Como me costó mucho trabajo entender el debate sobre la reforma pensional, le colaboro a mis lectores resumiendo lo que entendí.
En el caso de las pensiones la falla del sistema está en el incumplimiento del objetivo (menos de 1 de cada 4 colombianos se pensiona), y en que con los aportes de Estado se subsidian las grandes pensiones. La pirámide demográfica hace que la tendencia inevitable sea a necesitar cada vez más fondos para proveer a la vejez y que cada vez sean menos la proporción de jóvenes para ello. No hay diseño para responder a esto ni cómo ‘construir sobre lo construido’.
Pero la oposición no es a las reformas sino al Gobierno. Cualquier argumento es válido entonces para ese objetivo.
Los falsos argumentos
Que es el programa de un guerrillero; que es lo qué pasó en Venezuela; que es ‘comunismo’. Éstas son presentaciones o exageraciones sin respaldo, que se autojustifican por su propia definición (si la ‘izquierda’ es ‘mala’, es malo lo que propone la izquierda); la falta de soporte analítico o argumentativo para defender esta posición (generalmente partiendo de la ignorancia sobre el tema que se trata) lleva a que como argumento final quede: “Petro es un peligro: es una mala persona”.
La esencia de la reforma propuesta
Que toda persona debe tener apoyo en su vejez. La fuente para ello debe ser la contribución de quienes tienen trabajo (en Colombia esto ya es un privilegio) y los subsidios del Estado.
La mecánica es que quienes no tienen ingreso laboral (por ejemplo y principalmente las amas de casa) reciben una suma mínima fija (acordada ya en $230.000); quienes devengan hasta cierto ingreso (por ahora hasta 2,3 salarios mínimos) hacen su aporte a la entidad estatal Colpensiones; quienes exceden ese ingreso pueden invertir el excedente en una APS ( fondo Pensional privado que es en la práctica una cuenta de ahorro).
Los temas de controversia o conciliación
Tema central (casi único) de las consideraciones presentadas contra la reforma son las dudas sobre la sostenibilidad del sistema que se crea.
Para hacer oposición salen planteamientos sin prueba o sin respuesta: el Estado (Colpensiones) no es capaz de administrar tantos pensionados; que cuánto se requerirá o cuánto durarán los fondos antes de hacer una nueva reforma; que si declarará la Corte una inconstitucionalidad; ¿que cómo se definirá cómo o donde se pueden invertir esos recursos?
Sobre el punto de fondo del manejo de los recursos, se ‘neutralizó’ el debate acordando que no lo hará el gobierno ni los privados sino el Banco de la República.
Respecto a la incidencia del monto del salario mínimo (SM) que sería base para los aportes obligatorios a Colpensiones, sus consecuencias son:
1 Si se aumenta (el presidente propone a 4 SM) solo 611 200 cotizantes quedarian en los fondos privados; es decir se estatiza el sistema pues más del 90 % de las pensiones se manejarían desde el Estado. 2 Al aumentarse las obligaciones aumenta el pasivo pensional para el gobierno y los recursos asignados al fondo duran menos (lo mismo que con la disminución del número de semanas a coitizar). 3 Al subsidiar proporcionalmente a todos los asi cubiertos no se logra el propósito de mejorar comparativamente a los más vulnerables (los que tienen menos pensión)
Comparación con el debate sobre salud
En el caso salud no estaba de por medio la falla en la prestación del servicio. La cobertura era bastante alta (más del 90 %) y relativamente pasable. No se tocaban por la tanto las IPS que son las operadoras (por ser mayormente privada no se privatizaba el servicio mismo) y lo que estaba cuestionado era el sistema de aseguramiento porque no era satisfactorio: en parte porque estaba en crisis estructural (de 117 EPS cerca de 100 habían quebarado) y en parte porque se consideraba que parte de la crisis se debía a que las EPS en la práctica eran básicamente intermediaras financieras (‘la salud era un negocio no un derecho’) que representaban un sobrecosto para el sistema. El problema a la base era de todas maneras la suma por capitación (a lo que está obligado o puede el Estado destinar a la atención por paciente) que nunca será suficiente para satisfacer la totalidad de las necesidades. Y el meollo del debate, la centralización del manejo de los recursos en la institución estatal, el ADRES. Todo estaba tan claro que las EPSs (Acemi) ya habían acordado y solicitado convertirse en ‘gestoras’ antes de que hundieran la reforma y consideraran eso una victoria.
En ambos casos (tanto para la crisis financiera del sistema de salud como en cuanto a la deficiencia estructural del sistema pensional) lo que subyace como confrontación es la diferente ideología entre quienes asumen que por ser una responsabilidad del Estado debe éste asumirla; y quienes consideran que es más eficiente el sector privado y por eso debe delegarse en él esa responsabilidad.
Del mismo autor: Mayor, viejo o anciano