Cuando uno lee cosas en un medio de comunicación como Las2Orillas, y las ve muy alejadas de la realidad o de lo que deberían ser, piensa normalmente que humano es errar, que todos nos podemos equivocar o, también, que son torpezas o ignorancia de quien las escribe y, finalmente, que son deliberadamente engañosas y malintencionadas. Esto último es a lo único que se le puede atribuir el contenido de la columna de opinión del exministro Fernando Londoño Hoyos titulada como se indica arriba, publicada con fecha agosto 25 de este año. Porque ese personaje, dedicado de tiempo completo a atacar el proceso de paz y el gobierno del presidente Santos, no tiene ni cinco de torpe ni de ignorante. Bien lo ha demostrado con casos como el de Invercolsa, con el cuento de que era empleado de la empresa, para tener derecho a comprar gran cantidad de acciones a precio muy preferencial en un proceso de privatización, cuando era una firma profesional suya (persona jurídica) la que tenía un contrato de administración para manejar la mencionada empresa. Y luego poner las acciones, producto del jugoso negocio, en manos o propiedad de una firma panameña.
En igual forma, y de manera similar a lo que hizo en El Tiempo, ahora en su escrito trata de vender el cuento de que la devaluación del peso frente al dólar se ha comido los patrimonios de la gente y sus ingresos en la misma proporción. “Las cosas que tenga o los sueldos que le paguen o las ganancias de su negocio”, dice. Afirma en el mismo párrafo que “el valor real de todo eso tiene que medirse en moneda constante”, lo que es correcto, pero en seguida lo convierte a dólares. Y… claro que le da muchísimo menos. ¿Confusión? ¿Ignorancia? Mamola, como dijo Serpa en otro caso.
Y sobre tantas cosas que menciona diciendo que se desvalorizaron en la misma proporción que el peso, quedan totalmente desvirtuadas con un análisis elemental que no requiere haberse quemado las pestañas estudiado mucha teoría económica. Por ejemplo: la propiedad raíz (casa, finca u oficina) efectivamente se afecta en esa proporción solamente si la va a vender para sacar la plata al exterior. Y para usar el mismo lenguaje de culebrero, lo que usted compra con su salario o con las utilidades de su negocio, solo se va a encarecer en proporciones muy inferiores, a menos que se trate de bienes importados. Pero ni los lotes, ni los intereses, ni los ladrillos ni el cemento, ni los vidrios o las puertas, ni la mano de obra. Como tampoco los arrendamientos, ni la energía, el agua, el teléfono, ni los transportes, ni los colegios, ni los honorarios médicos, ni los hoteles, ni la papa, la yuca, el plátano, el pescado, la comida normal y popular, nada de eso se va a encarecer en la misma proporción en que se ha devaluado la moneda. Si mucho, se afectarán en una pequeña fracción. Ni siquiera “el huevo o los pollos que se coma”, cuyo precio no depende únicamente de los costos de alimentación, que tampoco es sólo maíz importado.
Hay que ponerle seriedad a lo que se dice, así sea para hacer política. Qué horror que se trate de engañar de esa manera a la gente.