El descontento por la elección de Jorge Tovar Vélez al Congreso de la República como representante de las víctimas del conflicto en el departamento del Cesar, solo puede ser explicable por medio del famoso refrán: «uno es el herido y otro el que se pone el parche».
«Yoyo Tovar», como se hace llamar el flamante congresista, es hijo de Rodrigo Tovar Pupo, reconocido paramilitar quien confesó la mediabobadita de 600 crímenes directos y aseguró su participación en más de 3500 recibiendo órdenes superiores.
A Tovar hijo le pareció fácil «declararse víctima», (sufrió mucho y debido a las andanzas de su padre y su cuadrilla, el muchacho pasó por la pena de irse a vivir y a estudiar a un país tranquilo. . . Eso sí es sufrir), ignorar el dolor de las verdaderas víctimas por el señor 40, y con muy pocos escrúpulos meterse a un espacio exclusivo para víctimas (aquellos que no pudieron irse a vivir a un país más tranquilo) y no para victimarios, ni los hijos de estos. Así no existan «delitos de sangre».
No es de extrañar que en estos momentos Jorge 40 se encuentre orgulloso de su heredero.