Es innecesario malgastar exceso de horas navegando en la web, para percatarnos que Facebook, YouTube e Instagram están atiborrados de basura cibernética. El contenido publicado por los youtubers es excesivamente mediocre y no contribuye en lo más mínimo a la formación intelectual de los ciberusuarios.
Resulta incompresible pensar, del por qué un video donde aparecen un par de personas haciendo cantidad de retos sin sentido, como estrellarse pastelazos en la cara o relatar experiencias de sus vagas vidas, que a nadie le interesa, puede llegar a tener millones de visitas por encima de un documental sobre el calentamiento global o sobre los falsos positivos judiciales, entre tanto material, histórico-educativo que han producido excelentes periodistas y académicos colombianos.
¿Desde cuándo ser YouTuber tiene mayor relevancia que un científico, un médico o un artista? entre otros… no es digno que los influencers logren mayor reconocimiento y mejor posición económica por encima de quienes están comprometidos desde sus profesiones en la reconstrucción y mejoramiento de la decadencia social. Es preocupante preguntarle a un niño que anhela ejercer como profesión cuando sea grande y responda que YouTuber, sin duda alguna, el ocio, la banalidad y la superficialidad son el peor enemigo al que se ha tenido que enfrentar la humanidad, por lo tanto, Las industrias de moda y entretenimiento están encaminando vertiginosamente a las nuevas generaciones hacia la mediocridad. Por ese motivo, me resulta absurdo pensar en el futuro de la humanidad respecto al exceso de frivolidad de los adolescentes ante determinadas situaciones que son prioritarias para la evolución humana.
Parecerá inverosímil, pero las audiencias más atentas a estos contendidos de pésima calidad, en su mayoría son de los estratos más bajos, que irónicamente no tienen para comer, pero si para comprar un celular y pagar la factura del internet, este es el eficiente desarrollo llamado globalización. Por eso, no es plausible que la plaga de esnobistas en medio de tanta necesidad, se aprovechen de la ingenuidad de sus seguidores, como lo hizo la YouTuber de nacionalidad boliviana: Stephanie Herela, quien propuso ayudar a familias desamparadas de su país natal, bajo la oportunista intención de seguirla en sus redes sociales y después de hacerlo, debían enviarle un video donde mostraran que estaban en un caso extremo de vulnerabilidad, carentes de alimentos para subsistir. Su verdadera preocupación se centraba en aumentar seguidores y no en el supuesto gesto de solidaridad.
Pero lo más agobiante es: que la mayoría son niños y adolescentes con aprendizaje por imitación de conducta quienes consumen los contenidos, lo cual los pone en inminente peligro al momento de querer hacer lo mismo, y no hay absolutamente nadie quien pueda vigilar, controlar y restringir lo subido a la redes sociales por esta manada de destapados irresponsables; que están dispuestos hacer hasta lo inimaginable por querer estar cada vez más cerca de la cúspide en su afán de fama, por ejemplo: el YouTuber LARZ de San francisco, quien lamió el inodoro de un baño público; contrayendo el Covid-19 o la Youtuber Paula Gonu quien dijo que beber agua caliente a una temperatura de (27°C) o superior, podría aniquilar la presencia del corona virus en el cuerpo humano. Entre los responsables directos de que los influncers sean una realidad; están las multinacionales que constantemente los están patrocinando en su afán por querer tener un mejor posicionamiento de sus marcas en esta sociedad excesivamente consumista. Si tuvieran como prioridad una responsabilidad social empresarial lo suficientemente sensata, no estarían contribuyendo en aumentar el capital de estos petulantes.
#LoMásTrinado Cuando el karma te castiga: se grabó lamiendo un inodoro público y ahora tiene coronavirus https://t.co/Vv9x5FQ6Bm pic.twitter.com/i5qTPXCn6u
— Noticias Caracol (@NoticiasCaracol) March 26, 2020
Esta infamia no solo la promueven los empresarios, YouTube también es cómplice al no recomendar y excluir de su portal de tendencias a los canales educativos que aporten contenido con conciencia social, dejando como prioridad a los de entretenimiento. Es inaudito que la plataforma de videos más importante a nivel mundial contribuya directamente en promover la crisis educacional. Pero resulta relevante mantener a la sociedad sumergida en la ignorancia, sumisa ante el sistema y esclava de la miseria, cuando los intereses de los dueños del poder están por encima de las necesidades de quienes producen sus riquezas. Una de las tantas razones que me enardecieron para escribir esta nota, fue el YouTuber mexicano, Diego Saúl Reyna residente en Canadá, quien en un video destruye la placa de un millón de suscriptores como protesta ante las consecuentes censuras de YouTube en sus contenidos netamente educativos.