De acuerdo con varios calendarios ambientales disponibles en internet, el primero de noviembre de cada año se celebra el día internacional de la ecología. Para la conmemoración de esta fecha he decidido renunciar a una reflexión sobre la importancia de esta ciencia, así como a una conceptualización acerca de la misma. Me urge sin embargo aclarar que esta renuncia no se debe a que dichos tópicos carezcan de importancia sino a que, para esta fecha, seguramente un considerable volumen de información fluirá por la red, en alusión a dichos temas. Y yo por mi parte quisiera hacer una reflexión precisamente sobre la importancia de la información, en este caso, en el marco de la causa ambiental.
Una pesquisa fallida por la red para conocer el origen de la conmemoración de este día, me lleva a concluir que no hay gran certeza sobre su génesis. No hace parte de las múltiples declaraciones reconocidas por la ONU y aun cuando no parece haber mucha claridad sobre el surgimiento de esta conmemoración, sí se puede evidenciar que existe un reconocimiento en general de la misma a nivel internacional.
Un hallazgo en particular me hace pensar que esta conmemoración puede estar relacionada con la fecha de lanzamiento de la revista El Ecologista: su primer número data de noviembre de 1979. En la página web de Ecologistas en Acción, organización no gubernamental responsable de la revista, figura el primero de noviembre como fecha de aparición de dicha publicación.
Esta revista se ha consolidado como uno de los principales referentes en habla hispana, de difusión de información relacionada con el ambientalismo en general, tras más de 30 años de labor. Su línea editorial está enmarcada particularmente dentro de lo que se conoce como “ecologismo social”.
Como en cualquier otra faceta de movilización de la sociedad, la información es de vital importancia para la causa ambiental. A través de las distintas herramientas de difusión se pretende aportar a la educación, favorecer la movilización y consolidar una fuerza que haga contrapeso a las diferentes formas en que el ambiente se degrada…y de paso nuestro buen vivir, por extrapolación.
En el caso concreto del ecologismo social, se entiende que la problemática ambiental está estrechamente relacionada con el modelo de producción y de consumo actual, cada vez más agudo y globalizado. El estudio y la movilización en lo ambiental requieren (y se fusionan) con el estudio y la movilización en lo político, en lo social, en lo económico, entre otros, siendo un tema complejo que afecta intereses de todo tipo.
Como consecuencia de la gran cantidad de intereses que se pueden ver afectados por la movilización ambientalista, es apenas lógico que se traten de instalar diques que obstaculicen el flujo informativo. La invisibilización, el desprestigio, la intimidación y hasta la misma censura, son dificultades que a menudo tienen que enfrentar los diferentes mecanismos de difusión con los que cuenta la causa. Incluso medios de gran reconocimiento y trayectoria se ven amenazados por este tipo de situaciones.
Un claro ejemplo de esto es el número “censurado” de la reconocida revista The Ecologist, una de las publicaciones con mayor trayectoria en su ámbito. Para su edición de Septiembre/Octubre de 1.998, la revista tenía prevista la publicación de un número especial, compuesto exclusivamente por una serie de artículos relacionados con la gigantesca multinacional Monsanto.
La empresa encargada de la impresión de la revista por 25 años destruyó los 14.000 ejemplares de dicha edición, titulada The Monsanto Files, argumentando temor a tener problemas con la multinacional. Lo mismo alegaron las dos principales cadenas de kioscos en Inglaterra en aquel momento, cuando decidieron no vender los ejemplares, una vez que la revista pudo materializarse a través de otra imprenta.
Una serie de organizaciones sociales (principalmente españolas) acordaron rescatar la publicación de The Ecologist, a través de una edición especial de la revista El Ecologista. Dicha publicación se llevó a cabo, con una traducción completa del contenido original al español y un tiraje de 40.000 ejemplares en diciembre de 1.998.
Al parecer, no se estableció la responsabilidad directa de Monsanto en este vergonzoso precedente contra la libertad de expresión, pero la anécdota se suma a un historial de escándalos de la compañía, acusada en varias ocasiones de querer meter mano a la información que los medios difunden, cuando esta es contraria a sus intereses. Medios tan importantes como Fox y The Guardian también han padecido de una u otra manera la presión de Monsanto. Estas y otras travesuras de la compañía se detallan precisamente en la edición saboteada de The Ecologist.
A estas alturas, no importa mucho el origen de la conmemoración del Día de la Ecología, basta con entender que esta fecha se suma a una serie de símbolos y herramientas que poco a poco se van abriendo espacio en la sociedad, buscando alternativas para la solución de la cada vez más compleja problemática ambiental. Así mismo, hay que entender que esta movilización social depende en buena medida de la gestión de la información y que la inmensa lista de atentados contra la libertad de expresión, basta por si misma para comprender el poder de la información.