Extracto el siguiente cuadro que obtengo del texto Qué decepción, escrito por Germán Vargas Lleras.
“Programa del actual gobierno pomposamente llamado Vías para la Legalidad”.
Nombre del tramo Kms. contratados Kms totales
Lejía -Saravena 47 150
San Francisco-Mocoa tramo 2 13 Todavía faltará
San Francisco-Mocoa tramo 3 12,5 el 68%.
Uribia-Puerto Bolívar- Cabo de la Vela 39 230
Duitama-Charalá-San Gil 41 137
Puerto Arimena (Meta)-Puerto Carreño (Vichada) 34 623
Neiva-San Vicente del Caguán-Florencia 47 343
Zipaquirá-Barbosa-Bucaramanga 63 344
Puerto Boyacá-Otanche-Zipaquirá 43 290
Es indudable que las vías de la legalidad, muy a tono con la ideología en boga del gobierno, es una especie de slogan antes de la partida; como si ya el ejército nacional estuviera listo entonces para avanzar en la trituración del Acuerdo de Paz por esas carreteras, Contra la Impunidad; aunque por la magnitud de tramos que faltan se desarmen los vehículos militares mientras tanto.
Si no pudieran hacerlo todavía quedaría la opción de los falsos positivos sin los peligros del volcamiento de vehículos, material de intendencia, etc. Claro, nunca se ganaría la guerra interminable, usándola como un fin y medio al mismo tiempo.
Pero eso no es lo que Germán Vargas ataca. Se sabe que entregó su propio Programa de Gobierno par que lo ejecutara Duque antes de claudicar; no recuerdo si en solemne ceremonia. Cascarrabias, la piedra llerista todavía le dura.
Lo que Vargas Lleras denuncia, casi hasta desgañitarse en su columna es que además de irrisorio, se financia primero con vigencia futuras y, segundo, con plazo de ejecución a 8 años. Razón tiene Vargas Lleras.
Debe estar pasando rápidamente de la decepción a algún movimiento de indignación masivo, con las consecuentes marchas que se sucedieron a lo largo y ancho del mundo.
Pero, no creo. No llegará hasta allá. Además el análisis que hace se queda un poco corto. No hace una crítica plena. Por ejemplo, cómo es eso de contratos financiado con vigencias futuras de cara a lo que se ha denominado la Regla Fiscal. ¿Qué tanto admitirá la Regla Fiscal que un gobierno paralice, o le haga la plana a otro, con 8 años de anticipación. Algo avanza Vargas en esa lectura aunque no mencione la Regla Fiscal.
Dice: “el alcance de las obras se verá seguramente reducido, y como los contratos incluyen la revisión de los diseños entregados, es seguro que las obras se reducirán en su alcance y todo esto terminará en un incremento de los presupuestos asignados, cuando no en reclamaciones y adiciones millonarias”. Eso es una definición de populismo descarado de la peor especie, aquí y en la Patagonia, en cabeza de un gobierno del Centro Democrático. Que conste que no lo digo yo.
Desde mi punto de vista esta es una de las críticas más violentas y, sobre todo más sustentadas y con conocimiento de causa, fue ministro de Obras Públicas en la administración anterior, contra gobierno alguno que jamás se haya realizado. No entiendo por qué todavía no se ha dicho que Vargas Lleras se pasó al petrismo.
Claro, todavía eso no es lo peor.
Todo lo que dice Vargas Lleras está cobijado en lo que se ha estado llamando los contratos iomperfectos. Acá parece que la imperfección llega hasta asumir el Ministerio que sus propios diseños estarán sometidos a la revisión calculada de los contratistas, con lo cual se traspasa subrepticiamente una obligación pública del Estado a un particular.
No se sabe, quizás ni siquiera se ha calculado, tampoco aparecería en el contrato, hasta dónde puede ser el impacto de las modificaciones de diseño a que haya lugar.
Vargas Lleras asume que también habría una indexación de los presupuestos de los contratos. Eso sin mencionar que tales presupuestos, razón hecha del incremento del salario mínimo, ya estarán absolutamente desfasados. Más las devaluaciones, y nuevos incrementos de salarios mínimos durante 8 años, que próximamente nos caigan; que para eso tenemos pandemia. Ojo, apenas vamos por la tercera cepa y segunda ola grave.
Renglón aparte le hubiera merecido a Vargas Lleras esa componente de las reclamaciones o de las adiciones millonarias. Por ejemplo, quién podría ser el responsable de tales asuntos de gobierno que tal como están descritos quedan al garete. Alguien debe quedar que gestione a distancia o, como se dice, patine, la evolución de los mismos. Además, no pueden echarse en el mismo saco la componente Adición, con la Reclamación.
No van en el mismo costal. Unas serían más onerosas que las otras. La reclamación podría implicar que toda la plata se vaya en líos y no se haga kilómetro alguno. Ambas complicarían el cumplimiento de la Regla Fiscal del gobierno a quien competa el chicharrón.
Sin embargo, tales contrataciones podrían ser el efecto de la intromisión de una concepción mafiosa dentro del gobierno. Lo que digo es que esos líos anticipadamente previstos por Vargas Lleras, bien pudieran estarse planeando anticipadamente con ciertas complicidades. Pero Vargas Lleras no lo dice.
Valdría la pena averigua en manos de quiénes caen tales adjudicaciones. Vargas Lleras tampoco avanza en ello. Quizás no lo hará. Nunca. Y cabe saberse por qué en alguien tan trajinado en la contratación pública.
Ahora bien, lo que si hace Vargas es lanzar, más que un dardo, una lanza de esas llaneras de Páez en la campaña libertadora, contra el célebre ministro uribista, Andrés Uriel Gallego, “mentor y guía del doctor Gil, actual director de Invías. Seguramente sea este genio quien embaucó a la “madrina” de la infraestructura para que se embarcará en un programa ineficiente, costosísimo y que no dejará más que frustración y pérdida de recursos”.
Esta frase de Vargas Lleras de verdad rasca. Claro, si es una lanza debe entrar más allá de la piel. En la famosa estatua del Pantano de Vargas cita en Boyacá tales lanzas aparecen de tamaño normal, casi en vivo y en directo, y son más peligrosas que un tiro en el oído.
Pero, me intriga, quién será la “madrina” mencionada. Se referirá Vargas de sopetón al entorno muy central del señor Mayorquín recientemente defenestrado de Palacio? ¿O es que hay otra? Mejor dicho, ¿cuántas hay?
Ahora bien, por qué trae Vargas Lleras la reminiscencia de Andrés Uriel Gallego. Sugiere una continuidad desde esa época al insinuar que un tal doctor Gil es el gestor de semejantes esperpentos contractuales. ¿Se extiende, a su tenor, una línea de contratación, de contratistas, de concesiones viales desde aquella época prediluviana? Vargas Lleras sabe mucho más de lo que divulga.
Vargas no inspecciona las vísceras de los contratos; en efecto, quiénes son los congresistas que pudieran tener equipo subcontratado en esas obras. Senadores y Representantes del Congreso son dueños de bulldozeres, cargadores, retroexcavadoras, volquetas, motoniveladoras, trituradoras, plantas de asfalto. Y hay testaferros también. Y, ojo, como subcontratistas es a quienes primero les pagan cuando se saldan las actas parciales por parte del Ministerio. Claro, los precios de contratación deben ser acordes para alimentar esta cadena selectiva de cuello blanco. Mermelada a torrentes.
Vargas no menciona que las reclamaciones pudieran hacerse desde los primeros cuatro años, es decir, durante la administración siguiente. Eso podría ser una bomba dispuesta a estallar cuando se considere conveniente, sobre todo, si el cambio no beneficia a los adláteres del gobierno actual. ¿Qué diría Vargas Lleras entonces ante un entorno político de esa magnitud?
Finalmente Vargas Lleras ataca a fondo. Es posible que yo no hubiera escrito esto si él no termina de la siguiente forma: “Ninguna de esas obras se verá antes del 2030, pues esos son los plazos contractuales y posiblemente tampoco después de ese año. Pero, ¿a quién le importa? Ya van de salida y en modo campaña?”.
Pelea Vargas Lleras en el infighting. ¿Por cuál herida suspira? ¿Estará más asombrado que gallina criando patos con su feliz claudicación? Será que el gobierno contraatacará diciéndole que eso estaba en el mamotreto de programa de gobierno que les legó?
Podría sintetizarse toda esta opción populista citando otra de sus frases. “(…) Es esta una muy mala práctica. En contraste con el anterior gobierno, que de 59 proyectos estratégicos en obra pública solo en 7 casos se pidieron vigencias hasta 2019 y en 2-Medellín y Pereira-Quibdó hasta 2021. Sobran las explicaciones”.
Obvio, no nos dice si tales adjudicaciones se hicieron en “modo campaña”. Al parecer el populismo carreteable viene desde hace rato.
Finalmente, sostengo que Vargas Lleras se empalaga. Denuncia que ese programa, semi descrito en la tabla de arriba, está “propuesto en el marco de la reactivación económica”. ¡Es increíble!
Una prueba irrefutable de que eso es populismo de la peor laya se desprende del título del programa: Vías de la Legalidad. Cómo alcanzarán a ser unas vías simplemente de la legalidad. ¿Y si por allí transitara la droga del narcotráfico? Y si por allí…(mil millones a la enésima potencia de conjeturas más).
Además, configuraría alguna especie de falso positivo en obras públicas: dan a entender que están solucionando un problema, ¿ganando la legalidad?, pero todo es un chorro de babas. Hablan como si fueran a entregar las obras mañana y ni siquiera estarían listas para el 2030, eso sí, con plata de otro gobierno. Y no entregarían, jamás, el mismo número de kilómetros que han contratado. Vargas Lleras tiene razón: solo un genio, muy gil por cierto, pudo haber ideado semejante esperpento.
Nota. Vargas Lleras dice en El Tiempo algo que no se sabe por qué la Contraloría no investiga desde ya. Y la Procuraduría: “Los que he mencionado son los casos más emblemáticos. En este reparcheo disfrazado nos vamos a gasta 5.6 billones de pesos que nada solucionarán”.