Qué tema tan difícil. En especial porque es muy fácil herir sensibilidades y “tocar” algunos privilegios, por arriba y por abajo. Repito, delicado el asunto, pero es mi tema de hoy.
Quiero hablar del país que cambió la posibilidad de ofrecer oportunidad de progreso social a través de la inversión estatal y del trabajo, por una aberrante ocasión para vivir esperando limosnas del Gobierno de turno. ¡Mortal!
La guerra y la paz son un asunto económico. Es en la pobreza e inequidad social que hace su nido la violencia. Es en la “prosperidad” compartida que una nación halla el espacio para convivir mientras potencializa sus recursos de todo tipo. Son las oportunidades de vida digna con bienestar las que hacen a un país próspero y a una sociedad más equitativa. Igual.
Oportunidad es el nombre de la Paz Social en Colombia. Oportunidad para educarse, para trabajar en aquello para lo que se tiene vocación o formación; oportunidad para tener salud oportuna y confiable; oportunidad para que los grandes capitales no sean especulativos sino creadores de empleo e industria.
Allí, vive la paz. El lugar en donde el profesional, el obrero y el empleado honestos se ganan el pan familiar dignamente… es un lugar de paz. Pan en las mesas, repito. Asunto económico, repito. Oportunidades…reitero. Empleo NO Dádivas.
Familias en Acción, es el ejemplo más claro de lo que no debería hacer el Estado con los dineros públicos: dar regalos en vez de generar empleo para las comunidades más retiradas y pobres. Debe acercarlas con vías que ellos mismos construyan y mejorar su nivel de vida a través del trabajo pago. Es empleo, no limosnas lo que construirá, equidad social. Repartir limosnas no es el camino. No remedia aquello que pretende arreglar.
Mantiene el infame statu quo de miseria existente, no ofrece oportunidades nuevas, gasta enormes presupuestos en forma equivocada. No es creando un país de limosneros institucionalizados, que se saca a una sociedad adelante.
Con las pocas excepciones de los pobres más vulnerables, los sin opción, aquellos a los que su andamiaje social y económico no les oferta ninguna otra posibilidad y que deben subsidiarse, el gobierno no debería mantener el programa “social” de Familias en Acción.
La filantropía privada o estatal NO es pomada para la pobreza, ni vacuna contra la miseria, ya que solo en casos de extrema necesidad e incapacidad para sobrevivir dignamente, es posible dar ayuda económica.
Si en una familia muy pobres hay trabajadores potenciales, es dándoles empleo que se deben apoyar… no con dádivas. Los pobres necesitan trabajo, no limosnas. Tierra al campesino (no en forma de fosas) empleo al citadino. Eso es lo que llamo PAZ.
Con tan enormes recursos como los que despilfarra y “envolata” el Gobierno en este tipo de programas, sí se focalizaran y ejecutaran correctamente creando empleo y realizando obras de infraestructura, caminos y vías terciarias, las familias que hoy reciben una miseria como limosna, tendrían un jornal digno, una vida digna.
Con esos recursos, se podrían priorizar en cada territorio empresas asociativas dirigidas eficientemente; bien capacitadas, bien financiadas y con una gestión oficial honesta, seria y continuada, habría empleo y dinámica económica en esos territorios y en esas familias. La “acción” tendría forma de empleo y trabajo, no caridad anquilosante para los grupos más vulnerables.
Que un grupo económico destine una fracción de sus enormes ganancias para que la “Fundación” que lleva su nombre lleve a cabo inversiones casuales e impacto restringido, solamente sirven para mojar prensa, ganar imagen y reducir impuestos.
Es su “forma de servir” pero que, en una nación con tanta miseria, existan ricos tan ricos que sus fortunas (privadas) se tasen en miles de millones de dólares, y que esas fortunas estén enfocadas no a crear empleo masivo, sino a extraer vastos recursos económicos y a expoliar la economía real, debería ser delito.
Los intereses son una forma de mover el dinero…no una herramienta para expropiar la economía. Y eso es lo que hacen nuestros bancos. NO es con Fundaciones sostenidas con la “menuda” como los ricos de Colombia apostarán a la paz.
Y qué decir de la “filantropía” estatal. Provoca llorar. Muchos miles de millones de pesos se “envolatan” en cada contrato destinado a “inversión social” vía protocolos de contratación. Casi indefectiblemente, fondos públicos van a dar, vía Ley de Contratación o la que esté implementada ahora, a manos de los amigotes de turno del ejecutivo, al que le financiaron la campaña.
Claro está que se debe dar trabajo a los amigos…pero hay que exigir y lograr que los amigos hagan bien el trabajo, a precios y en tiempos justos; desde luego si el amigo respeta tres cosas:
- Su profesión; para hacer lo que le toca con honestidad;
2) El Estado, para cumplir con la Ley y los términos acordados;
3) Al amigo que lo favorece y le tiende la mano…NO hay problema, creo yo.
Que contraten amigos. Solo cumplan los términos de lo contratado. Por mala fortuna, para todos los colombianos, NO ocurre así, la mayoría de las veces.
Sin embargo, esa NO es la faceta de la absurda “filantropía” estatal, que más me molesta. No, señores. Es la miserable “limosna” con la que el Estado colombiano envilece el trabajo honesto y humilla a las familias más humildes.
Lo llaman, pomposamente, “Familias en Acción” y lo relacionan en los gastos como “inversión social” de un Estado paternalista que confunde la fiebre con el calor de las sábanas.
Millones de familias pobres, en las cuales hay 2/3 de sus miembros en capacidad de tener un trabajo o empleo digno, hacen filas miserables delante de un cajero automático que ni siquiera saben manejar, para sacar la limosna que el Gobierno les entrega a tiempo y cuotas fijas, dizque para cerrar la brecha, pero que no alcanza para subsanar las más básicas necesidades.
Familias con opción de uno o dos trabajos o empleos dignos, decentes, con prestaciones de rigor, podrían ascender un paso en su nivel de vida, sí se les contratara, en vez de humillarlas con limosnas. Sí esas enormes fortunas se dirigieran a inversión productiva, infraestructura, por ejemplo, en zonas aisladas, harían la diferencia entre invertir en “cerrar la brecha” y crear Desarrollo. Pero no, las familias reciben su raquítica limosna… y siguen con hambre
Mientras tanto, carreteras y caminos por hacer, construir o arreglar; escuelas por hacer o arreglar; vías fluviales por limpiar, corregir cauces y/o reforestar sus riberas, es decir, obras generadoras de empleo a granel por todo el país, precisamente en donde moran los más necesitados, se harían con menores costos de inversión que las limosnas repartidas a los pobres de cada zona.
Empleo que ofrecería dos cosas que el gobierno en su arrogancia ignora: dignidad familiar y un sustento ganado con esfuerzo propio. Lo que es igual: respeto social. Pero no, se toman miles de millones para “calmar el hambre de ocho días” negando chance de que las familias trabajen y generen ingresos mayores.
Es una infamia, en vez de un logro social. Así, en lugar de incentivar el “ascenso social” y apoyar la erradicación de la pobreza…incentiva una absurda dependencia económica entre los más pobres, que se adhieren angustiados y sin esperanza a la ubre de un Estado que en vez oportunidades económicas…crea la forma más infame pobreza, no ya solo económica, sino espiritual. Los enseña a esperar dádivas fáciles…no a explorar horizontes de sobrevivencia autogenerada.
¡Pobres gentes de “Familias en Acción” olvidados, ofendidos y humillados! Con los miles de millones que se invierten en paliar algo de su miseria, sin conseguirlo, un Gobierno serio crearía fuentes de trabajo masivo cerca de ellos.
Es gente honesta y de trabajo en su gran mayoría. Tienen a varios de sus miembros hábiles para el mercado laboral. Y existen obras de infraestructura de todo tipo NO EJECUTADAS en su entorno. Obras que ellos podrían hacer, vía contratos directos, sin “intermediarios” ventajosos. Los pobres de los lugares aislados… son una mano de obra ansiosa, necesitada, Y la hay de sobra. ¡Trabajo, no limosnas!
En mi humilde concepto “Familias en Acción” NO es un acto de humanismo sino de cinismo político. Una manera absurda de subsidiar la pobreza y prolongarla en el tiempo. Esos “beneficiarios” sí se dieran las condiciones adecuadas, ellos MISMOS ganarían el pan, la salud, una educación adecuada, pagarían su recreación y tendrían el respeto y la dignidad que hoy les falta, y que una raquítica limosna estatal no les da.
Si generamos asistencialismo en vez de fuentes de empleo, los más pobres no tendrán nunca una real oportunidad de salir de su lamentable situación. Ellos NO merecen esa afrenta del gobierno.
Por otro lado, con empleos pagados con los fondos que hoy reciben como regalo, disminuiría la carga general de subsidios a cargo del Estado.
Y aquí vuelve y juega el tema de la paz. Sí en vez de “consignar” tan gruesas sumas en unos Bancos que de paso se llevan, como es apenas lógico, su comisión por manejo, se direcciona a compra y entrega de tierras a los “desterrados”.
Si se les apoya con asistencia técnica y se ofrece acceso a herramientas financieras de bajo costo, pero en las cantidades y los tempos necesarios, (libres de polvo y paja, es decir, sin costos de contratación, léase intermediación no necesaria) la paz florecerá desde el campo…y llenará de frutos y pan barato, las mesas de los trabajadores y los pobres que habitan las ciudades.
Si con esos inmensos fondos se financian muchas de las obras de infraestructura básica que les falta a las regiones y se genera empleo, esas regiones tendrán prosperidad compartida.
Siempre he creído, por mí origen campesino, que el campo es el motor natural de la industria de pueblos y ciudades. Las grandes industrias nacionales hoy trabajan a media máquina o están al borde de la quiebra por falta de un mercado estable, confiable. Todo porque el campo tiene apagado su motor y no tiene poder adquisitivo.
Si los campesinos y la inversión vuelven juntos al campo…los obreros y empleados de las ciudades tendrán puestos seguros y los desempleados más oportunidades. Si yo, aparte de ser un soñador irredento, fuera uno de nuestros sesudos economistas estatales haría estas cuentas: mayor inversión real del Estado = + empleo; + empleo = a mayor dinámica económica general, lo que su vez impulsaría la oferta y la demanda, aumentando el consumo de bienes y servicios = + impuestos, y por tanto mayor capacidad fiscal que hace posible reinversión de fondos públicos en infraestructura, salud, educación, seguridad y PAZ. Tendríamos una economía saludable. Más empleo. Pan en la mesa de las familias colombianas.
Tiempo para una herejía: lo que genera riqueza EN un país, no son las EMPRESAS, solamente, sino los SALARIOS que PAGAN. Son el empleo y el salario, los que generan la OFERTA Y LA DEMANDA. Qué, a su vez, mueven el aparato productivo en todos sus ámbitos. Generando tributos que mueven el aparato del Estado. Simple…desde mi ignorancia. Claro, que esta son apenas algunas de mis ideas dislocadas.
Recuerden, son “Bobadas mías”. No los canso más. Ustedes disculpen.
Javher1994@yahoo. com