En 1599, el padre Gaspar Astete (1537-Coca del Alba-Salamanca.1601) publicó Catecismo de la doctrina cristiana. En 1969, Marta Harnecker (1937-Chile-2019) publicó Los elementos fundamentales del materialismo histórico. El padre Gaspar Astete vivió en la atmósfera de la Contrarreforma religiosa (1543-1563) contra la Reforma protestante, iniciada por Martín Lutero. Marta Harnecker vive en la atmósfera de la Revolución cubana (1959) en los aires de la Guerra Fría (1945-1981) entre el capitalismo y comunismo. El Concilio de Trento prohibió la lectura de la Biblia en lengua vulgar a los fieles y recurrió a los catecismos de Gastar Astete o de Jerónimo Ripalda. En tiempos recientes, en lugar de los textos canónicos de Marx, se recurre a la catequesis religiosa como el A,B,C del comunismo, de Bujarin, Manual de economía política, obra de Nikitin y Los conceptos elementales del materialismo histórico.
Rafael Gutiérrez Girardot, en el ensayo Universidad y sociedad (1986) escribió: “Si se tiene en cuenta que durante más de tres siglos —en España; en la América hispánica puede ser menos— los niños hispánicos han aprendido a descifrar el mundo con el Catecismo de la doctrina cristiana, del padre Gaspar Astete, que apareció por primera vez en 1599, no es difícil deducir que los niños del siglo XVIII, de los siglo XIX y XX, han sido acuñados en un momento decisivo de su socialización por una concepción del mundo y de la vida no solamente anacrónica sino determinada por los problemas de militancia que acosaron al catolicismo católico español del siglo XVI, por los problemas que le plantearon la Reforma de Lutero y el erasmismo. Tras su forma simple de preguntar y de responder, tras su apariencia “racional” se oculta la intolerancia y su forma decisionista de pensamiento (si o no como Cristo nos enseña) que impone naturalmente el sí y crea la noción de “amigo-enemigo”, popularizada por la asignatura de “Historia sagrada” con la frase de Cristo “el que no está conmigo está contra mí”
Y continúa la creencia y la vulgarización: Atilio Boron, en Rebelion, ha escrito sobre la obra de Marta Harnecker. “Por supuesto que esta labor de divulgación, imprescindible y que hoy día necesitamos con renovada urgencia, suscitó reacciones no siempre amables o razonables en algunos sectores de la intelligentzia marxista —en Chile, así como en el resto del continente— que le reprochaban por su “vulgarización” del marxismo. Para estos intelectuales elitistas, nutridos y encerrados en el asfixiante mundillo académico, lo de Marta era casi una herejía. Porque la teoría y sus instrumentos para entender y cambiar el mundo se suponía que reposaban en las sabias manos de una vanguardia iluminada que desde los claustros universitarios convocaba al pueblo a una revolución que nunca llegaba puntualmente a la cita. Por eso ella comprendió de inmediato el significado histórico-universal, al decir de Hegel, de la Revolución cubana, cuando muchos intelectuales e inclusive partidos de izquierda la veían con profunda desconfianza cuando no la calificaban de aventurerismo pequeño-burgués”.