Sobre El Gran Hotel Busdapest

Sobre El Gran Hotel Busdapest

Es una matrioska del humor

Por: Jerónimo García Riaño
agosto 20, 2014
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Sobre El Gran Hotel Busdapest
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Siempre me han gustado las historias que parecen ponerse una dentro de otra, como las muñecas rusas. Me parece una jugada maestra en una narración, no importa si es una narración escrita o si es construida para llevarla a una pantalla. Y es una jugada que requiere un trabajo cuidadoso para que una muñeca no quede más grande que otra o que no quepa dentro de la otra. Lo importante en esta acción creativa es que cuando lector o el cinéfilo destape las muñecas también las pueda volver a encajar, volverlas una unidad.

Y eso es lo que vi en la película El Gran Hotel Budapest, Matrioskas con bellos rostros y tamaños precisos.

Acostado en la sala VIP de un cinema, con toda la comodidad que se merece quien paga por ir a cine, empecé a ver la película: La primera parte muestra a una joven que llega a un cementerio y deja un llavero en el busto de un escritor que parece ser el orgullo del pueblo. La mujer abre un libro, ve la fotografía del escritor y luego muestra el título del libro: EL GRAN HOTEL BUDAPEST. Esa es la muñeca grande, la primera Matrioska.

El busto del escritor toma forma de personaje (Tom Wilkinson) y empieza a narrar su propia historia cuando estuvo en el hotel y aparece en 1968 siendo un escritor joven con un reconido talento (Jude Law), ahí se destapa la segunda muñeca, la mediana.Allí el hotel se encuentra con un personaje llamado Zero Moustafa ( Fahrid Murray Abraham) que, en medio de una cena elegante dentro del hotel, empieza a contarle la historia de cómo se hizo dueño del hotel, y aparece la muñeca más pequeña, pero la que tiene todo el peso de la historia.

Dentro de la tercera Matrioska se configura todo el argumento de una historia llena de humor. Un humor que por momentos me recordó a Jacques Tati, el célebre actor y director francés de los años 60, que con su silencioso humor logró poner su película Mi tío entre las mejores películas de cine del siglo pasado; y en otros momentos recordé el humor sórdido que también pone Tarantino en sus películas, un humor acompañado de terror, un humor que da miedo.
El Gran Hotel Budapest no es una película para morirse de risa, es para sonreír.

Y el elenco de cada muñeca es bueno: El conserje (Ralph Fiennes), el hijo de la heredera (Adrien Brody), El investigador privado (el gran actor Williem Defoe), Otro conserje (Bill Murray), uno de los presos que escapa de la cárcel (Harvey Keitel), El inspector Henckels (Edward Norton), M. Chuck, el último conserje del hotel (Owen Wilson), la señora D (Tilda Swinton), y otros más que se escapan de estas letras.

Pero resalto la actuación de Tony Revolori como el joven Zero Moustafa en la tercera muñeca. Junto con el conserje Gustave, es el protagonista de esta historia. El que cuenta la historia es el Moustafa viejo, pero el que la vive, el que la encarna y la hace risa es el Moustafa joven. Y el actor lo hace bien, con diálogos cortos que acompañan esa mirada torpe que muestra la tragicomedia que vive el personaje. Creo que Wes Anderson, el filósofo y diseñador de esta muñeca, lo tendrá en cuenta para otras obras.
Al final las muñecas vuelven a unirse, pero sus rostros, como el mío cuando terminó la película, parecen sonreír.

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