La crisis de los años treinta produjo la gran depresión, como se puede ver en Las uvas de la ira, novela de John Steinbeck. Ante este hecho el keynesianismo instituye una fórmula para salir de la dificultad: el Estado de bienestar, como un sistema que provee servicios y derechos sociales a la totalidad de los habitantes del país. Hubo crecimiento económico, incentivo en el trabajo y distribución de la riqueza.
En 1990 cae el socialismo en los países del este europeo con el descalabro de la economía planificada. El neoliberalismo llega con la economía de mercado y la democracia del voto. El Estado debe cumplir con sus funciones fundamentales, manteniéndose al margen de la economía. La banca internacional, las multinacionales agrarias impusieron aperturas comerciales que dieron al traste con las economías nacionales.
El crecimiento de la globalización se expandió. Hubo necesidad de vender y fusionar bancos, muchas industrias nacionales quebraron, la agricultura de los pequeños productores fue a la bancarrota. Vino en descrédito el proteccionismo. Hubo migración de capitales en busca de lugares donde los salarios fuesen bajos. Los liberales y conservadores se encontraron sin piso, a partir de los cambios de la derecha de Reagan quien hizo recortes al gasto social, impulsó el neoliberalismo, recortó los cupones de alimentos, vivienda de bajos recursos y programas de almuerzos escolares.
Margaret Thatcher minimizó el papel del Estado, partidaria del libre mercado, llevó a cabo privatizaciones y limitó el movimiento obrero. Mas en 2008 hubo crisis, el Banco Lehman Brothers se declaró en quiebra. Entonces el gobierno acudió a los rescates de las entidades financieras y las gentes perdieron sus casas hipotecadas. Y los efectos perturbaron a todo el mundo.
La teoría económica de Murray Roptbard sostiene que todos los servicios prestados por el Estado podrían ser proporcionados por el sector privado. En tiempos recientes, 2023, el fantasma de la derecha recorre el mundo. Las promesas de la revolución de los años sesenta y setenta se desdibujan para dar paso a la contrarrevolución en el siglo XXI.
En Argentina, los libertarios cuyos pilares son la libertad, el libre mercado y la propiedad privada proponen reducir los impuestos a las empresas, abolir privilegios de clase o de grupo, recuperar las calles y aplastar a los que protestan, deshacerse de los vagos pues las calles deben ser limpias, dar fin a las garantías laborales.
El Estado debe ser mínimo e incluso desaparecer. El gobierno de Milei -en Argentina- está decidido a enajenar las riquezas naturales y empresas del Estado: petróleo, minerales, tierras, el agua, productos y economías regionales, desarrollos científicos, telecomunicaciones, redes de comercialización, la moneda, privatización de la educación pública y eliminación de las conquistas en materia de derechos laborales, sociales y culturales. Ante esto la lucha popular e institucional…