Ha sido costumbre en Colombia ufanarnos y sentirnos emocionados por el sistema democrático que poseemos, especialmente en las coyunturas mediáticas y políticas en las cuales las situación sociopolítica de países como Venezuela y Cuba hacen parte de la agenda nacional. Sin embargo, nuestra democracia parece más un sistema fallido que esconde en el papel y que a la hora de la realidad lejos está de ser verídica.
Basta con revisar algunos datos para darnos cuenta de las profundas vetas que existen en el sistema democrático de nuestro país: la abstención en las últimas elecciones supera en algunos casos el 60% del censo electoral; la penetrada corrupción en las esferas gubernamentales sirve de engranaje para que instituciones que en principio deberían ser de debate y construcción democrática sobre la base de la representación ciudadana se conviertan en lobby de intereses particulares; el sistemático asesinato de líderes sociales y defensores de derechos humanos; y por último, la constante imprenta de la corrupción y el silenciamiento de las diferencias políticas e ideológicas dentro de los partidos políticos.
Para evidenciar este último aspecto es suficiente referirse a lo ocurrido en el VII congreso del partido liberal en el cual se firmó el manifiesto del partido. En este documento, las directivas de la colectividad obligan a quiera participar en la precandidatura presidencial a defender los acuerdos de paz entre las FARC y el gobierno, así como las libertades individuales. Decisión que de facto censura a la senadora Viviane Morales y a la también senadora Sofia Gaviria en las consultas de dicha colectividad.
Ambas senadoras se han ganado su participación y reconocimiento en el escenario político con fuerza y empuje, y aunque usted no esté de acuerdo con sus posturas sobre diversos temas, la democracia es esencialmente tener la apertura para escuchar las diferencias y construir sobre estas un consenso social. Precisamente, la senadora Sofia Gaviria vio truncada su aspiración a ser precandidata por negarse a firmar el manifiesto del partido, sobre lo cual ya ha entablado medidas legales ante diferentes estamentos. La senadora Gaviria ha sido una crítica férrea de la perdida de identidad y de los principios fundamentales de las toldas rojas. De hecho, se ha convertido en la piedra en el zapato de los perpetuos apellidos del partido: Serpa, Gaviria, Galán. Al final, es una política coherente con sus posiciones y eso ha molestado a más de un liberal dentro de su propio partido.