colapso el equilibrio natural de toda la esfera terrestre.
En fin, los fallecimientos y contagios de esta pandemia en nada se comparan con otras epidemias ya vividas y hasta el momento no llega a ser la más grande en comparación de cifras; pero se produce en un momento en que la mayoría de seres humanos tienen acceso a saber lo que está pasando.
En el siglo XIV todo se concebía a través de tribulaciones y castigos divinos, ya que el conocimiento había sido relegado a la recapitulación de la iglesia. No obstante, ahora, desde el momento en que los asiáticos reportaron el brote, en todos los continentes, los medios de comunicación junto a las redes sociales se develaba lo que sucedía.
Un estornudo, luego la tos, la fiebre y por último el desaliento dejado por la infección que no permite respirar, ahogando al individuo en varios días de tortura, donde los respiradores mecánicos no pueden evitar la asfixia; sin dejar atrás lo dramático que le ocurre a una persona infectada ya que luego de ser hospitalizada su familia solo la puede volver a ver si sobrevive, porque de lo contrario no tendrá un funeral normal.
Todo esto lo podemos saber gracias en su mayoría a las redes sociales donde valientes médicos y enfermeras a través de pequeños videos que comparten por WhatsApp, Instagram, Twitter; ilustran muy sencillamente hasta al más ignorante.
Pero esto no le preocupa a economistas y financieros ya que solo el año pasado 2019 murieron más personas por enfermedades relacionados con problemas respiratorios y si vamos a estudiar las estadísticas esta pandemia está lejos de compararse con otras enfermedades o infecciones pulmonares.
¿Entonces por qué toda esta paranoia global?
Porque este virus desconocido encontró desprevenido y en precarias condiciones a todo el sistema médico global; es decir los diferentes países incluido el nuestro, no han invertido en salud, ciencia, en médicos neumólogos y equipos que puedan atender este tipo de episodios y el más claro ejemplo es Alemania o Japón que si han podido contener el brote.
País tras país el agente patógeno pasa de persona en persona, propagándose por millares, luego a millones y los reportes de los noticieros aunado al sin número de videos y mensajes de las redes provoca que el miedo se apodere absolutamente de todos, hasta de las mascotas.
¿Esta paranoia del virus provoca que un empleado como yo tenga que pensarlo varias veces antes de salir a laborar, ya que a ciencia cierta no sabemos dónde se oculta el mal o quién pueda llevar la peste? De esta manera además del tapabocas, el lavado de manos, no tocar a nadie, no podemos acercarnos a otra persona y esto en las grandes ciudades es imposible; por consiguiente, el salir a trabajar es asumir un riesgo inminente que nos afecta y pone en riesgo nuestras familias.
Así las cosas, por primera vez en la historia millones de trabajadores de todo el planeta tienen que parar y encerrarse en sus casas, un golpe fulminante a los aparatos productivos y sobre todo a la banca mundial junto a las petroleras y bolsas que en los próximos meses no dejarán de reportar billones y billones de dólares en pérdidas.
Para un país como Colombia es claro que no es un problema interno, es un asunto transnacional donde gracias a los medios de comunicación y redes sociales el gobierno no puede ocultar el miedo que provoca este virus en la población, obligando a decretar la cuarentena para toda la población y entre ellos a millones de trabajadores.
Pero algo debe quedar claro, en este caso nada importa la vida de los ciudadanos y el gobierno ya lo demostró al enviarle grandes recursos económicos y medidas de salvación para los bancos y grandes empresas antes de destinar irrisorios recursos a la salud.
El asunto es que el miedo desatado por la muerte oculta que se pasea por las calles en forma de virus, el cual entra en los pulmones y asfixia hasta el más fuerte; una partícula invisible que infecta a millones, llevándonos al peor escenario apocalíptico de la edad media como la peste negra; provoca que la humanidad horrorizada se acuartele en sus hogares orando a sus dioses, para que por ninguna rendija se vaya a filtrar el agente del mal.
El temor generalizado logró lo que no consiguió la primera o la segunda guerra mundial que dejó más de sesenta y cinco millones de muertos, algo que tampoco ha logrado el ya catastrófico cambio climático que ha dejado millones de víctimas (no registradas). Esta pandemia consiguió poner de rodillas la economía mundial, ya que atacó el núcleo fundamental de la plusvalía, la mente del obrero, quien es el capital más valioso de la economía.
En mi opinión es el más grande ataque de la naturaleza misma al capitalismo que tanto le ha arrebatado y no es una recesión como la de los años 20 del siglo pasado o la burbuja inmobiliaria del 2008; es la primera vez en que un hecho natural como lo es una infección pulmonar tiene contra las cuerdas el sistema político financiero del mundo y del cual no creo que se recupere tan pronto porque en esta ocasión se está cambiando el inconsciente colectivo, donde se pone en tela de juicio esta esclavitud moderna junto a una industria consumista que destruye el ecosistema del planeta.
Considero que este es el inicio formal de la desaparición del capitalismo y así como feneció el socialismo; en esta ocasión el cambio climático nos demuestra lo inviable del extractivismo y con estos acontecimientos se confirma que la humanidad debe cambiar su cosmología en cuanto a la manera de convivir con el medio.
Con las guerras mundiales no se paró la economía, por el contrario, la industria, la ciencia y la tecnología cobraron los más grandes avances en toda la historia de la humanidad.
El cambio climático ha dejado miles de muertos, refugiados y víctimas que no han sido registrados como tal, provocados por los desequilibrios ambientales y a pesar del insistente llamado de los científicos sobre el inminente colapso del planeta por el exceso de explotación en todos los campos; no se logró lo que un diminuto agente microscópico sí pudo: darle un respiro al planeta, que por estos días tiene los más bajos índices de contaminación de los últimos años.
Sin matar a millones el COVID-19 ha logrado que la humanidad entera se sensibilice con la vida humana y empiece a ver el mundo de una manera diferente.
Este evento quedará registrado en la historia reciente como uno de los más importantes pues lleva al ser humano a contemplar sus más primigenios instintos de supervivencia ya que no comprendemos la causa de la muerte, no la vemos, no está a la vista del hombre; otorgando muchas respuestas que van desde antiguas profecías hasta designios de la biblia.
No hay más que considerar que dentro de tanta desgracia junta que ha sucedido en Asia y Europa y que falta por pasa, podemos encontrar cosas positivas y es que cuando los líderes mundiales tanto financieros, industriales y políticos no pueden controlar las cosas, los humanos volvemos a nosotros mismos sin indiferencias, ya que la muerte es igual para todos ante una naturaleza que no debemos desafiar.