Sobre la nominación de Timochenko al premio Nobel de la Paz

Sobre la nominación de Timochenko al premio Nobel de la Paz

¿Qué tan dispuestos estamos a ver a un hombre como Timoleón Jiménez recibir el reconocimiento al aporte a la paz mundial?

Por: Valentina Arteaga
octubre 12, 2015
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Sobre la nominación de Timochenko al premio Nobel de la Paz
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Que entre risas y suspiros se nos vaya la historia de los reveces de nuestro país no es nada que sorprenda. Perdimos nuestro sentido de conservación, nos hemos llenado de odio con el mundo y podemos notarlo con solo poner un pie en la acera cada mañana que salimos a cargar con nuestra cruz laboral.  Pero de ahí, a aplaudir, apoyar y premiar el reconocimiento de aquellos que han desangrado nuestro suelo y que han querido hacer campaña política con el dolor de quienes menos culpa tienen en esta guerra, hay mucha tela que cortar…

El proceso de paz que se lleva a cabo entre el gobierno colombiano y las FARC ha traído consigo una cantidad de críticas negativas justificadas, que, aunque con intención, no han podido frenar lo que los colombianos hemos anhelado con ansias: una esperanza real de paz.

El perdón no se le niega a nadie, y para nadie es un secreto que el orgullo no puede ser el timón de un barco que se está hundiendo hace más de 50 años, pero ¿qué tan dispuestos estamos a ver a un hombre como Timoleón Jiménez recibir el reconocimiento al aporte a la paz mundial que recibieron hombres como Theodore Roosevelt, Martin Luther King, Nelson Mandela, entre otros tantos?
Una cosa es firmar la paz y aceptar la reinserción social de unos de los protagonistas de la más grande oleada de guerra con la que ha cargado Colombia con la intención de no perpetrar el terror en la vida de nuestros padres y de nuestros hijos, y otra muy distinta es reconocer, entre tantos aportantes de paz, al cabecilla principal de un grupo terrorista que ha atentado contra la población civil con ambiciones netamente económicas y de poder. ¿Es esta, entonces, una burla más hacia el pueblo colombiano? ¿La sangre de nuestros compatriotas no tiene ningún valor?

He aquí el por qué el tomar la decisión de un cese permanente al fuego y una desmovilización no es motivo de admiración o alarde cuando se tiene un prontuario criminal que incluye secuestro, terrorismo, homicidio, rebelión, reclutamiento de menores, hurto calificado, daño en bien ajeno, narcotráfico, extorsión, conspiración, sedición, concierto para delinquir, entre muchos otros.

Para poder respetar y admirar a un personaje de tal magnitud en la historia del derramamiento de sangre injustificado de nuestro país tendríamos que olvidar entonces a la señora Ana Elvia Cortés y el aceleramiento de su pulso cada que sonaba el collar bomba que le habían puesto los admirables representantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, la cara de su esposo al ver que, en el afán de acabar con su sufrimiento, un mal movimiento acabaría con su vida dejándola en pedazos en la carretera; olvidar también el asesinato de los seis patrulleritos de la policía del Huila con una carga de dinamita y ráfagas de fusil , la chiva-bomba en Cauca en pleno día comercial en la que aparte de los policías, murieron cuatro civiles y quedaron en la calle 80 familias, ya que las casas fueron irrecuperables; el sufrido y largo cáncer de Andrés Felipe, hijo de un militar secuestrado que murió suplicando ver a su padre nuevamente, y ocho días después de su muerte fue vilmente asesinado a tiros por la espalda. ¿Qué crimen hay más repudiable que el abuso sexual a una persona, y peor aún, si esta es menor de edad?; ¿fueron estos, entonces, crímenes avalados por la cabeza militar de las FARC Timoleón Jiménez, hoy nominado al premio nobel de la paz?

Llegó la hora de pensar, Colombia…

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