Si se mira más allá de las manifestaciones, bloqueos, enfrentamientos y vandalismo, se encuentra el modelo neoliberal. La caída del socialismo real en los países del este europeo trajo la buena nueva del fin de la historia. Para hacer posible tal propósito la economía de mercado y la democracia del voto fue el nuevo evangelio.
La democracia del voto se erigió como la propuesta política con la consecuencia que los elegidos se fueron a los organismos internacionales el BID, el FMI, la OMC, etc. No volvieron la cara a las necesidades de quienes los eligieron. Olvidaron la democracia, en otras palabras el “pueblo”.
Y vino la apertura económica, que abrió las puertas al mercado internacional. Uno de los puntos esenciales era dar fin a la economía planificada. Según esa teoría el Estado no debía tener empresas, sino que estas debían pasar a manos privadas. Ejemplo de ellas, las telecomunicaciones y la salud se convirtieron en negocios de las empresas privadas. Además, vino la flexibilización laboral, así las garantías sociales se fueron al suelo y, el mundo del trabajo fue reformado, afectando con ello a los trabajadores pues quedaron desprotegidos.
Y lo que vino fue el debilitamiento de la economía del país. Como bien se sabe, la economía se erige en la producción que los miembros de la sociedad hacen, transformando los productos de la naturaleza para apropiárselos y adaptándolos a las necesidades humanas. Pues bien, en este punto se acordó que la producción nacional debía quedar a un lado porque la fabricación se hacía en otra parte, de acuerdo con los tratados de libre comercio. En otras palabras, la producción nacional se fue al suelo al importar los productos que pueden producirse por estas latitudes.
Así, se ha llegado a una economía en la cual la producción del país no se fomenta, se desmorona el capital, trabajo y la renta, base elemental de la sociedad. No interesa la producción, como es el hecho de que no la hay, dada la apertura a las empresas multinacionales. Productos elementales como el trigo, papa, maíz, café, leche, industria del calzado, vestuario, por solo mencionar algunas, vienen del exterior, beneficiando a los importadores que se mueven como pez en el agua, en el negocio de las transacciones.
Entonces, la economía del país es paradójica, dado que no apoya la producción porque ésta se encuentra fuera de los límites nacionales, de tal modo que, para estos lares lo esencial no es otra cosa que la distribución la cual determina la proporción en que el individuo participa de los productos; el cambio de los productos que se desean cambiar, y finalmente el consumo cuando los objetos dejan de ser objetivos para convertirse en subjetivos, dada la apropiación individual.
Es claro entonces que el problema del país es la débil producción, hecho que lleva a que no hay trabajo, pues se tiene como meta la sociedad de consumo, olvidando lo elemental que conlleva el trabajo humano.
¿Es el proteccionismo parte de la salida de la crisis?