Crisis de la facultad de Ciencias Humanas de la U. Nacional

Crisis de la facultad de Ciencias Humanas de la U. Nacional

Producto de una política estatal de desfinanciación

Por: Sergio Fabián Lizarazo Vega
febrero 23, 2015
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Crisis de la facultad de Ciencias Humanas de la U. Nacional
Foto: olapolitica.com

La profunda crisis que atraviesa hoy la facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia es producto de una política estatal de desfinanciación de la universidad pública que hace décadas viene profundizándose de manera paulatina. Esta política está enmarcada en las características históricas del sistema de producción capitalista y, de manera particular, en sus estrategias neoliberales de restringir al máximo el campo de acción del Estado respecto a los derechos fundamentales de la población, dejando como único prestador de estos ahora llamados “servicios sociales” a las leyes del mercado y a aquella metáfora bastante criticada de la “mano invisible”.

Respecto a tal problemática, es necesario exponer algunos puntos que permiten dimensionar la magnitud de la preocupante situación y proponer algunos elementos de respuesta de la comunidad universitaria a este respecto.

1. Hay quienes consideran que el neoliberalismo es la fórmula perfecta para solucionar los problemas de la sociedad

Pareciera que esta afirmación carece de importancia, toda vez que alude a un elemento bastante obvio para la discusión: somos los seres humanos quienes diseñamos estructuras sociales, quienes las reinventamos o las destruimos. Sin embargo, precisamente la importancia de esta idea para los fines argumentativos del texto radica en que permite develar y ubicar la responsabilidad de los problemas estructurales de la sociedad contemporánea en seres humanos que han acumulado poder político a lo largo de la historia –como correlato del proceso del acumulación de su poder económico- y que han tomado, y siguen tomando, decisiones para favorecer dichos intereses.

En este orden de ideas el problema estructural de la educación en Colombia, como la mayoría de dificultades nacionales, son el resultado de decisiones deliberadas de gobiernos y sus grupos que representan, que han optado por seguir al pie de la letra las fórmulas de la élite intelectual mundial que construye teorías y propuestas de “desarrollo” para todo tipo de países lejos del conocimiento de sus realidades; propuestas descontextualizadas que socavan la posibilidad de construir ordenamientos sociales en los cuales, por ejemplo, el acceso a la educación superior no sea el producto de un juego de lotería, sino la plena posibilidad de todo aquel que opte por esta decisión de vida.

2. ¿Por qué la educación superior no debe ser entendida como un “servicio social”? Algunas ideas a propósito de la complejidad del problema

Uno de los grandes interrogantes que puede surgir a la hora de dar lectura a estas críticas está relacionado con el por qué la concepción y puesta en marcha de la educación superior como un servicio social no es la deseable en un país como el colombiano.

Semanalmente es posible encontrar en los medios de comunicación distintos tipos de elucubraciones construidas por académicos de gran reconocimiento en la esfera pública que de manera clara profesan y promueven la ejecución de políticas a favor de dicha concepción. Palabras más, palabras menos, se encuentran argumentos que aluden a la loable labor del mercado en el ejercicio de regularización de la oferta del servicio educativo universitario y se promulgan ideas que ubican la responsabilidad de la crisis de las universidades públicas del país en la gestión administrativa llevada a cabo por “x” o “y” funcionario.

Estás ideas son falaces. No hay nada más engañoso y desleal que querer encubrir con sofismas muy elaborados los intereses y las decisiones de inmortalizar un sistema social que se fundamenta en la exclusión, la pobreza, la desigualdad social, la guerra y la antidemocracia en el país.

La principal consecuencia de asumir la educación superior como un “servicio social” (entre muchas otras) alude al desmonte de la responsabilidad estatal de garantizar este derecho fundamental y bien común a la población. Tal y como sucede con el transporte, la vivienda, la salud, la recreación y muchos otros ejemplos, esta concepción ha llevado a que las instituciones públicas compitan en el mercado con emporios económicos que históricamente han hecho de la educación el más lucrativo de los negocios. Lo que subyace a esta discusión no es el encuentro de dos visiones disímiles sobre la educación y sus implicaciones prácticas. Es fundamentalmente esta discusión una de las expresiones de síntesis del antagonismo de dos visiones de mundo y particularmente de dos proyectos políticos incompatibles. El primero interesado en mantener el statu quo y el segundo el interesado en subvertirlo.

3. Las Ciencias Sociales y Humanas no pueden ser entendidas como un elemento accesorio en nuestra sociedad

En los últimos meses los académicos de las Ciencias Sociales y Humanas hemos asistido a una interesante discusión entre distintos departamentos y facultades de este campo del conocimiento y COLCIENCIAS, a propósito de los estándares de medición de la producción científica en el país. Ha sido esta trascendental discusión, emanada de la interpelación y objeción categórica realizada por algunos docentes y grupos de investigación de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia, la expresión más sincera del sentir de muchos hombres y mujeres que hemos querido poner en marcha nuestros proyectos de vida en la actividad educativa e investigativa

En este orden de ideas no es posible comprender las dimensiones de la crisis de la Facultad por fuera de dicha discusión. Por el contrario se hace evidente y necesario asumir la lógica despectiva con la cual se asume, por parte de los administradores de las instituciones que direccionan la educación y la ciencia en el país, las producciones que se construyen por parte de humanistas y científicos sociales. Sin lugar a dudas la querellas ontológicas y epistemológicas que tienen lugar hoy en día en Colombia, generan consecuencias concretas en, por ejemplo, la financiación de programas académicos que carecen de interés para los administradores técnicos de instituciones como el Ministerio de Educación Nacional o COLCIENCIAS.

A este respecto habría que preguntarse ¿No son precisamente las Ciencias Sociales y Humanas las llamadas a construir procesos de comprensión colectiva sobre la historia y los distintos tipos de relación que se dan en una sociedad? ¿No tienen las Ciencias Sociales y Humanas un rol protagónico en los procesos de construcción de Paz con Justicia Social que deberán ser transitados en un país como el colombiano? ¿Por qué razón desprestigiar, desfinanciar y desestimar dicho rol de las humanidades en el actual contexto del país?

Una vez más aflora la respuesta del proyecto de nación del bloque hegemónico de poder en Colombia. Los discursos que intentan encubrir sus intereses son descubiertos en ejemplos tan concretos como este. Al gobierno de turno y a la clase social que representa no les interesa en lo más mínimo un proyecto de país que incluya a las Ciencias Sociales y Humanas en la construcción de la Paz, fundamentalmente porque no le interesa la Paz. Le interesa la perpetuación de un modelo económico en que el despojo de los recursos naturales y las comunidades del país es el principal motor, la principal locomotora para satisfacer sus intereses netamente económicos.

4. Algunos elementos de propuesta para comprender y afrontar la crisis de la FCH de la Universidad Nacional de Colombia

a. Organización social

Como respuesta a la crisis profunda que atraviesa la universidad pública colombiana y en particular, la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia, la organización social se levanta como aquella posibilidad en la cual los sujetos que componen estas unidades académicas interpelen al establecimiento, exigiendo las garantías para el cumplimiento pleno de sus derechos.

En este punto es trascendental que los estamentos de docentes, estudiantes y de trabajadores converjan en iniciativas unitarias de construcción programática y de movilización que sinteticen los intereses generales de cada uno de los mismos. Vale la pena mencionar, además, que a este proceso deberán ser bienvenidas todas las miradas. Entre más amplio y democrático sea el proceso de construcción mayores posibilidades de lograr los objetivos trazados de manera colectica. El espíritu unitario de este proceso deberá convocar a madres y padres de familia, a egresados y egresadas y a las gentes del común de la sociedad colombiana con miras a defender el pensamiento crítico que se gesta en esta Facultad.

b. Movilización social

Al anterior elemento es necesario agregar la perspectiva de movilización social emanada del profundo sentir de quienes padecen las consecuencias directas de la crisis educativa en la actualidad. Como la historia de la política en el mundo y en el país han enseñado, la lucha social es el único garante para los sectores sociales, de enfrentar las arbitrariedades llevadas a cabo por quienes detentan el poder en detrimento de los intereses de las mayorías.

c. La paz no es una quimera. Es la síntesis de la consecución de las demandas sociales

Asumir la disputa por un nuevo modelo de educación superior en el país es necesariamente asumir la lucha por un nuevo ordenamiento social y económico. Desde esta perspectiva la propuesta de construir un movimiento estudiantil por la paz con justicia social, que desemboque en la Asamblea Nacional Constituyente, se reviste de importancia en tanto brinda perspectivas estratégicas a dicha lucha social. No se puede tratar simplemente de luchar por presupuesto para la educación superior y la Facultad (lo cual es necesario), sino que como se intentó demostrar en el apartado anterior, dicha lucha debe estar enmarcada en un espectro organizativo y de movilización social que desborde los límites de la universidad, dialogando y construyendo con la sociedad colombiana un nuevo proyecto de país.

En este sentido, construir un movimiento estudiantil y social por la paz con justicia social, que tenga su epicentro histórico a la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, puede llegar a fortalecer de manera profunda todo ejercicio y propuesta que emane del mismo. Sobre este punto sería importante asumir que la lucha del movimiento estudiantil contiene un carácter histórico ineludible y en ese orden de ideas revisar, retomar e izar las banderas y propuestas de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil, resignificándolas, profundizándolas, contextualizándolas y enriqueciéndolas, será clave en la consecución de la totalidad de los objetivos que se tracen.

5. Conclusiones

Como conclusión central del documento se puede plantear que la crisis que actualmente atraviesa la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia y, en términos generales, el sistema público educativo, es el producto de decisiones políticas de las élites nacionales e internacionales de perpetuar un sistema de producción como el capitalista que se fundamenta en la explotación de la mayoría de la población mundial para el favorecimiento tanto económico como político de dichas élites.

Bajo esta perspectiva, toda propuesta y proceso construido desde los estamentos universitarios y la sociedad colombiana, deberá ser asumida en el marco de la disputa por un nuevo ordenamiento social que se fundamente en los legítimos intereses de la nación colombiana de democracia, soberanía y paz con justicia social. Para tales propósitos el proceso constituyente y la Asamblea Nacional Constituyente son elementos necesarios para incluir en el análisis sobre la educación superior en el país, en tanto estos representan posibilidades de refundación de los principios del Estado colombiano, en los que será posible garantizar el derecho fundamental y bien común de la educación superior a todos los ciudadanos.

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