El subdesarrollo no desapareció, sino que se agudizó con la llamada globalización. En un país donde no hay interés por el conocimiento científico y la ciencia básica, los empresarios consideran que las ciencias naturales no son necesarias, tampoco el conocimiento social. Así con la apertura económica se hizo posible que se eliminaran las barreras aduaneras y con el cuento de crear competencia se quebraron las frágiles empresas nacionales, además, se dio fin a las empresas públicas. Y, en lugar de fortalecer lo local se llegó a que todo debía seguir la vía de la importación. Y, se dio fin a la producción de trigo para beneficio de los importadores. En el país del “mejor café del mundo” se importa el café, también la papa y el maíz. Los precios de los productos regionales se van al suelo. Incluso las chocolatinas vienen de fuera. Y la hoja de coca se persigue fumigando con glifosato. Al mirar en que consisten las exportaciones se ve que son materias primas como el petróleo y el carbón que se encuentran en entredicho en el mercado internacional. Se venden las hidroeléctricas. Además, se mira como un peligro el proteccionismo que haría posible el crecimiento de las empresas y además la creación de condiciones de trabajo.
Aquello que se producía en cierto modo artesanal también ha caído en el vagón de las importaciones. Es el caso de la industria del calzado. En lugar de producir los zapatos tenis se traen en contenedores que llegan a Panamá y luego a los almacenes, como se puede ver en los centros comerciales y en los almacenes populares. Hay importación de los productos textiles y lo necesario para producirlo como es el algodón. Para completar el asunto no hace mucho que se acordó que los productos de las industrias extranjeras están exentos de impuestos. Y para colmo quienes se encuentran nadando en la riqueza, como son los bancos, los grandes terratenientes e industriales no pagan impuestos porque, supuestamente, crean empleo.
Vale considerar si con este tipo de economía que beneficia a las empresas y al capital extranjero, se genera trabajo. Mucho más la condición de trabajador se degrada. Primero porque el trabajo de tiempo completo no se encuadra dentro de los tres ochos, es decir cuarenta horas a la semana. Además, no hay contratos que vayan más allá de tiempos cortos. Incluso se plantea como una medida de avanzada el trabajo por horas. Y, se han eliminado las horas extras. El salario mínimo, además de ser pírrico, pierde su valor cada día a causa de la devaluación constante del peso colombiano. Por lo tanto, no es tarde el día en que los jóvenes emprendan el camino de la emigración, igual que los venezolanos.
El Estado, cuya función si se acepta que su razón de ser es la res pública, no le interesa la salud de la población porque entrega al negocio a la empresa privada; la educación pública pierde cada día la calidad, como se puede ver en el desmedro de escuelas, colegios y universidades; los programas para la vivienda de la población quedan en manos de los politiqueros. Todo con el argumento que no es función del Estado la dirección, formación y el mantenimiento de empresas estatales que crean riqueza.