Soy médico cirujano desde hace 38 años, vengo dedicado a estudiar concienzudamente todas las afirmaciones y supuestas maravillas de la medicina alternativa, no aspiro a que se acabe, porque el ser humano es tremendamente vulnerable y frente a la enfermedad y a la inminencia de la muerte es muy susceptible a creer en milagros y panaceas inexistentes.
Pero sí espero a que la gente que tenga oportunidad de visibilizar un problema gigantesco en materia de salud que transcurre en forma silente, gracias a la ignorancia y a la desesperación de un pueblo incauto y desesperado sin distingos de clase ni posición social, cuando se trata de afrontar un problema de salud crónico o incurable, los cuales por desgracia son la inmensa mayoría.
Faltan años luz para que el hombre pueda vencer a la enfermedad y prolongar su existencia y muchísimo menos con el uso de las mal llamadas terapias alternativas, las cuales carecen por completo de sustento científico, pero se amparan muy bien en la política.
Tan es así que con la ley de talento humano en salud con dos artículos y un paragrafito, le abrieron un boquete inmenso para que la farsa y el engaño campeen alegremente por el país y hoy estamos inundados por charlatanes posando de científicos: homeópatas, ayurvédicos, acupunturistas, chamanes y no pocos inventores farsantes, a quienes les dan tratamiento de médicos especialistas.
Entre estos miles de estafadores me referiré a uno bastante famoso, a manera de ejemplo, porque hace cinco años sucedió un hecho trascendental: sancionaron, por fin, a Jorge Hané, por su redu fat fast, multándolo con setecientos ocho millones setecientos ochenta y cinco mil pesos ($708’785.000).
Ahora, 800 millones de pesos para él fue una suma risible. Llevaba veinticinco años facturando muchísimo más, atracando literalmente a la población inerme y cautiva, idiotizada con lo que prometía: adelgazamiento total, comiendo lo que a uno le provoque, sin dietas, ni ejercicios, ni procedimientos, ni medicamentos tóxicos, sino con el consumo de su maravilloso producto; no bastaba la multa, en un país civilizado le cerrarían el negocio y lo encarcelarían, pero algo es algo.
Se debería ir pensando en bloquear a miles de individuos que diariamente hacen lo mismo que Hané, ante la indiferencia total de los entes de vigilancia y control, con la complicidad silenciosa de los ministerios de Salud, Educación y Comunicaciones, a quienes me he referido al respecto en múltiples oportunidades, para que se intervenga en un asunto silente, pero de enormes proporciones.
¡Estados Unidos gastaron más de veintisiete mil millones de dólares en el año 2000 en medicinas mal llamadas alternativas! Es que la estulticia no es sólo nacional, ni de gentes ignorantes o menos favorecidas: usted puede ver fotos de cierto expresidente, exsenador y expresidario, así como a su exministro de Agricultura -reo castigado “ejemplarmente a dieciocho añitos” de cárcel jugando golf en la escuela militar, pero preso al fin-, tomando gotas homeopáticas dizque para calmar la ansiedad y la manía.
Ellos son claros casos de la auténtica falta de efectos de todos estos preparados, porque ni al expresidente se le quitan las ínfulas de grandeza, ni la megalomanía, ni los rencores, ni los vínculos con la delincuencia más peligrosa del país; ni al exministro su angustia por permanecer “ privado” de la libertad, sin poder abudinear ni duquear como antes.
Todas las personas que se dedican a la medicina alternativa usan productos absolutamente inservibles (naturales, homeopáticos, ayurvédicos, de origen indígena).
Muchísimos engrupen a las personas con terapias de nombres rimbombantes como la bioenergética, la holobiocibernética o la medición de la entropía cuántica; todos utilizan aparatos fraudulentos como dermatrones, lec 03, mora test, electrómetros de hubbard, zap, gemas, pulseras, anillos y suspensorios magnéticos, sin olvidar los cuencos tibetanos, los neurocalorímetros o las camillas vibrantes coreanas.
Hay muchos médicos, enfermeras, bacteriólogas, fisioterapeutas, odontólogos dedicados a ella, pero son infinitamente mayor en número los teguas y los avivatos, los timadores profesionales.
Todos son estafadores, algunos a plena conciencia y otros creen genuinamente en el efecto de lo que promulgan, lo cual potencia su peligro para el vulgo, porque asaltan la buena fe de los pacientes, prometiendo curación de todos los males, algo que la medicina de verdad, apegada a la evidencia científica, no puede hacer.
Son miles de pacientes que abandonaron el tratamiento instaurado por los médicos de verdad, para abrazarse al oropel de lo alternativo, lo holístico y murieron por tal causa. Steve Jobs, por ejemplo, fue uno de ellos. El hijo de Travolta fue otro muerto por dedicarse a la cienciología, que no tiene absolutamente nada de ciencia, inducido por su papá.
Pero volvamos a Colombia: no se sabe cuántos registros ha dado al Invima a preparados homeopáticos, productos “naturales”, “carentes de químicos”, y a todo un gigantesco arsenal de productos clasificados como alimentos o suplementos, pero sus promotores los ensalzan hasta la saciedad como la panacea para curar todas las enfermedades.
Haga una simple regla de tres: si Hané, que llevaba veinticinco años estafando a la gente, pudo haber facturado perfectamente cien mil millones de pesos. ¿a cuánto equivaldría lo acumulado por miles de charlatanes de todo el país, en centros médicos, oficinas, clínicas, plazas de mercado, supermercados, droguerías, en los terminales de transportes, con vendedores ambulantes? Alcanzaría para financiar la salud y la pensión de todos los colombianos… De manera tal, multado un bandido, lo propio requeriría hacerse con el resto.
Pero resulta que tendrá que abordarse el problema integralmente, en el Congreso y en los ministerios de Salud, de Educación y Comunicaciones -plagado de delincuentes, amigos, partidarios y practicantes de estas “alternativas”- para revertir la ley 1164 de 2007 que legalizó el ejercicio de las medicinas alternativas.
Y en las universidades, a sabiendas de la veracidad de mis apreciaciones, están deformando al médico, a los profesionales de salud, induciéndoles a tan sugestivas y atrayentes prácticas, aunque inútiles para los pacientes… se crearon programas para vender diplomas en muchas entidades reconocidas y en miles de instituciones de garaje.
Puedo asegurar que este problema es infinitamente más grande, en términos de frecuencia, de costos y de años de vida saludable perdidos, que las ocasionales fallas y muertes en tratamientos contra el cáncer, por cirugías plásticas complicadas, por los carteles de la hemofilia o por la lentitud, la inoperancia y corrupción de las EPS.
De manera tal, me permito hacerle las siguientes consideraciones:
A) Solicito comedidamente un espacio para exponer el problema, para visualizarlo en redes sociales, en una presentación máximo de 45 minutos. Sería ideal contar con medios de televisión, radio, prensa hablada y escrita, para realizar los experimentos que demuestren la veracidad de mis afirmaciones y la absurda falsedad de las diversas mal llamadas medicinas alternativas, aprobadas por la ley de talento humano en salud del año 2007. Todo un esperpento que avaló las prácticas mencionadas, con tal que, quien se dedique a ellas, fuera médico o profesional de la salud, sin tener en cuenta si servían o no, que es lo que realmente debe importar.
B) Debemos iniciar gestiones ante el Senado para modificar la ley de talento humano en salud en sus artículos 18, 19 y 20, incuestionablemente perjudiciales y abolir la legalidad de tales prácticas.
C) Es imperioso intervenir ante el Ministerio de Educación para suprimir permanentemente licencias a universidades, institutos y escuelas con programas de formación, diplomados, especialidades y cualquier clase de formación con programas en las mal llamadas medicinas alternativas en España, Francia, y los EE.UU. Ya las universidades han comenzado a suspender estos programas de manera que como nosotros vamos treinta y más años atrás, ya es hora de empezar a hacer algo por la población. no solo agobiarlos a punta de reformas tributarias y violencia de Estado.
D) Gestionar ante el Ministerio de Salud la conformación de un comité de expertos representantes del estamento científico nacional, constituido por médicos, físicos, químicos, matemáticos, estadísticos, farmacólogos, químicos farmacéuticos, astrónomos, odontólogos, biólogos, bacteriólogas, enfermeras, fisioterapeutas, ingenieros de alimentos, etc., para evaluar y refrendar la ineficacia total de estas prácticas y por lo tanto, abolir su uso.
Hace seis años sancionaron a laboratorios Boiron en Estados Unidos con 12 millones de dólares de multa por vender productos falsos, carentes de sustrato científico alguno, por ineficaces, ¿por qué permitirles operar impunemente aquí?, tuvieron que cambiar los etiquetados para que claramente se leyera en los nuevos empaques que dichos productos carecen de indicación terapéutica, ¿con qué objeto permitir que la gente los utilice?
E) Hacer el llamamiento a Invima para que de la misma manera que sancionaron en los Estados Unidos a Boiron, se haga lo propio con todos los laboratorios que venden dichos preparados en Colombia. Boiron, Heel y Falcon son solo tres de muchas empresas que deberían anunciar que sus preparados carecen de principio activo y por ende, de indicaciones terapéuticas.
F) Acto seguido, como con Hané, hay que bloquear a los comerciantes y productores de miles de estos miles de “suplementos” registrados en Invima, catalogados como alimenticios, pero promocionados como medicamentos, milagrosas panaceas, entre los cuales están: noni, esencias y aceites florales, todos los productos Herbalife, Omnilife, Natursunshine; productos ayurvédicos, te chino del doctor ming, potenciadores sexuales naturales y adelgazantes, rejuvenecedores, entre otros.
G) Prohibir la comercialización y promoción de dispositivos fraudulentos para la salud: dermatrones, scio, biocibernética holográmica, pares biomagnéticos, balances polares, filtros de luz, agua magnetizada, ozonizadores, cámaras kirlian, las camillas magnéticas vibrantes, cámaras hiperbáricas y de orgone; pulseras y anillos bioenergéticos, o tenis y fajas para reducir de peso…
Luchar contra el fraude en salud es imposible solo, es muy desigual la pelea frente a farsantes y vividores que nos llevan un largo trecho, pero es un deber ético educar a la población, a los enfermos, en la medida de nuestras posibilidades a ver si en un futuro cercano se puede cristalizar el sueño de acabar con tal flagelo, inmerecido por la sociedad, toda ella.
Reitero: no solo los pobres y los ignorantes caen en la trampa de la medicina alternativa, que no es la una ni lo otra.
Fernando García Ortega, M.D.
Médico cirujano
Universidad Nacional de Colombia
Resolución MinSalud 13389/84
Tarjeta 19291177 del Colegio Médico Colombiano